CAPÍTULO 28

1534 Palabras
—Sí. Él es atento con cada una de las chicas que llegan, a excepción de las que no llegan de su parte, todas han salido con él. —Ah. —la desgana se había hecho lugar con Jennell. —Pero siempre es lo mismo, les pregunta cómo les está yendo, cómo les podría ayudar y esas cosas… Es difícil que alguna de ellas no se hayan enamorado. No pudo contener su curiosidad. — ¿A ti te llego a gustar o te gusta? Sam empieza a reír a carcajadas. — ¡No!, muy perfecto para mí —rueda sobre la cama hasta quedar de espalda y mirando al techo habló de corazón —además, tengo predilección por los asiáticos. Jennell relaja la postura tensa que no sabía que tenía y se relaja sobre las almohadas. — ¿Ah sí, por qué? —pregunta para desviar el tema. — ¡BTS! Ellos me ponen la varilla en alto, son tan tiernos, tan bellos, Jimin es hermoso, perfecto, pero V, ¡V nació bendecido por los dioses! Pero si de casarme sería… RM sería el indicado. Claro que me iría llorando por despedirme de mis otros bebés…—Lo decía con una pasión y seguridad de locura, mientras tanto Jennell la miraba con una ceja elevada y con cara de comprender todo, aunque por dentro se estuviera preguntando de quienes hablaba. —Imagino que sería triste. —Mucho —Sam se levanta de la cama y va hacia el armario y lo abre, la morena se queda atónita a tal acto, pero no se mueve y espera un movimiento más fuera de lugar para actuar— ¿Qué esto? Casi no tienes ropa —detalla con asombro— pensaba pedirte prestado algo para salir, pero no tienes casi nada…—se da la vuelta y ve a Jennell con cara preocupada —El invierno está a un respiro de distancia, ¿por qué no has comprado abrigos? Podrías enfermarte. Jennell se levanta y coloca el abrigo de Ancel en la silla y empieza a revisar su celular para controlar el momento incómodo. —Estoy ahorrando, gasto solo para lo necesario. Sam se pone las manos en las caderas y camina alrededor de ella negando. —Un abrigo es necesario si no quieres morir congelada. —Se detiene y parece pensar algo—Espérame aquí. Sale a paso rápido de la habitación dejando a Jennell suspirando, Sam tenía una energía tan alta que podía perturbar y cansar a quienes llevaban otro ritmo de vida, aún así, no era mala. Pacientemente Jennell esperó, no había mucho más que hacer de todos modos, era su habitación. Minutos después entro Sam con un montón de ropa y la tiró a la cama. —Todo esto que está acá no voy a usarlo y casi no lo use, algunas incluso son nuevas —Explica—. Es ropa que me queda muy apretada porque subí un poquito de peso, o que me queda feo, ya sabes, la expectativa maniquí versus realidad. —señala su cuerpo. Jennell se sienta cerca de la ropa y la ve, no quiere caridad pero tampoco quiere despreciar el gesto de Sam. —No es necesario, pero aprecio el gesto. — ¡Oh, vamos! Aquí debe haber algo que te quede y no sé desperdicie —Empieza a rebuscar en la ropa mientras la extiende en el aire y enfoca a Jennell con sus ojos entrecerrados —. Mira que tienes cuerpo de modelo, todo te debe quedar bien. —Tú tienes un cuerpo muy bonito —le anima—. Tus curvas son sueño de muchas adolescentes. —Sí, pero tiendo a engordar. —Más curvas para ver. —insiste Jennell sonriendo. —Ay, no lo sé, un día me siento sexi y al otro las odio —Sam pone cara de molesta—, mi mamá me decía que si dejara de ser tan vanidosa eso dejaría de ser importante, pero no lo puedo evitar. —Preocuparse por la estética de tu cuerpo no es vanidad… A menos que te obsesiones con eso. —debate. —Todo en exceso es malo, sí… —levanta una camisa que tiene un escote grande de forma de V—Este debe quedarte súper bien, a mí no me gustó como me quedó. Jennell ve la prenda y la toma para observarla. —A esta le mezquinaron la tela —ríe y niega—. No creo que me coloque esta. —Una lástima, te hubiera quedado muy buen. — ¿Algo que me tape? ¿Un suéter tal vez? —Sí, compré estos pero pienso que no me quedan estos colores—consigue uno negros y dos colores neutros—. Estos