Ancel tenía sólo una semana que no veía a Jennell pero parecía una eternidad. Después de aquel beso no dejaba de pensar en ella cada que tenía un espacio libre en su agenda. Había buscado la forma de ir, pero su trabajo estaba hasta arriba esa semana en la oficina, no dejaba el celular solo por mucho tiempo esperando una notificación, pero al igual que él, esa semana Jennell había estado bastante ocupada.
Por eso cuando recibió un mensaje de ella pidiéndole que se reuniera con ella, había dejado lo que estaba haciendo para ir. No sabía en qué estado de su “relación” estaban, pero sabía que algo tenían, solo faltaba la etiqueta de ese estado. Había recordado varias veces con una sonrisa las preguntas de Jennell sobre las otras chicas de la residencia, eso habían sido celos, y le habían encantado, hasta esa noche él no estaba seguro de que ella sintiera lo mismo, pero lo sentía, y eso le daba una felicidad que no podría imaginarse.
Estacionó el auto y no tuvo que mandar un mensaje de texto porque Jennell estaba en las escaleras esperando, él se bajó del auto y caminó a su encuentro para abrazarla. Ya empezaba sentirse acostumbrado a ella y la necesidad de tocarla. Cuando creyó que ya era suficiente se separó y le sonrió.
— ¿Me extrañaste? — preguntó divertido haciéndose el duro.
— Sí, y sé que tú también a mí. — respondió ella con seguridad, Ancel parpadeó y abrió la boca en un “O” mientras la miraba de arriba abajo.
— Mujer, me encantas.
Jennell se sonrojó y se subió al auto sin esperarlo.
— ¿A dónde vamos? — preguntó él estando al volante.
— ¿Podemos ir al parque que me llevaste el otro día?
Se refería al parque en el que había tenido la primera cita sin saberlo. Ese parque era muy bonito y lo suficientemente grande como para pasear y hablar libremente.
— Bien, ¿Cómo has estado? — él empezó a conducir he hizo de cuenta que no notaba que ella estaba pensando en cómo introducir el tema del que iban a hablar.
Apretó el volante con la mano porque el suspenso le provocaba nerviosismo.
— Bien, hace unos días visité a Will, el amigo del que te había hablado —comenzó ella, él se acordó de que le había comentado de él, asintió, con su semblante neutro —. Me gustaría que lo conocieras en algún momento — le mira pero el sigue guardando silencio para que se sintiera en confianza de seguir hablando—, él me ayudó mucho cuando recién llegaba a Alemania, estaba en peores condiciones de como tú y yo nos conocimos.
¿Tanto así? Se preguntó él mientras se controlaba así mismo por no preguntar. Se acordó justamente de lo que la información que le había pasado Adler el martes de esa semana.
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—… ¿Ancel? — escuchó que la voz de Jennell y volvió al presente. Solo habían sido unos segundos
— ¿Perdón, que decías? — preguntó él con pena mientras pasaban el semáforo en verde.
— Nada, dejé de hablar porque parecía que te habías ido a otro sitio.
— Perdón, el trabajo.
— ¿Fue muy pesada esta semana?
—Algo…Pero sigue hablando por favor, ya casi llegamos. —estaban a solo dos cuadras del parque.
—Bueno, te decía, que Will vive solo con su hermanita, y que ha tenido una vida muy difícil, actualmente trabajaba mucho para pagar los tratamientos de su hermana, pero ha decidido retirarle el tratamiento. —Hace una pausa y le da una mirada rápida.
— ¿Qué le pasa a su hermana?
—Tiene cáncer, pero su etapa está muy avanzada y le dieron un aproximado de dos meses de vida solamente. —su voz era apagada, Ancel tuvo empatía con sus sentimientos, era muy triste que una niña tuviera que afrontar una enfermedad tan cruel.
Estacionó el auto en un espacio libre que encontró en el aparcadero, y después de quitarse el cinturón se centró en ella.
— ¿Qué tienes pensado hacer para ayudarles? ¿Hay algo que pueda hacer?
Jennell se quitó el cinturón, y lo miró a los ojos, eso hizo que Ancel pensara varias cosas, ninguna de ellas buenas, pero mantuvo su semblante tranquilo y conciliador.
—Bajemos de carro y te voy contando. —Así lo hicieron, empezaron a caminar por el parque, ya no había flores, los arboles estaban sin hojas y había un poquito de nieve aquí y allá.
Encontraron una mesa libre en un establecimiento de venta de bebidas calientes y se sentaron.
—Entonces, ¿Cuál es el problema? —preguntó Ancel ya impaciente.
