CAPÍTULO 33

2371 Palabras
Las últimas dos semanas pasaron volando, había visto a Ancel tres veces en este trascurso de tiempo, cada vez que lo veía tenía una pelea interna para despedirse de él. Mas con lo que había pasado en su último encuentro. No había planeado nada de eso, lo había imaginado sí, había fantaseado, también. Pero nunca se le ocurrió que algo así le pasaría a ella. No después de todo lo que había vivido, ella creía que su vida se limitaría a huir de Dimitry hasta que él la encontrara. Porque sabía que en algún momento la encontraría y allí acabaría toda esa aventura. Tenía una lucha interna con ella, y cada vez que pensaba en Ancel se replanteaba las cosas, ¿el aceptaría la vida que ella llevaba? ¿Arriesgaría su seguridad para estar con ella de forma inestable? También pensaba si él tomaba las cosas que sucedían entre ellos de la misma forma que ella. Se habían besado, algo había pasado en la noche del día anterior. Le había gustado. Y le gustaba pensar que si era real para ambos, porque lo era, ¿o no? Pensar que no era más que algo pasajero para él… No tenía motivos para pensarlo, pero las dudas siempre estaban allí, ¿por qué iba a estar con ella cuando podía estar con alguien con menos problemas? Él sabía que ella ocultaba algo, ella sabía que él tenía sus sospechas. Como fuera, el invierno había llegado y con ello un frio inmenso, ese sábado había quedado con Will, había algo que le estaba ocultando, lo podía deducir de sus últimas conversaciones telefónicas. Se sentó en una mesita alejada en una esquina de la cafetería y como sabía que Will llegaría apenas unos minutos después de ella, pidió dos capuchinos. Efectivamente, luego de pedir llego Will, algunas miradas cayeron en él, su tamaño, su manera de andar y sus ojos azules imponían, el avanzó sin muchos rodeos y ella pudo ver sus ojeras, su piel blanca no le ayudaba en nada a ocultarla. Cuando estuvo en su mesa ella se levantó y se abrazaron un momento. — He pedido dos capuchinos ya, te ves terrible, me ocultas algo y me lo vas a decir. — soltó Jennell. — Hola a ti también, tú te ves mejor que nunca, y lo digo de verdad. — Will respondió con suavidad. — Entonces, ¿Qué ocurre? — Oye... no me entrevistes que yo no lo hago contigo. — ¿No? — Bueno, cuando lo intento no llego a ningún lado así que podría decirse que no lo hago. — el mesonero llegó y les entregó sus capuchinos. — ¿Te gradúas en estos días no? — preguntó ella interesada, quería hablarle de su plan, quería ayudarle como le ayudaban a ella. — Sí —Will bebió su capuchino y vio por la vidriera a la calle—, la verdad es que ya he recibido el título hace una semana. — Espera —Jennell abrió los ojos— ¿Por qué no me dijiste nada? Podíamos haber salido a celebrar esto. — No, no quería celebrar. — Entiendo, bueno, podemos celebrarlo hoy. —No es momento Jennell. — Eso sí que le sorprendió, él pocas veces en los dos años que se conocían le llamaba por su nombre completo. — ¿Ocurre algo? —le tomó la mano y él le vio directo a sus ojos, se veía resignación, tristeza, rabia— puedes contármelo. — ¿Así como tú me cuentas todo esa mierda que ocultas? — soltó Will. Ella sabía que actuaba de esa forma porque prefería molestarla antes que contarle, y aunque entendía no dejaba de sorprenderse. — Will, sabes que no puedo decirte por... — Mi bien, sí, eso ya me lo has dicho, entonces creo que puedes respetar que no te quiera decir. —interrumpió. Jennell guardo silencio, tomo la pajita y quedaron en silencio. —Si es por tu hermana y los gastos, he pensado que... — No Jen, no, es... — No, espera que termine de decir lo que quiero decir— él asintió—. Bueno, veras que donde vivo, no tengo gastos en absoluto pero solo me puedo quedar hasta que encuentre donde quedarme, la semana que viene me pagan el segundo mes y tengo todo completo, no he gastado ni un dólar — pausó—. Pensé en lo que me dijiste, tu casa ya no es una casa si no una deuda y se me ha ocurrido que si la vendes puedes pagar lo que debas y te quedaría dinero para rentar un departamento conmigo, yo podría cuidar de tu hermana en las noches y ahora que eres un contador podrías