El área de los mayores era bastante grande, estaba dividida entre personas que leían en una pequeñas salita, otros ancianos veían plantas en el jardín o simplemente caminaban por allí, algunos que otros saludaban a Ancel y le daban una miradita rápida a Jennell sin ningún interés y seguían lo suyo. Otros estaban en un comedor y otros simplemente reunidos en grupos hablando. Ellos caminaron en silencio, ella siguiendo los pasos de Ancel que parecía seguro de donde ir primero.
Pasaron frente a los ancianos que leían y dieron hasta el jardín, por un momento se detuvieron a saludar algunos a su paso, pero no fue hasta que estuvieron cerca de una señora que estaba de espalda y acuclillada frente a una planta parecida al plástico.
—Ella es un poco rara, pero es muy buena persona, sabe de todo un poco, nunca supe como acabó en la calle, nunca no los dijo —comentó Ancel a cierta distancia, Jennell miró a la anciana de espalda que parecía estar inmersa en ella mientras la tocaba— eh, bueno, no le vayas a prestar mucha atención a algunos comentarios que diga fuera de lugar, ya sabes, está un poco chocha…
—Bien.
Se acercaron y no fue a cuando estuvieron de espalda a la anciana que esta se dio por enterada de sus existencias, se giró un poco para verlos y luego hizo un gesto con la cabeza cerca de ella. Ancel entendió y le dijo bajito que ella les invitaba a sentarse y que si no quería hacerlo no había problema. Se sentaron los dos muy próximos a ella, Ancel junto a la anciana y Jennell junto a Ancel.
— ¿Qué haces por aquí? Hacía tiempo que no venías… pensé que te habías muerto antes que yo—Comentó la anciana mientras revisaba la planta y colocaba tierra en el matero que tenía—, y mira que eso era molesto, ¿Quién me compraría chocolate? —Miró a los lados para asegurarse que no la escucharan —No, no, tú debes morir después de mí, no importa si un día después, pero después de mí.
— ¿Dices solo me quieres por el chocolate? — Ancel se hizo el ofendido mientras le guiñaba un ojo a Jennell para que captara la broma.
— ¿Hijo quién dijo yo te quiero? —respondió la anciana con la seriedad que se le permitía.
—Auch, eso dolió directo en el corazón. — se llevó unas manos al pecho.
— Ajá. —la anciana terminó de sacudir sus manos y se terminaba de sentar para quedar frente a ellos, le dio una mirada a Jennell que permanecía en silencio pero no dijo nada.
—Y hablando como adultos serios, no llevo una eternidad sin venir —corrige—, la semana pasada vine, bueno hace un poquito más pero no es para tanto.
— Para nosotros, es una eternidad, cada segundo está regalado Ancel. —explica la señora ahora con seriedad mientras miraba a los otros ancianos a distancia entretenidos con cualquier cosa.
—Sí, tienes razón, pero no hagas tantos dramas que harás que se me parta el corazón—Bromeó Ancel para aligerar el tema—, y bueno, he traído a una…— vio a Jennell y frunció el ceño buscando una palabra para etiquetar su relación con Jennell— una nueva amiga que es genial, se llama Jennell, Jennell ella es Ebba una anciana un poco tostada.
La anciana sonrió pero no negó nada y le tendió la mano a Jennell llena de tierra, pero ésta no se quejó y la tomó en un apretón cariñoso.
— ¿Amiga? ¿Qué tipo de amiga Ancel? —pregunto curiosa la anciana mientras observaba a la muchacha.
— ¿Cómo que qué tipo de amiga?, amiga, amiga normal, ¿Cómo más vieja?
—Ya sabes, soy anciana pero tengo oídos y comprensión todavía, he oído que están muy de moda esos amigos, pero con derechos —hizo un gesto con los dedos simulando comillas—, ¿sabes que son no? Esos que se acuestan pero no se casan y….
—Sabemos que es Ebba—la interrumpió Ancel un poco incómodo y con una Jennell por primera vez con color en las mejillas—, pero somos solo amigos, de esos de tu época, sin tocar nada y con mucho respeto.
Jennell asintió de acuerdo, sabía que no eran amigos, todavía no lo eran y no sabía si llegarían a serlo pero explicar eso a la anciana iba a ser aún más difícil.
— ¿Así que sin tocar eh? —la anciana entrecerró los ojos y los vio a los dos como si pudiera ver algo o pensar algo— bueno, ¿pero a que te gustaría eh?
Ancel abrió los ojos como platos y Jennell cambiaba de tonos como nunca en mucho tiempo.
