Isabella
Estaba a lado de la señora Harper, la veía nerviosa, puse mi mano sobre la suya transmitiéndole tranquilidad, me sonrió.
Nos pusimos de pie, en cuanto vimos al juez entrar a la sala.
El juez leyó unos artículos mediante los cuales debíamos hacer un juramento de lealtad y ética para resolver de la mejor manera el caso, después de eso, comenzaron las declaraciones.
Pasó al frente, antes de empezar a hablar, miró a sus hijos, y sus ojos se llenaron de lágrimas, contagiándome a mí de su tristeza, sin embargo, contuve las lágrimas, ya que debía mantenerme serena y neutral, y no dejarme llevar por las emociones, para poder resolver de manera inteligente el caso. Sus hijos desviaron la mirada y ella subió al estrado.
El juez dio inicio a la sesión leyendo los artículos referentes a la Tutela Jurisdiccional Efectiva, Derecho de Acción y de Defensa que nos asiste como ciudadanos, pidiendo que se respete el debido proceso, salvaguardando la ética, probidad, veracidad y buena fe.
El juez hizo énfasis en la solicitud de los hijos de mi cliente, donde pedían solicitar la interdicción de la capacidad mental y exigieron su custodia provisional más un tutor legal que se encargue de administrar sus bienes, ya que tenían como prueba un examen neurológico que demostraba que no estaba en condiciones para tomar decisiones.
—¿Es esto correcto? —Preguntó a los demandantes, los cuales no tardan en responder
—Es correcto, señor juez.
El juez prosiguió con el caso diciendo —Por otro lado, nos encontramos con el señor Joseph que solicita su custodia temporal y...
El juez es interrumpido por los gritos de los hijos de mi cliente.
—Pero él no es pariente de mi madre —Gritó Clarisse.
El juez no tardó en hacer sonar el maso sobre la mesa haciendo que la sala guardara silencio.
—Si vuelven a interrumpir el orden de la sala, no dudaré en arrestarlos por desacato —Habló el juez de forma contundente —. El señor Joseph viene aquí en calidad de esposo —Al escuchar esto los hijos quedaron sorprendidos y con mucha más razón alegaron que ella no estaba bien de la cabeza.
Me puse frente de la señora Lina al ver a sus hijos alterados —Controle a sus clientes, por favor. —Éste se los llevó a su lugar.
Fue mi turno de hablar como contraparte y declaré al juez que los hijos de mi cliente solo querían su fortuna para dejarla en un asilo, cosa injusta, ya que el supuesto estudio neurológico de mi cliente tenía intereses económicos, por lo que nosotros también realizamos otro examen neurológico con otro médico que decía que mi cliente estaba en perfectas condiciones mentales.
El juez, después escuchar todo eso, decidió llamar a mi cliente y le hizo un interrogatorio en privado, al salir da su veredicto.
—Mi veredicto es el siguiente —dijo el juez levantándose de la silla —, teniendo en cuenta que las dos evaluaciones psiquiátricas son contradictorias, solicito que el tribunal superior de justicia aplique una nueva prueba pericial y nos dé su diagnóstico, mientras esto sucede la señora sigue teniendo capacidad para administrar sus bienes y en referencias a la custodia se le otorga a su esposo Joseph —Sonreí feliz viendo a la señora Lina, ella también sonrió junto con el señor Joseph.
Los hijos estaban enojados, su abogado les pedía que se controlaran, pero ellos seguían en una mala actitud, hasta que el juez volvió a azotar su maso. Los hijos de mi clienta tuvieron que controlarse.
—Después de tener el resultado del perito se anunciará una nueva fecha para dictar sentencia —Con esas últimas palabras, el juez azotó el maso en la mesa y da por concluida la sesión.
Al voltear para salir de la sala, lo vi de pie, me esbozó una sonrisa, desvié la mirada hacia mi cliente, nos sonreímos y salimos de la sala, pasé a un lado de él, escuché que me murmuro al oído.
—Felicidades.
Tuve que aguantarme en voltear a verlo y seguí mi camino con una discreta sonrisa en mis labios.
—Isabella, en verdad te agradezco mucho lo que hiciste —Le sonreí.
—Ganamos este primer paso que era el más importante.
—Así es, gracias a ti, mis hijos no me van a recluir en un hospital y me van a dejar al cuidado de alguien a quien de verdad le importo —La señora Lina y su esposo se abrazaron dedicándose una cálida sonrisa.
Los tres nos sonreímos.
Le expliqué que lo demás sería más lento, pero que estaba segura de que el psiquiatra que la evalúe la va a encontrar en perfectas condiciones mentales para seguir manejando todos sus bienes.
La señora Lina suspiró —Ay, eso espero —Nos sonreímos de nuevo.
Continúe hablando.
—Porque el antecedente que hoy asentamos nos pone en ventaja por completo.
—Gracias por creer en mí.
—Al contrario, gracias a usted por confiarme su caso —Nos despedimos con un genuino abrazo y un beso en la mejilla.
Me volvió a agradecer, de nuevo le volví a sonreír.
Me despedí del señor Joseph con un ligero apretón de mano, me agradeció, le pedí que la cuidara mucho.
