CAPÍTULO 30

678 Palabras
Después de pagar caminan despacio hacia el parque en silencio, Ancel sabía que esa noche debía introducir el tema que hacía tiempo quería mencionarle a Jennell pero no sabía cómo. Al menos esa noche se había abierto un poquito más con él. — ¿Has visto la saga del infinito? —pregunta él para romper el hielo. —No, ¿Qué es eso? —No puede ser, ¿no has visto ninguna película de marvel? —Creo que la primera película de Hulk… — ¿La serie de Loki? —No. — ¿Nada de Capitán América? —Necesitas cultura. ¿Si quiera te suena algo de Thor o Doctor Stranger? —Nop. —Imposible…—termina él con cara de incrédulo. —No tenía mucho interés antes, y desde hace un tiempo para acá no he tenido mucho tiempo. —ella se encoge de hombros quitándole importancia. Ancel retuvo sus preguntas como ya se estaba acostumbrando a hacer y pensó en una idea mientras le sonreía abiertamente. —Esta semana se estrena Venom, ¿quieres ir a verla? —invita él entusiasmado—. En el tráiler se ve buena. —No lo sé…—duda ella. —Yo compraré las entradas y paso a buscarte, si no te gusta salimos y listo. —insiste él poniendo cara de por favor. — ¿Cuándo? —El sábado. ¿Te parece? —El sábado tengo planes con Will… ¿podemos el viernes después que salga del trabajo? Ancel se contuvo de preguntar qué clase de planes, y quien carajos era Will, sintió que algo ardía en su estómago, y pensó que quizás las hamburguesas que le estaban sentando mal. Pero no era así, él tuvo celos y no lo sabía. —Me parece bien, ¿nos vamos? (…) Al bajar del auto, Ancel le abrió la puerta y se quedaron frente a él mientras se despedían. — ¿Entonces te gustó la cena? —Sí, la verdad es que me ha dejado algo boba, comí demasiado. —No fue eso, es la grasa, si no estas acostumbrada a ella, te da una subida de colesterol horrible. —No, que molesto, ¿por qué la comida buena tiene que ser tan mala para el cuerpo? —protesta ella riendo. —Todo en exceso es malo. —Odiando límites. Ancel la mira con seriedad, verla tan relajada, tan distinta. Quería poder seguir viéndola así mucho más, él quería ser el que le diera esa alegría y seguridad. Le sorprendió pensar esas cosas, pero algo le decía que debía de ir aceptando que ella se estaba adueñando de su corazón y no habría importado si el daba permiso o no. —Jennell, ¿sabes que puedes confiar en mí no? —preguntó el serio mientras le tomaba la mano para trasmitirle el mensaje. Ella dejó de reír y vio como le sujetaba la mano, no hizo nada para apartarse, pero se quedó de piedra unos segundos, este era otro ambiente, ella lo sabía, debía saber que él estaría allí. —Gracias Ancel, por tú confiar en mí. —su voz era suave y subió la mirada mientras algo pasaba por sus ojos, ella le apretó la mano y sus ojos se pusieron acuosos. El la acercó más hasta que pudo abrazarla, ella hundió su cara en su pecho y se quedaron así unos minutos hasta que ella se despegó con suavidad. —Disculpa, espero no haberte incomodado. El negó y le dio una sonrisa amable. —Mis brazos estarán siempre abiertos para ti. —Algún día Ancel, algún día tal vez pueda contarte todo. El asintió ella volvió a apretarle la mano antes de soltarla y caminar hacia la puerta de la residencia. El esperó a que ella entrara antes de irse con un pensamiento. No creo que tengamos tiempo para esperar ese día. Espero que Adler se apresure, quiero saber qué es lo que le atemoriza, quiero protegerla, quiero ayudarla y quiero quitarle ese peso de encima así me aparte por invadirle su privacidad.
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