— ¿Estás hoy como que muy bromista no? —Ignoró la pregunta y trató de cambiar de tema— ¿Cómo estás tú? Me parece que estas evitando contarme cómo vas con los controles estos días…
— ¿Cómo más van a ir? —preguntó la anciana molesta mientras miraba la planta otra vez que había dejado hacía rato en el suelo— de mal en peor, pero no me importa, viví lo suficiente y me importa poco irme. Es bastante fastidioso estar llevando reglas estúpidas cuando te vas a morir en algún momento.
Se hizo un silencio y Jennell le dio una mirada interrogativa a Ancel, la cual el ignoro mientras veía a la anciana, pensó en que quizás tenían razón, y sacando con disimulo un trozo chocolate del tamaño de un caramelo a la mitad le tomó la mano y se lo puso, la anciana le miró y sonrió como si de verdad hubiera creído que no había traído nada.
—Controlado porque aún te quiero tener por aquí un tiempo, ya sabes, necesito tener a quien j***r, si no mi vida sería miserable.
Los tres rieron y luego de unos minutos Ancel se fue a visitar a otros ancianos y dejó a Ebba con Jennell, la anciana se encargó de romper el hielo y de un momento estaban hablando muy bien, claro, de Ancel.
—Sí, es un buen muchacho, algo sonado pero muy bueno —dijo con cariño la anciana mientras lo veían a lo lejos hablar con dos ancianos, sentados en una mesa a unos cuantos metros—. Su hermana también era como él, un alma muy buena, que en paz descanse.
— ¿Qué le pasó? — preguntó curiosa Jennell.
— Ah, ¿no te lo ha contado? —Jennell negó y la anciana pareció dudar si decirle o no, pero finalmente empezó a hablar.
—Quizás Ancel te ha comentado que su madre, le encantaba la música clásica—la joven asintió—, un día, en un concierto, ellas dos tuvieron uno de los mejores lugares para ver, solían hacerlo de vez en cuando, y ese día era un especial, la señora estaba cumpliendo años, pero un hijo de su madre —la señora frunció el ceño recordando con molestia—, quería morir, pero no solo morir y ya, quería j***r y llevarse consigo a unos cuantos. Entre esos cuantos, estuvieron ellas dos. Fue bastante devastador todo eso, una noticia triste, pero más para los familiares de las víctimas. Ancel y su padre pudieron salir adelante dándose fuerza el uno al otro. Si no, creo que probablemente se hubieran hundido.
—Eso es bastante duro, triste —La anciana asintió pero no dijo nada—. Yo también perdí a alguien, hace al menos dos años, se cuan dolor se siente.
—Ancel perdió a su madre y su hermana hace cinco años, esta fundación fue idea su madre hace veintidós años, ella era muy activa en esto de obras benéficas e involucraba mucho a sus hijos, a donde ella iba ellos iban, ahora solo queda Ancel y su padre.
— Entiendo.
— ¿Cómo conociste a Ancel?
Jennell se removió por la pregunta un poco incómoda antes de verla.
—Lo conocí en mi antiguo trabajo.
—Pues no tanto…
— E imagino, que te ha traído acá como voluntaria a cambio de ayuda…
—No precisamente como voluntaria, aunque no quiero decir que no me gustaría serlo, la verdad vine porque me había prometido trabajo.
— Bueno, acá hay bastante. —sonrió Ebba.
—Sí…
Se quedaron en silencio y Ancel estuvo de vuelta, abrazó a la anciana diciéndole un cuídate y Jennell repitió lo mismo sin palabra. Solo con una sonrisa de boca cerrada. Cuando empezaban a caminar la anciana volvió a hablar haciendo que se detuvieran.
—Ah, por si me muero mañana, ya sabes, los ancianos tendemos a morir por cualquier cosa, por una sorpresa o cualquier tontería, quisiera que me respondieras algo Jennell, para no morir con curiosidad…
—Claro. Dígame. —contestó con amabilidad ella.
Ancel que estaba a su lado y que conocía la anciana estuvo a punto de callarla y llevársela antes de que Ebba soltara cualquier cosa. Sin embargo se quedó tieso donde estaba y tan callado como una estatua.
— ¿No te parece guapo Ancel? Es un buen muchacho y…
— Me encanta que por fin admitas que soy un buen muchacho, pero ya tenemos que irnos Ebba así que...—empezó a caminar pero Jennell no se movió.
— ¿Por qué lo pregunta?
— ¿Por qué no respondes?