Jennell buscaba nuevamente algo que colocarse para la cita con Ancel, habían quedado en ir al cine a ver una película de marvel, eran las cinco y algo y se vería con él a las seis. Ya había estado lista un rato antes pero algo le dijo que no estaba bien, empezó a dudar de su ropa y de cómo iba, ¿estaría muy simple? Eso antes no le había preocupado, ¿Por qué ahora sí?
Siguió rebuscando para no encontrar mucho, tenía poca ropa y algunas que otras prendas de vestir que le había regalado Samantha, ¿debía llevar un jeans azul o uno n***o? ¿Con abrigo o sin él? Decidió dejarse el jeans azul, una camisa de cuello cerrado blanca y un abrigo n***o que Sam le había regalado, ella podía usarlo sin que se arrastrase en el suelo, se calzó unas zapatillas deportivas negras y finalmente se soltó el cabello que llevaba en una coleta. Rebuscó en su mesita de noche y consiguió un labial que Sam había insistido en dejarle porque era necesario que toda mujer llevara consigo uno, lo necesitara o no.
Se colocó solo un poco y esperó que no fuera muy notorio, no quería que Ancel se diera cuenta que se había molestado en verse diferente a de costumbre, o sí… No lo sabía.
— Eso no importa, lo llevaras o no, debe importarme a mí — Se vio al espejo y le gustó la imagen—. Lo llevo porque me gusta.
Salió del cuarto con su celular, de camino se consiguió a otras mujeres que la saludaron antes de cada una encerrarse en su cuarto, supuso que llegaban del trabajo. Bajo las escaleras y decidió esperar en la biblioteca, tenía tiempo que no pasaba por allí, desde que había empezado a trabajar no pasaba por allí. Hacía mucho tiempo.
Tomó un libro que le llamó la atención para leer la reseña, Bajo la misma estrella, leyó la reseña y lo devolvió a su puesto, no quería leer nada relacionado al cáncer, ya tenía suficiente con la muerte de su madre y con Fleur…Recordó a la hermanita de Will.
Pensar en ella dolía.
Tomó un libro de historia y se sentó en el sofá, estuvo a gusto hasta que le llegó la notificación de un mensaje, era Ancel. Salió y cuando abrió la puerta miró a Ancel hablando con Samantha, él se estaba riendo de algo que ella decía. Recordó lo que le había dicho ella unos días atrás.
“Él ha salido con todas… es muy bueno… yo también he salido con él…”
Algo que no había sentido nunca se apoderó de su cuerpo, justo en su estómago se revolví algo, esa sensación tan molesta que le hacía tener ganas de apartar a Sam de él, ¿por qué le hablaba con tanta confianza? ¿Ancel solía reírse así con todas? ¿Qué la diferenciaba a ella de las demás? Ella quería que sólo la mirara ella. Ese pensamiento la hizo reírse de sí misma, que egoísta era.
Ancel notó su mirada y levantó la vista para buscarla, al verla y hacer contacto visual una corriente de satisfacción recorrió el cuerpo de ella. Sam también la vio y sonrió ampliamente antes de empezar a caminar hacia ella.
— Diviértete— dijo cuando llegó a su lado y le dio un beso corto en la mejilla con esa confianza y energía que ella siempre desbordaba—, pasa un buen momento para que tengas algo que contarme mañana.
Siguió y Jennell asintió, tuvo algo de remordimiento por pensar mal de ella. Ancel comenzó a acercarse también mientras ella caminaba y al encontrarse le dio un abrazo largo. Ella aprovechó a abrazarlo de vuelta y a descansar su frente contra su pecho, su corazón latía rápido como el suyo y eso la emocionó. Tenía un perfume leve, o quizás era algún jabón, que desde ese momento se volvía su aroma favorito.
— ¿Soy yo o estás cada día más hermosa Jennell? — preguntó él mientras se despegaba y dejaba un brazo sobre sus hombros y empezaban a caminar hacia el carro.
— Ya era hermosa antes, quizás estabas algo ciego ¿usas lentes? — preguntó ella con aparente serenidad, aunque por dentro la emoción la tomaba.
— Esa seguridad…— entrecerró los ojos mientras le abría la puerta a ella— Me encanta.