conseguir un trabajo en la noche y la cuidas durante el día, creo que eso sería fantástico, por el trabajo no te preocupes, yo puedo hablar con Ancel, y por los gastos de tu hermana lo mismo, ¿Qué dices? Will se quedó en silencio y no pudo evitar trasmitir la tristeza que le estrujaba el corazón, ojala fuera tan fácil. — Nelly, ni con un secreto de la Nasa puedo tener lo que quiero. —se resignó él. —No entiendo, ¿Qué es lo que no te gusta? — No, no es eso, es que he decidido retirar a Fleur de su tratamiento. — ¡¿Pero qué dices?! —preguntó ella subiendo la voz con sorpresa y alarma. — Es lo que ella quería y si es lo único que puede desear y yo puedo darle ¿Por qué no hacerlo? — ¿Qué locura estás diciendo Will? —aun no procesaba lo que él decía. — Digo que ella no tiene cura. —Pero el tratamiento... — No hay peros, ¿recuerdas que te decía que ha estado empeorando y el doctor solo decía que eran días malos? —Ella asintió— no eran días malos, era señal de su deterioro, hace una semana el doctor fue honesto conmigo, dijo que el tratamiento solo podía retrasar...las cosas. — Oh Will... —ella se le tomo las manos y se movió para sentarse en su lado de la banca — No sé qué decir... esto es tan injusto... —No tienes que decir nada, es lo que es. — Will... —ella le abrazo y como él siempre hacia cuando ocurrían momentos como estos, descanso su frente en el cuello de ella. — Dijo que le quedan tres meses, tal vez dos... — ¿Ella lo sabe? —Sí. — ¿Qué haremos? — preguntó con tristeza Jennell mientras él se retiraba. —Tú no tienes que hacer nada, aunque no hay nada que hacer. — ¿Ella pidió algo? — Que pase más tiempo con ella y que le retirara del tratamiento, es lo que hice. — ¿Cómo haces con el trabajo? — Lo he dejado. —Pero, ¿Cómo harás con los gastos de la casa? — No lo sé, Nelly, tampoco es que me importe justo ahora. Se quedaron en silencio y Jennell se tomó el capuchino tratando de guardar para sí misma la tristeza y sorpresa que sentía en ese momento. —Haremos lo que te he dicho, vende la casa, sal de gastos, ven conmigo, yo puedo cuidarla cuando no estés, trabajara en la noche mientras ella duerme y pasaras el día como ella quiere, tendremos los gastos entre los dos —Le apretó la mano—. Estaré contigo en todo momento, ¿entiendes? No estás solo en esto. — No sé cómo agradecerte Nelly, que estés conmigo, que hallas aparecido en mi vida justo cuando te necesitaba y que estés conmigo justo cuando siento que el mundo se termina... — No digas nada, fuiste tú quien apareció cuando le necesitaba, no tienes idea como te necesitaba cuando aún no te conocía. —Juntos, Nelly. —Siempre, tonto. Ella estaba agradecida con él, Will había sido la primera persona que le había tendido la mano cuando no había nadie más, cuando todavía su herida era reciente, él había abierto las puertas de su hogar para una desconocida, recordó todo eso allí mientras hablaba con él. Se despidieron prometiendo estar en contacto y empezar a movilizarse en el plan, él buscaría vender su casita y ella buscaría apartamentos en alquiler. Debía hablar con Ancel y debía pedirle ayuda a Samantha. Esa misma tarde Ancel pasó a buscarla, fueron un parque y ella trató de explicarle la situación de su amigo. (...) > Esa noche y durante al menos dos meses había vivido con ellos, Will le había conseguido un trabajo con su jefe, no sabía cómo era que él trabajaba allí, su jefe era un tipo peligroso y raro, contrataba a personas sin necesidad de identificación y los ponía a trabajar hasta reventar, el sueldo era un asco y ella estaba segura que allí debían de hacerse movimientos ilegales. No le gustaba el ambiente pero era la única opción. Se mantendría alejada de esos movimientos y todo iría bien. Cuando hubo reunido lo suficiente, se despidió de Will tras agradecerle su estadía allí, él había insistido en que podía quedarse, pero en ese entonces, su miedo por su tío se sentía más, ella pensaba que llegaría en cualquier momento y no quería meterlos en sus asuntos. En el departamento de mierda que había conseguido, esperaría con impaciencia su destino.
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