Llego pronto al trabajo y me sorprende que Marco ya esté en su despacho, por un segundo pienso que he llegado tarde pero no, estoy a mi hora. Me organizo en el escritorio y empiezo mi jornada. A eso de las once y media llega un señor empujando una caja enorme, la deja frente a la puerta del despacho y apila dos cajas grandes más. Me levanto y golpeo con los nudillos en su puerta; he leído en uno de los correos la confirmación del envío de algunos muebles. —¡Adelante! Abro la puerta y asomo la cabeza. Marco me mira y le salen sus hoyuelos en las mejillas. —Creo que te acaba de llegar un mueble. Se levanta de su silla y abre la puerta mirando las tres cajas a mi lado. Le ayudo a pasarlas a su despacho, pesan demasiado y entre los dos abrimos las cajas y sacamos todas las tablas de made