Ella no respondió y se subió al auto, cuando ambos estuvieron con el cinturón puestos, Ancel encendió el auto y empezó a conducir.
— ¿Qué tal te fue hoy? — preguntó ella rompiendo el silencio.
Ya no eran incómodos, y no era por cortesía su pregunta, en verdad le interesaba saber.
— Bien, he estado ayudando a mi padre con algunas cosas, por ahora no tengo un caso pendiente.
Eso le recordó a Jennell que él era el hijo de un senador. Recordó las veces en que usaba un gorro y lentes para no ser reconocido.
— Eso me acuerda Ancel, que antes usabas lentes y evitabas que te reconocieran, ¿ya no te importa que pasaba antes? — preguntó curiosa.
Él la miró unos segundos desviando su vista de la autopista.
— Es raro, ¿Por qué te has acordado de eso justo ahora?
— Has mencionado a tu padre y me acordé que eres el hijo del senador.
— Ah — asintió y empezó a explicar mientras se concentraba en manejar—, es que mi padre había dicho esa semana que quizás se pensara la posibilidad de postularse a la presidencia. Eso lo puso en un punto de mira y por supuesto a mí, soy su única familia viva.
La presidencia, eso era algo grande, ¿Cómo es que había parado en convertirse en alguien tan cercana al hijo de un político tan importante? Recordó con mal sabor de boca que su tío se había hecho con un puesto en la Duma Estatal en su país, una de las dos cámaras que tenía la Legislativa. Que a su vez era una de las tres ramas que gobernaban su país. Había logrado hacerse de un puesto allí, con sus contactos y dinero, sabía que una de las aspiraciones de su tío era ser senador, pero eso era muy complicado. No dudaba que lo lograra, Dimitry era alguien que tenía paciencia y sabía esperar a que se fueran cumpliendo cada una de las fases de su plan. Cuando su padre había muerto, él se había casado, nunca conoció a la mujer, pero si recordaba haberlo oído hablar con uno de sus hombres ese tema. ¿Desde cuándo habría estado planeando eso? Pronto serían las elecciones a esa candidatura.
Miro a Ancel, ¿Cómo es que tenían tanto en común y a su vez eran tan diferentes? Él había perdido a su madre y su hermana por culpa de otro, ella también, su padre era un senador importante, y ella no dudaba de que Dimitry lograra convertirse en uno. ¿Qué más tenían en común y ella no sabía?
— ¿Y ahora no están pendientes de ti?
— No, no soy Adele o algún personaje público — Explica con una sonrisa él—. Ellos sólo aparecen cuando pasa algo importante o notorio.
— ¿No te da miedo que te vean conmigo? — pregunta ella de forma impulsiva.
— ¿Por qué tendría que importarme?
Ella se revuelve incómoda en su asiento y mira por la venta, ¿lo decía o no?
— Porque no soy alguien importante. Aunque no creo que las chicas de la residencia tampoco lo sean.
Ya estaba hecho. Ancel la miró serio y empezó a reír de repente con diversión, ella lo miró molesta, no esperaba que reaccionara así.
— ¿Estas insinuando que llevo una vida escandalosa con muchas chicas? — preguntó divertido cuando se calmó— ¿pero cómo es que ha llegado esa idea a tu cabeza? Tengo mucha curiosidad.
— Sam me dijo que es normal que salgas con algunas chicas de allí. — respondió ella molesta porque él se divirtiera tanto cuando a ella le fastidiaba.
— ¿De la residencia de la Fundación? Por supuesto que sí, he salido con todas las chicas que he llevado allí, los primeros días de su estadía, para saber que están bien y que están cómodas — la miró mientras estacionaba el auto, habían llegado a un centro comercial gigante—. Pero después de eso, no he tenido contacto con ellas más que lo que me dice Adele.
Jennell no encontraba como hacer contacto visual con él, ¿se había pasado al preguntar o insinuar algo?
— Lo siento, no estaba insinuando nada, solo tenía preocupación de que yo te dejara meter en problemas. — mintió un poco, aunque algo de esa línea era verdad.
Ancel se quitó el cinturón de seguridad y se movió para poder tomar su rostro con una mano y enfrentarlo al suyo con suavidad.
