Nóvgorod, Rusia – Diez años atrás
Aleksei (12 años)
Se supone que esta era una reunión de verano que habían hecho los adultos para los menores, ellos invitaron a toda la familia de Ragnar, la de Brie, la mía y muchos más que llenaron cada rincón de la mansión Romanov en Nóvgorod. Al comienzo no le vi ningún problema y más porque me llevaba bien con ellos, pero mi mayor fastidio vino cuando apareció Nika en compañía de Yuliya.
Nika nunca me decía cosas hirientes ni me trataba mal como Yuliya, quien se creía la gran cosa por venir de una familia de renombre, en cambio la mía (según ella) solo era “alguien” gracias a que trabajaba para los Romanov, pero no es cierto, mi hermano mayor ha trabajado duro en Portugal y mi padre tiene sus propios negocios, así que, aun si no trabajase para ellos, igual podría darnos la buena vida que llevamos hasta ahora.
—Ya déjate de tonterías, Alek, es obvio que nunca conquistarás nada —alardeó Yuliya con desdén, provocando mis ganas de empujarla a la piscina y arruinarle su “laborioso look”, el cual ha presumido desde que llegó.
—¡Deja de molestarlo! —intervino Nika enojada—, ¡él no te ha hecho ni dicho nada!
—Esta es una fiesta exclusiva y no debería estar aquí.
—Está aquí porque también es parte de la familia, pero si tanto te molesta su presencia, entonces llama a tu padre y pídele que te recoja —la inesperada aparición de Lily hizo palidecer a Yuliya, pero a mí me sorprendió al defenderme como si fuese personal.
—Está bien, Lily —intervine tranquilo, sorprendiendo a las tres—, no importa lo que ella diga, sé que no es verdad, son solo las palabras de una tonta dolida porque el chico que le gusta la rechazó antes de que pudiera declarársele.
Me alejé victorioso escuchando los quejumbrosos chillidos de esa tonta a mis espaldas, noté que Nika la sostenía fuerte evitando que viniese en mi contra y, en un infantil acto, le di la cara y le saqué burlesco la lengua enfureciéndola más, entonces corrí antes de que lograra zafarse y me escondí en un solitario rincón de la mansión porque no quería que me vieran llorar. Si bien podía soportar en público las hirientes palabras de otros, en privado era cuando me permitía llorar y gritar hasta desahogarme lo suficiente.
—¿Por qué no estás con los demás? —preguntó Vicky, a quien no sentí llegar.
Limpié mis lágrimas aprovechando que tenía mi cabeza oculta por mis brazos, pero quedé boquiabierto al verla con su cabello suelto y un vestido que la hacía ver más hermosa de lo que es, entonces espabilé rápidamente.
—Yuliya y sus tonterías —resumí desganado.
—¿Qué te dijo ahora?
—Nada nuevo. Que no era nadie importante y que un día sería un perro que trabajaría para ti, así como mi padre trabaja para el tuyo. Por eso no conquistaré ni a un ave —Vicky se sentó a mi lado y me entregó su pañuelo, aunque en realidad era mío.
Hace unas semanas se lo había dado porque lloró al caerse y como ella no quería que nadie lo supiera, limpié su rostro y se lo presté, pero no me lo devolvió.
—Creo que tiene razón —comentó un poco divertida, pero cuando estaba listo para reclamarle lleno de furia, ella me detalló con sus bonitos ojos miel—. Si dejas que las palabras de ella te afecten al punto de alejarte y llorar solo en un rincón, entonces nunca conquistarás nada, pero si trabajas duro como nuestros padres, te aseguro que un día tendrás un imperio o lo que sea que quieras.
—¿En verdad crees que pueda llegar tan lejos?
—¿Por qué no? Brie fue secuestrada y gracias a que mi mamá la salvó, pudo tener una mejor vida aquí trabajando para mi padre, eso le permitió tener el negocio de sus sueños con sus ahorros.
—Sí, pero tú lo dijiste, todo fue gracias a tus padres y eso es lo que recalca Yuliya, que yo no seré nada sin ellos excepto un perro que trabajará para ti.
—¿Te molestaría trabajar para mí?
—No, pero quiero tener algo mío, algo que haga con mis propias manos sin ayuda de tu familia.
—Recuerdo que mi hermano David dijo algo parecido una vez. ¿Sabes qué le contestó mamá? —negué—. Ella dijo: “De alguna u otra forma, siempre necesitarás de otros para cumplir tus objetivos, pero de quien más necesitarás será de ti mismo, solo debes encontrar un balance ya que cada situación es diferente”.