tres me los compré pensando en que debía probar algo más serio, pero no, definitivamente me gustan los colores vivos, más pasión… Se los extiende a Jennell y esta se los prueba por encima de la camisa que lleva, todos le quedan, algo justos de largo, pero no pequeños. —Estos están bien. — ¡Ten este abrigo marrón!, tengo dos, estaban en oferta dos por uno y pensé en que podría resultar si se me gastaba uno, pero son muy buenos… —Gracias Sam. —…Y este último, se veía bien en la imagen, pero me arrastra contra el suelo mucho ¡y nunca pude usarlo! —Hace un puchero y se sienta mientras dobla lo demás. —De verdad esto no era necesario, pero muchas gracias, en cuanto compre ropa me acordaré de darte un presente. —No hay problema, yo también estoy ahorrando —cuenta Sam para que Jennell se sienta en confianza —, me gustaría poder ahorrar para pagarme un viaje a Asia, pero ni siquiera tengo para alquilarme algo propio, ¿por qué las universidades son tan caras? —Se queja— La mayoría se me va en gastos de matrículas. — ¿Por qué no solicitas becas? Eso podría ayudarte a desahogar gastos —Ojalá pudiera, mi promedio es un asco, nunca pude centrarme de todo en los estudios cuando estaba en la secundaria, solo éramos mi mamá mi hermano y yo, todos debíamos trabajar. —Eso debió ser muy duro. Jennell siente compasión por ella, sintió el reflejo de un dolor similar en el pasado, y aun así ahí estaba Sam, con una sonrisa y más fuerte que nunca. —Lo fue, pero ahora estoy mejor, gracias a Ancel. En verdad es una buena persona —la ve y pone sus ojos en modo asiáticos mientras saca una sonrisa pícara —, si te gusta deberías de ir por El, no estarías tomando una mala elección. Jennell se levanta y toma las prendas que Sam le regalo y camina hasta el armario mientras que le da la espalda a Sam para acomodar la ropa. —No me gusta, y en definitiva no voy a ir tras él. —Como digas… esta personita —se señala—o sea yo, debe irse a dormir porque mañana le toca trabajo y universidad. Buenas noches. —Descansa. Sam se despide una vez más en la puerta con la mano antes de cerrarla. Jennell pega la frente contra la madera del armario y recita para sí misma. Él no me gusta, él es bueno con todas, tú no debes enamorarte… Jennell nunca había tenido tiempo para hacerlo, y sabía que los sentimientos cuando aparecían solían estropear todo, y ella necesitaba estar alerta, despierta por si algo sucedía. Pero aun así empezaba a pensar que era tiempo de dejar las cosas atrás, quizás solo era ella quién constantemente pensaba en el pasado, el que en envolvía a una persona peligrosa e inteligente. Suspiró mientras se acostaba en la cama. ¿Hasta cuándo podría estar lejos? ¿Cuánto tiempo tenía? ¿Hubiera sido mejor quedarse y evitar todo ese desgaste de huir y estar en constante alarma, con miedo? No, no… Nunca lo sabría, su madre no hubiera estado contenta de que pensara que no valía la pena. Su madre hubiera estado molesta de que hubiera estado a punto de morir en otro país sin luchar… Pero su madre no era quien vivía toda la experiencia, su madre no había pasado frío u hambre mientras miraba por la ventana a la espera de que viniera por ella. Tampoco había experimentado la soledad que se sentía pensar en que cualquier policía podría ser comprado por él, o que registraran sus antecedentes y descubrieran que ella no era quien decía ser. Su madre había sufrido, sí, ambas lo habían hecho, pero ya no estaba para seguir sosteniendo su mano. Quizás era tiempo de que empezará a vivir y no a sobrevivir. Pasara el tiempo que pasara nada cambiaría, algún día él la encontraría, ¿y quién sería la responsable de cómo había vivido su poco tiempo de libertad? Al final como usara el tiempo no importaría en absoluto. Si tan solo su padre hubiera cumplido su promesa… Si no hubiera sido tan ingenuo. Jennell se durmió pensando en lo que había hecho, lo que estaba haciendo y lo que debía hacer.
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