— Ninguna de ellas me ha importado tanto como me importas tú. — aclaró y eso hizo que Jennell sintiera un volcán de explosiones en su pecho,
— ¿Has invitado a una de ellas al cine? — preguntó con sospecha, aunque sólo era para aparentar que seguía molesta pues no sabía manejar lo que estaba sintiendo.
Cada cosa que sentía con él era nuevo, ¿eso era enamorarse? Ella nunca había tenido la oportunidad de experimentar nada con nadie porque desde que se había muerto su padre ella había recibido educación en casa. ¿Qué tanto se había perdido ella del mundo?
— No.
— ¿Ha una hamburguesa? — insistió ella sonriendo.
— No, Jennell. — respondió el sonriendo y acariciando su mejilla, ella puso su mano sobre la de él y la bajó para apretarla suavemente.
— ¿Seguro?
— Sólo las invité a un café, al mismo lugar por cierto, deberías de preguntarle a Samantha.
— No es necesario. — ella se quitó el cinturón, ambos bajaron del auto.
Ancel rodeó el auto y le extendió la mano a Jennell, ella lo miró he hizo que no entendió el gesto alzando una ceja. El negó y se acercó un paso más.
— Dame tu mano.
— ¿Crees que me voy a perder? — preguntó ella, claro que sabía para que era, ella también quería, sólo que esperaba que él insistiera un poquito más.
— No, pero mejor es prevenir, ven dámela—le sujeto la mano y ella no se apartó—, no quiero correr el riesgo, este sitio también es grande, además— la miró y sonrió coqueteando— el único sitio en el que quiero que te pierdas es en mi corazón.
Jennell empezó a reír escandalosamente mientras caminaban, eso había sonado tan ridículo, era mucho para su gusto, se inclinó tomándose del estómago mientras seguía riendo y se convertía en objeto de mira de algunas personas. Ancel sonrió y con su cara roja la ayudó a enderezarse.
— Tampoco es para tanto.
— Lo es para mí. Lo siento, lo siento, es que ha sonado muy gracioso.
Él la miró de reojo frunciendo el entrecejo y se hizo el molesto mientras caminaban.
— Perdón por tener autoestima y seguridad.
— Te digo que no es eso, es que ha sonado gracioso. — insiste ella.
— Como digas.
Ella lo miró y se dio cuenta que era la primera vez que lo veía tímido y molesto. Le encantaba de esta forma y de todas las otras.
— De verdad, imagina que yo te diga esto — ella miró hacia el frente y fingió seguridad varonil—, Ancel, quiero que te pierdas en mí, quiero estar en tu corazón — Lo miró y volvió a su voz—. ¿Qué te parecería? ¿Qué me dirías?
— Que ya te tengo aquí —Se señaló el pecho mientras caminaba. Su respuesta tan honesta hizo que ella dejara de burlarse y se ruborizara— ¿yo estoy en el tuyo?
Otra pregunta directa.
— Tal vez. — alcanzó a decir ella con vergüenza.
— Odio las respuestas vagas, pero es mejor que nada — Le haló la mano para acercarla más a su cuerpo—. Me conformo, por ahora.
(…)
Saliendo del cine fueron por un chocolate caliente antes de regresar. Ambos se habían divertido con la película, definitivamente Venom era un superhéroe estupendo. No se habían soltado la mano en ningún momento, hasta que se sentaron, ella tomó la tasa con ambas manos para calentarlas.
— Está haciendo un frío terrible. — comentó ella mirando a las personas, la pared era transparente, de vidrio específicamente.
— Estamos a finales a principios de diciembre, ya tenemos el invierno encima — El también mira las personas y algo cruza su mirada, se pone más opaca—. Hace tiempo que mi padre y yo no celebramos la navidad. Ya sabes, mi madre y mi hermana no están, y él siempre está ocupado, y después de sus muertes no me he inspirado amontar un arbolito de navidad o cocinar algo.
— ¿Qué hacen entonces? — pregunta ella con tacto, eso era triste, ella lo sabía.
— Salimos a cenar a algún lugar, y trabajamos, después de todo, sólo es un mes más. — La miró directo a los ojos con curiosidad— ¿tú qué haces? Recuerdo que me dijiste que no tenías a tus padres vivos, lamento eso.
