A como pude, crucé corriendo el campus que separa la Universidad de la Ciudad Deportiva. Un profesor me había agarrado de charla para felicitarme por uno de mis trabajos de investigación sobre la historia del fútbol mundial, y no llegaba a tiempo para el entrenamiento.
Tanto apuro llevaba que no miré a los lados, sino hasta que escuché unas cuantas voces reclamarme por ello…
Manuel – Claro, ¡¡ahora no saluda!!
Pedro – ¿Ya no nos quieres más, Rocío?
Rocío – ¡¡Chicos!! (Volteando, aun un poco agitada) es que llego tarde…
Pedro – Tranquila, si nosotros recién llegamos…
Rocío – Si, pero yo tengo fisioterapia con Mauricio. ¡¡Me voy!!
Desaparecí por la puerta, y me fui a cambiar para mi sesión de ejercicios con el preparador físico… yo me sentía bien… insólitamente de
