Habían pasado tres días desde la última vez que Jennell había visto a Ancel, esos días habían seguido como todos los anteriores, con la misma rutina y cansancio, había sentido la luz tan cerca pero tan lejos a la vez, solo pudo contemplarla de lejos y esa oportunidad se había ido con el hijo del senador al despedirse esa noche. Había sido una casualidad muy bonita haberle encontrado.
— ¿Te encuentras bien? — Preguntó Will en el descanso, anotaba algunas cosas en el cuaderno sobre la mesa donde había un vaso de agua que Jennell tomaba a ratos— Hoy estás más pálida que nunca.
Will había simulado no haberse dado cuenta de lo pálida que venía estando esos días, las ojeras se le veían muy pronunciadas y quizás hasta estuviera enferma, sabía las rutinas de trabajo que hacía pero él no podía meterse en su vida pues era un tema zanjado en ellos, nunca lo hacía. El estaría agradecido eternamente por la ayuda que aportaba para los tratamientos con su hermana y si no fuera porque lo necesitara a decir basta no recibiría un centavo de ella.
— He tenido días mejores. — tenía sus ojos posados en la pared como si pensara en algo, solía hacer eso cuando pensaba en algo y estaba más conectada con aquello que con lo que estuviera pasando al momento.
— Estoy por graduarme— dijo de repente Will, él le había dicho muchas cosas a ella y entre esas es que estudiaba contaduría en línea, en una universidad abierta y gracias a la beca podía costearse las matrículas. Esa era su rutina, trabajar durante el día y estudiar en línea mientras cuidaba de su hermana por las noches —. Dentro de dos meses recibiré el título.
Jennell dejó de lado sus pensamientos y se volvió a mirarlo, no parecía emocionado, más bien aliviado.
— Imagino que es bueno.
— Realmente lo es —pausó como si lo que fuera a decir hubiera esperado mucho tiempo para salir de su boca—. Teniendo un título como contador podría encontrar un trabajo mejor. Podría empezar a cubrir todos mis gastos. — dijo esto mirándola.
— Sabes que mientras pueda te voy a ayudar. —respondió Jennell con amabilidad. Sabía lo incómodo que era para Will recibir ayuda. Hasta para ella misma lo era.
— Ya no sería necesario Nelly. — ese apodo le hizo sonreír y levantarse pero en ese momento todo comenzó a dar vuelta y tuvo que apoyarse en el mesón, Will le miró alarmado y rápidamente rodeó la mesa para sujetarla y ayudarla a sentar nuevamente.
— ¿Te sientes mejor? —Preguntó al rato Will guardando todo reproche que hubiera querido darle y mientras una apenada Jennell asentía — Te haré un té frío para que tomes.
Katherine y su compañera empezaron a trabajar mientras ella se quedó unos minutos más con Will mientras este servía. Ninguna preguntó más.
— Sabe bien. —dijo dejando la taza tras cada trago que daba en el platillo, Will que servía no era ajeno a aquellos modales que tenía Jennell, esos modales eran sin duda de costumbre y no forzados, ella nunca le había hablado de su familia pero podía asegurar que provenía de una familia pudiente y eso le causó más curiosidad por saber cómo había acabado allí, pero por respeto a su amistad apartó esas preguntas y le sonrió asintiendo.
Minutos después Jennell se reincorporó y trabajó toda la tarde, y después de despedirse de un Will preocupado comenzó a caminar a al parque donde siempre se sentaba a que fuera la hora para caminar hacia su otro trabajo nocturno.
Jennell caminaba despacio sin prestar atención a las personas que se cruzaba, no pensaba en nada, parecía una máquina programada para caminar, pero eso no duró mucho, otro mareo la hizo detenerse y apoyarse ligeramente en una pared, fortuna que no la tomó cruzando la calle.
Su mareo no disminuyó, sino más bien que empeoró haciéndole perder el equilibrio y estuvo a punto de caer en la cera cuando alguien la sujetó del codo.
— ¿Te encuentras bien? — Esa voz, ella la empezaba a reconocer, pero no pudo enfocar bien, veía borroso— ¿te puedes sostener...? —Jennell asintió y él acomodo uno de sus brazos por encima de sus hombros— vamos al carro para... Mierda…— Jennell se había desplomado de manera tan rápida que no tuvo tiempo de sostenerla antes que cayera al suelo, y recibiendo unas miradas extrañas de algunas personas a su alrededor le rodeo las piernas y los brazos para subirla al carro.
Había sido una coincidencia que pasara tarde por su trabajo ese día o quien sabe que le hubiera pasado. Realmente su plan era pasar por allí antes que cerrara y pedir un postre e insistir un rato antes que cerraran pero algunos inconvenientes le hicieron llegar tarde y cuando giraba en dirección al parque para postergar su plan hasta la noche le vio caminar y como pudo estacionó para acompañarla a donde fuera, tenía planeado invitarla a un café cuando la vio apoyarse a la pared y estuvo a pasos cuando estuvo a punto de caer. Llegó a tiempo en ese momento, pero igualmente la había dejado caer, se reprochó él internamente.
Dejándola en el asiento de copiloto y colocando su cinturón rodeó el carro a trote y subió para dirigirse al hospital más cercano que marcaba el GPS de su celular. Mientras se detenía en el semáforo no pudo sostener la vista en los carros que pasaban frente a él si no que los desvió a la morena que inconsciente mostraba lo pálida que estaba, él había visto ya eso hacía unos días junto su aspecto cansado pero parecía que había empeorado. Sus ojeras se tornaban de un oscuro como le permitía la piel y su piel parecía un pálido traslúcido, sus hombros que estaban al descubierto dejaban ver lo delgada que estaba. Realmente debía de pasarla mal, un sentimiento de piedad se apoderó de Ancel en ese momento, no sabía porque estaría pasando la morena, pero sin duda, él quería ayudarla.
El semáforo marco en verde y al mismo tiempo el soltaba el freno y unos dos minutos después entraba él con ella en brazos, algunas enfermeras se le acercaron preguntando que pasaba mientras otra traían una camilla, él explico la situación y la vio desaparecer por el pasillo mientras las puertas se cerraban tras ella, y lo dejaba en la sala de espera.
Se fue a sentar cuando recordó algo importante mientras la traía, había estado tan sorprendido y preocupado que se había olvidado que toda su identidad estaba al descubierto y saliendo por los pasillos fue a su auto y sentándose en el asiento de conductor respiró para calmarse de esa caminata rápida y sacó de la guantera su gorro para cubrirse el cabello y unos lentes de sol y volvió a dentro para sentarse en la sala de espera.