— Hace ya un tiempo que murieron, y no celebrábamos la navidad desde que murió mi padre. — aclara ella.
Da un trago a su taza y sube el cierre de su abrigo para sentirse más cubierta y protegida del frío. Vio a Ancel dudar, sabía que iba a preguntar algo más.
— ¿Entonces no te has reunido más con tu familia desde que viniste aquí? — Él lo hizo para saber si tenía más familia vivía, y para ver su reacción.
— No, cuando mi madre murió yo ya estaba acá, no había motivo para volver.
— Entiendo… — sonríe de nuevo y le toma la mano— parece que hemos tenido unas navidades lamentables estos últimos años. Asegurémonos de que esta sea digna de recordar.
— Como digas.
Ambos terminaron su chocolate y se dirigieron al auto, en el camino hablaron de cómo le había ido esas semanas a ella en el trabajo, y de cómo se había acercado ella a Sam. Él le contó como la había conocido, y el cariño que le tenía, también estuvieron de acuerdo que ella era algo intensa y energética, pero de buen corazón. Finalmente, cuando llegaron, él le abrió la puerta y caminaron a paso lento hacia la puerta de la residencia, ninguno quería dejar al otro, aunque ninguno de los dos estuviera consciente de esto.
— ¿Te ha gustado la película? — preguntó él.
— Me ha encantado, definitivamente Venom me agradó mucho, es un parásito hermoso. — afirma con una sonrisa ella.
— No es un parásito… ¡Discúlpate! — bromea él haciendo referencia a la película.
— Perdón, cierto, es un ser superior. — corrige ella y ambos se ríen.
Se quedan en silencio, viéndose el uno al otro hasta que ella baja la mirada a sus pies mientras saca las llaves.
— Me he divertido mucho hoy, gracias por invitarme.
— Ha sido un placer, a mí también me ha gustado — Se acerca y le toma los hombros—. ¿Puedo abrazarte?
Ella lo mira y traga, nerviosa.
— ¿Qué pregunta es esa? Pensé que ya no necesitabas permiso.
El no responde y la abraza, se tiene que inclinar para hacerlo mejor, aunque ella no es pequeña él sigue siendo unos cuantos centímetros más alto que ella. Se mantienen así por un momento largo, a Jennell le envolvió una nostalgia, si pudiera congelar ese momento, si pudiera encerrar ese recuerdo que estaba creando junto a él… lo abrazó con más fuerza y él le correspondió también. Cuando fue el momento justo, ambos se separaron con suavidad, Ancel dejó su rostro muy cerca del de ella, y paso sus manos a las mejillas de ella, la sinceridad con la que la miraba la dejaban sin palabras.
— Me gustas Jennell. — confesó y la miró a los ojos antes de mirar sus labios y esperar una confirmación, ella no se apartó y él cerró la distancia entre ellos.
Sus labios dudaron un instante sobre ellos, primero atrapó su labio inferior entre los suyos y lo succionó, ella reaccionó de forma inconsciente pegándose a su cuerpo, eso hizo que Ancel dejara de dudar y profundizara el beso, al principio ella dejaba que él hiciera lo suyo, disfrutando, después de tomar confianza, empezó a corresponder el beso mientras ponía sus manos en los hombros de él.
Cuando finalmente terminaron por falta de aire, ambos estaban sonrojados, las pupilas de él estaban dilatadas y suponía que ella también las tenía así, los labios de Ancel estaban rojos he hinchados, ella tuvo que controlarse para no halarlo y besarlo de nuevo. Algo calló en el hombro de ella y en el cabello de él, frío y suave.
— Vaya, parece que es la primera nevada — observó Ancel mientras sonreía y miraba hacia arriba—, y en nuestro primer beso.
— Sí, sí, que romántico. — se burló ella, la verdad estaba que se desarmaba por dentro, ¿ahora qué? ¿Hacía como si nada?
— Será mejor que entres, no estás lo suficientemente abrigada — pone su mano detrás de la cabeza de ella y le da un beso en la frente con suavidad—. Nos veremos luego, buenas noches Jennell.
No esperó respuesta y se fue a trote hacia el carro, ella se quedó allí hasta que vio el carro encender e irse.
— Tú tampoco estabas muy abrigado. — susurro ella entrando a la residencia con una sonrisa en el rostro.