Escuchamos la voz de Marcus.
—Con eso que hiciste vamos a demostrar que no estás bien neurológicamente, que, si estás loca, porque eso no lo hace una persona en sus cinco sentidos —La señora Lina los miró con enojo y decepción.
—Eso lo veremos, voy a demostrar con pruebas suficientes y evidencias ante el juez y todos que estoy más cuerda que ustedes.
Los hijos de la señora Lina miraban con enojo a su madre, luego dirigieron su mirada al señor Joseph.
—Y usted no se haga ilusiones, nosotros nos vamos a encargar de que le quiten la custodia de nuestra madre, porque solamente estas con ella por su dinero —Aseveró Clarisse.
La señora Lina tocó el brazo de su esposo, y le pidió con la mirada que no les respondiera nada, el señor Joseph asintió levemente.
Me dio mucho coraje al ver a los hijos de Lina actuar de esta manera.
—Vámonos —Les pedí.
Marcus y Clarisse Me lanzaron una furiosa mirada, no me intimide.
—¡Esto no se va a quedar así! ¡Vamos a apelar y la vamos a destruir abogada! —Gritaron sus hijos en medio pasillo.
Antoni
Estaba en la sala viéndola segura de sí misma, se movía con mucha tranquilidad, sonreí.
Hubo un momento en que los hijos de la señora Harper se alteraron y pensé que la iban a hacer algo, pero supo controlar muy bien la situación, hablándole firme al abogado de los demandados que controlara a sus clientes.
Me sentí feliz al escuchar el veredicto del juez, Isabella, aparte de ser una hermosa mujer, es una gran abogada, se le nota que ama lo que hace.
Me puse de pie cuando la sala estaba vacía, solamente falta Isabella y sus acompañantes en salir. Cuando se dio cuenta de mi presencia, le sonreí, ella desvió la mirada, me di cuenta de que la puse nerviosa.
Estaba en el umbral de la puerta, escuchaba lo que platicaba con su clienta, volví a sonreír.
“Isabella es la mujer perfecta, no me daré por vencido para ganarme su corazón”.
Sentí rabia al escuchar a esos malnacidos amenazar a Isabella.
Hice una llamada.
—Investiga a los hermanos Marcus y Clarisse Harper, quiero saber todo sobre ellos, a más tardar mañana temprano en mi oficina —Luego de dar la orden, colgué.
Al salir los vi discutiendo, los miré con ira.
—Veremos quien destruye a quien —Sentencie severo.
La miré parada en la banqueta mirando su celular.
—¿Necesitas ayuda? —Saltó asustada.
Me reí.
—Idiota —Me carcajeé, no me imaginé que me dijera así.
Me fulminó con la mirada. Volvió a ver su teléfono y maldijo.
—Ven, vamos te llevo al bufete —Me ofrecí esbozándole una sonrisa.
Me miró por un rato. Le hice una señal con mi mano para ir a mi carro que se encontraba casi en la esquina, suspiró rodeando los ojos, caminó delante la mi.
Le abrí la puerta del copiloto, subió despacio, nos volvimos a mirar, le dediqué una pequeña, ella me respondió el gesto. Cerré la puerta y rodé el carro por atrás.
Nos pusimos en marcha después de ponernos el cinturón de seguridad.
Estuvimos en silencio la mitad del camino, hasta que rompí con eso.
—Estuviste muy bien, ahora ya sé a quién llamar por si tengo un problema —Isabella sonrió.
Sonreí con ella.
—Amo lo que hago —Expresó mirándome a los ojos con una bella sonrisa en sus labios.
—Se nota, defendiste a la señora con mucha seguridad, sabías que tenías ganado caso.
Asintió.
Reí.
El resto del camino estuvimos platicando, me contó que en su antiguo trabajo no se sentía tan bien como en ese bufete, sus compañeros son más amables que sus excompañeros, únicamente se hablaba con su amiga Sherlyn.
—Llegamos —dijo mientras se quitaba el cinturón.
Le abrí la puerta, me dio una última sonrisa.
—Gracias —La seguí con la mirada hasta que se me perdió cuando entró al bufete.
Isabella
Estaba caminando por los pasillos del Bufete, mientras pensaba en él, una sonrisa se dibujó en mi rostro.
Suspiré
—¿Y ese suspiró? —Reí con Virginia.
—No es nada —Estaba segura de que mi cara ardía de lo roja que me sentía, sentía mucha pena.
Virginia rio de mí, me limité a esbozarle una sonrisa.
—Iré a ver a Demian para contarle que me fue muy bien en el juicio.
—Qué bueno, felicidades.
—Gracias —Nos dimos una última sonrisa y me dirigí a la oficina de Demian.
—Hola, ¿Puedo pasar?
—Claro adelante —Cerré la puerta, y me senté frente a Demian.
—Nos fue muy bien, ganamos en el primer paso —Demian se puso feliz, reí levemente.
Le conté como estuvo el caso y la actitud que tuvieron los hijos de la señora Harper, y al igual que yo se molestó. Por desgracia hay hijos malagradecidos, que solamente piensan en ellos sin importar lo que sufren sus padres.