Un escalofrío me recorre de pies a cabeza y no tengo palabras. ¿Conocerlo ahora? ¿Por fin me lo contará todo? ¿Ahora que me había hecho a la idea de que no hace falta? ¡¿Pero qué le pasa?! ¿O es que va a meterme medio otra vez para que me aleje más? ¡¿Me va a presentar a su padre?! No, no lo creo, es una idea bastante estúpida. —No... no hace falta —titubeo—. No quiero que hagas las cosas porque soy una pesada con el tema. La curiosidad por conocerle no opaca mi sentido. No quiero forzarlo a esto, ¿pero por qué lo haría? No hemos hablado en dos semanas, no tenía ni por qué venir en un primer lugar sólo por que anoche le pregunté a Saúl sobre él. Fue algo inocente. Veo al otro lado del pasillo a Saúl asomado por la puerta del cuarto de su novia, me agita la mano y me sonríe antes de me