Jennell lo miró y le sonrió, le tomó la mano y se la apretó para tranquilizarlo.
—No hay ninguno, solo quiero contarte mi plan.
—Soy todo oído. —señaló su cuerpo con la mano suelta para enfatizar su declaración.
—Will tiene muchas deudas, y hace poco terminó la universidad. El trabajo en el que está trabajando ahora es en el que nos conocimos, es un trabajo del asco —Hizo una mueca como si recordara algo—. No tiene casi tiempo para nada, y a su hermana la cuida una vecina, pero la señora casi no tiene tiempo… Además que el estado de Fleur es delicado, son sus últimos días—Le mira a los ojos con sinceridad—. Yo quisiera que ella pudiera irse bien y en paz, y quisiera que Will pueda pasar todo el tiempo que pueda con ella. Pero pronto si no paga sus deudas serán echados de su casa, el banco tiene esa propiedad como seguro, ellos podrían ponerla en venta para cobrar sus préstamos y tirarle lo que le sobra a él.
Ancel guardaba silencio, todavía no sabía a donde se dirigía la conversación.
—Yo he pensado que es mejor que él mismo autorice la venta de la casa, y que con el dinero que gana alquile un departamento pequeño conmigo —Ancel frunce el ceño por la noticia, no sabía cómo reaccionar, tampoco que significaba eso—. Así él podría empezar a trabajar desde casa, o de noche si es que fuera el caso, yo lo ayudaría a cuidar a Fleur, su hermanita —aclara— y podría ahorrar gastos. Ambos podríamos.
— ¿No te sentías cómoda en la residencia? ¿Hay algo que pudiera hacer? —pregunta Ancel confundido mientras retiraba su mano de la suya.
—No es por comodidad, me siento muy a gusto en ella, y tampoco es por ti o debido a ti. ¿Recuerdas que acepté tu ayuda con la promesa que cuando pudiera, me iría? —le recordó y Ancel no sabía lo que estaba sintiendo en ese momento.
—Lo recuerdo. Pero no estoy entendiendo nada de lo que me dices.
—Quiero independizarme, y estoy muy agradecida con tu ayuda Ancel, de verdad. —sonaba honesta, y sí, él no se arrepentía de haberla ayudado, pero…
—Bien, me alegro por ti. —comento él de forma simple y nada honesta mientras veía al frente.
Había algo rarito en su pecho, algo que se había empezado a formar mientras ella le hablaba de ese tal Will. Sentía ganas de decirle que se alejara de él, quería ser el centro de atención y quería ser toda la ayuda que pudiera ella tener, porque no le molestaba. Pero muy dentro de él, sabía que lo que pensaba no estaba bien, que ella estaba en su derecho a irse, que podía tener la cantidad de amigos que quisiera, y vivir con ellos si así le apetecía.
Debía de alegrarse, se supone que el punto de él como director de la fundación era que cada una de las personas que ayudaba pudieran resugir, la fundación era una casa y un hogar para quienes lo necesitaran, pero más que todo un punto de apoyo, algo así como un resorte que necesitas para tomar el impulso y volver al ruedo. Había hecho las cosas bien con ella.
Tambien estaba ese otro punto, la hermana del amigo de ella estaba muy enferma, y era un hecho que Jennell debía de quererla mucho, seguro le dolía que estuviera muriendo y al igual que él que era la fuente de apoyo de quienes lo necesitaban, ella debía ser la fuente de apoyo de su amigo. Todo eso estaba claro, la parte de él racional lo veía con buenos ojos, pero la parte emocional no lo estaba tomando igual.
— ¿No estas contento? —pregunta ella obsevandolo confundida y como el no responde, repite— Estas molesto, ¿pero por qué?
—Estoy bien, es solo que hoy no es buen día. —miente y ve hacia su costado, fingiendo interés en las arboles que estaban a la vista.
Jennell se quedó en silencio unos segundos, analizando su comportamiento y preguntándose como debía actuar, era la primera vez que lo veía actuar así. No le creía en absoluto que no fuera un buen día, él no era de pagar las cosas con quien no era.
—Ancel, dime la verdad, ¿Qué es lo que te molesta?
El volvió a enfrentarla con esos ojos azules que muchas veces te infundían confianza, pero esa vez solo hubo dudas, molestia y… ella dudaba pero había algo de tristeza en ellos.
— ¿Y ahora qué? ¿Cómo quedamos? —soltó entonces dejando a Jennell con una fugaz paralisis cerebral no sabiendo como reaccionar a esas preguntas.
— ¿Qué es lo que somos Ancel? —preguntó ella entonces, con la misma duda pero dándole oportunidad a él de aclarar las cosas.