CAPÍTULO 25

1113 Palabras
Esa semana de las verduras, los platos y cosas como esas no pasó. Tampoco es que le molesto, había gente para todo. Su horario fue establecido, de lunes a viernes de siete a cuatro, y el fin de semana libre. Sorprendida estuvo con el sueldo, su paga era cada viernes trescientos sesenta dólares la semana, eso era equivalente a la paga de un sueldo mínimo, pensó que por ser el trabajo que era y por lo informal que había empezado en él, sería menos. La encargada le explicó que como era una fundación la mayoría de las personas allí eran voluntarios, que los demás trabajadores tenían una historia detrás de ellos, querían progresar, no encontraron otro trabajo, tenían familia, tenían problemas o cualquier otra cosa. Todos lo que estaban allí o daban su ayuda o recibían ayuda de la fundación, y si trabajaban tendrían una buena paga. Agradeció haberle echado la bandeja de hielo y toda bebida que llevaba en la bandeja a Ancel y perdonó la mala actitud que tuvo esa noche que le vio por primera vez, después de todo, había insistido hasta que ella había aceptado su ayuda, y desde entonces no se había comportado como esa noche. Tampoco había pedido nada a cambio más que no se dejara consumir en una cama. No cuando tenía la ayuda tendida en una mano. Ancel le había escrito todos los días para saber cómo iba y desearle un feliz día, una broma y nada más. Ese día, con la paga en dentro de su bolsillo pensó en que, aproximadamente en un mes podría pagar un departamento, tener para comida estable y unos cuatrocientos dólares de sobra, con eso podría ayudar a Will. Will, pensó en cuanto podría ayudarlo si alquilaba un departamento, podría vender la casita que era más deuda que casa, ella podría ayudarle a cuidar a su hermanita y se ahorraría la paga que le daba a la vecina. Will, podía empezar a ayudarlo un poco más de lo que ya hacía. Pensó en llamarlo ese día, pero se abstendría de contarle su plan, no todavía, no hasta que consiguiera un departamento. Mientras tanto ahorraría. Cuando ya estaba caminando a la puerta, su celular sonó con una llamada entrante, vio el nombre del único contacto que tenía aparte de Samantha y Will. Eso era raro. — ¿Sí? —contesta mientras saca las lleves y empieza a abrir la puerta. —Hola — su voz, se escuchaba más grave por celular—, ¿ya saliste no? —Eh, sí —Abrió la puerta y trancó con cuidado y se encaminó a la cocina para tomar algo de agua—. ¿Pasa algo? —No, en absoluto. —se hace un momento de silencio y Jennell frunce el ceño mientras baja el celular para ver si se había cortado la llama, pero no, seguía en curso. — ¿Hola? —Sí, acá estoy —se aclaró la garganta—, ¿Cómo te fue hoy? —Bien, ya te lo he dicho por llamada, pero gracias por preguntar y preocuparte, de verdad gracias— Abrió la nevera y se sirvió su vaso de agua—. Por ayudarme y preocuparte digo. —No hay problema, me alegra oírte decir que todo va bien, es decir, me alegra que todo vaya bien. —Sí. —Jennell se lleva el vaso a la boca y toma esperando una respuesta. —Sí. — ¿Tú como estas? —se sintió era raro preguntarlo, nunca le preguntaba, Ancel siempre se adelantaba a contar que su día había ido bien. Era extraño hacerlo, y mucho más en voz alta. —Perfectamente, hoy he perdido un caso —se aclaró la garganta de nuevo—, tampoco es que quisiera ganarlo, solo quería que mi cliente tuviera una sentencia más corta, ya sabes, por orgullo, pero no porque lo mereciera. — ¿Merecer? — dejó el vaso en el fregador y salió de la cocina para ir a su habitación. —Sí, me mintió a mí, que soy su abogado, era un tonto, un flojo, vendía sustancias ilegales a adolescentes que a su vez venden en su colegio. Sustancias ilegales… drogas. Se le revolvió el estómago mientras se sentaba en el marco de la ventana. —Ah. —Sí, esto es medio jodido, ya sabes, cuando empiezas la carrera piensas en lo mucho que podrás hacer justicia, pero la verdad es que hay más casos donde tu defiendes al delincuente que defender al inocente con un caso injusto. —Entiendo, debe ser difícil. —Bueno, ya hablemos de otras cosas que veo que no te agrada el tema —Dice con tono alegre—. ¿Qué harás mañana? —Probablemente nada. ¿Tu? —pregunta por cortesía. —Tengo planeado caminar con una bella dama, quizás invitarla a tomar un helado o que se yo. Lo que surja al momento. Jennell recordó la muchacha con la que le había visto el día que le había atendido en la panadería, muy bonita, se recordó. Supuso que era de ella de quien hablaba, quizás su novia. —Que agradable. — ¿Entonces, que dices? —pregunta Ancel al otro lado de la línea. — ¿Qué digo? — ¿Me ayudas cumplir mi plan? — ¿Qué puedo hacer yo? —preguntó confundida. —Nada, más que aceptar pasar un rato conmigo mañana. — ¿No tienes que salir con la chica? —Dios, vaya que eres lenta—Pausa un momento—. Estamos hablando de ti, y contigo. —Ah… — ¿Ah…? —No entendía, ¿salir mañana? —Sí, a caminar y tomar un helado—repite con paciencia—, o lo que prefieras. —Bueno, no tengo planes. — ¿Eso es un sí? —Supongo que sí. —Vale, paso por ti en la tarde, mañana. —Vale. —Buenas noches. —Buenas noches. Cuando se cortó la llamada Jennell se quedó mirando el celular, eso era raro, ni si quiera sabía por qué había aceptado. Ella no había salido con nadie, no es porque faltara quien le invitara, pero es que nunca le había interesado, no es que tuviera tiempo, o que antes, mucho antes de vivir en Alemania hubiera tenido la oportunidad de salir con alguien. Pensó en la chica que acompañaba ese día a Ancel, se veían bastantes unidos, ¿y si ellos salían? ¿Y si Ancel después de todo buscaba algo más que ayudarla? No quería ser la segunda, tampoco la primera, no quería ser nada. Se llevó la mano a la frente, pensaba mucho. Tenía que relajarse un poco.
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