Esas palabras resonaron tan fuerte, que por primera vez me pregunté ¿qué quería en verdad en mi vida cuando sea un adulto? Y de pronto fue como si la vida me diera la respuesta cuando ella se levantó al despejarse el sol, entonces Vicky dibujó la sonrisa más grande y hermosa y salió del oscuro rincón en el que estaba para que el sol la bañara. No sé si era producto de mi cabeza o en verdad era así, pero vi algunos destellos alrededor de ella y en cuanto volvió a fijar sus ojos en mí, siendo una intensa luz la que iluminó su rostro, sus ojos pasaron a un hermoso ámbar donde quería guardar mi corazón que latía muy rápido desde la primera vez que la vi.
—Ya sé qué quiero cuando sea grande —contesté seguro, sin dejar de ver sus hermosos ojos que brillaban como el sol.
—¿Qué? —preguntó con curiosa ilusión.
—Quiero que seas mi novia —ella se sonrojó, sin dejar de sonreír un poco nerviosa— y un día cuando tenga un imperio como tu padre, pero uno que haya hecho con mis propias manos y trabajando duro al igual que mi padre, te daré un anillo para que seas mi esposa.
—E-Eso no es un sueño de grande.
—¿Por qué no?
—Porque no sabes si quiero ser tu novia y hay muchos chicos lindos en el mundo —contestó engreída, pero yo sabía que lo hacía para ocultar sus nervios pues estaba más sonrojada.
—Vas a querer porque seré el mejor hombre de todos, trabajaré duro para que estés bien, me haré tan fuerte como tu padre para protegerte y sabré todo de ti como tu madre, así no necesitaré preguntarte lo que quieres, sino que lo tendrás sin decírmelo.
—Eso es imposible y es un poder que solo tiene mamá.
—Yo también lo tendré, ya lo verás —saqué pecho, mostrándome más seguro.
—¿Sabes qué? Creo que Yuli tiene razón, tú nunca conquistarás nada, comenzando por mí y menos porque no serías capaz de besar a una chica.
—Sí puedo —contesté a la defensiva, ya que me habían dolido sus palabras.
—No, dijiste que los besos eran tontas ideas de las niñas y tú nunca besarías a una.
—Sí lo haré y puedo besarte si quieres.
—N-No lo harías —dijo más nerviosa y a su vez queriendo verse tan firme como yo, pero eso fue como un reto para mí.
—¡Sí lo haré!
—¡No lo harás!
—¡Sí lo haré!
—¡Que no!
De pronto nos enfrascamos en los repetitivos gritos retadores hasta que no pude soportarlo más y en dos largos pasos me acerqué a ella, la sujeté de las manos y besé sus labios. Sé que todo fue por el loco impulso que ella provocaba en mí cuando tomaba esa actitud, pero la verdad era que desde hace un tiempo había querido hacerlo y el día que le dije eso a las chicas, me refería a que no quería besar a ninguna que no fuese Vicky, solo que lo último no lo aclaré, pero ahora que lo había hecho, descubrí que sus labios sabían a fresa y eran un poco resbalosos por el brillo, pero también son muy cálidos y suaves, aunque, al tener abiertos los ojos igual que ella, también descubrí que en ese bonito color ámbar parecía haber algo hermoso guardado y con sus pupilas tan grandes, eran como si un eclipse fuese contenido por el ámbar que resguarda la historia en el tiempo.
Me separé un poco de ella sintiendo cómo nuestros labios quedaban pegajosos, igual a cuando comemos golosinas, pero si ella de por sí provocaba que mi corazón latiera rápido cuando estaba cerca de mí, ahora estaba a punto de salirse de mi pecho.
—Te dije que podía y un día serás mi novia, te cuidaré mucho, Vicky, y no te lastimaré, te lo prometo.
—No hagas promesas que no puedas cumplir. Mamá siempre lo dice —pronunció bajito sin quitarme los ojos de encima.
—Lo sé —sonreí seguro—, por eso te lo prometo, porque quiero hacerte feliz y quiero que tus bonitos ojos solo me vean a mí como lo hacen hoy.
—No será fácil.
—Pero no es imposible.
—Te lo haré muy difícil —retó digna, pero sentí sus manos temblar entre las mías, así que las resguardé pensando que quizás estaba muy nerviosa o tal vez tenía frío.
—Seré el mejor en todo y no tendrás razones para negarte, así como tampoco romperé mi promesa, Vicky, por eso estaré para ti —en un loco impulso producido por sus labios, que quedaron entreabiertos, la besé suave otra vez y me alejé—. Por cierto, cuando te dé el anillo, le pediré a tu mamá que grabe la tonta cara que pondrá Yuliya, así verá que soy el mejor hombre del mundo y conseguí conquistar tu corazón —sonreí engreído, enojándola un poco.
—¿Te gusta Yuli?
—Nunca, no tengo malos gustos —solté con desagrado—. Por eso quiero que seas mi novia.
—¿Entonces solo soy un trofeo para ti porque quieres ganarle a ella?
Aquí vamos otra vez con su tonta actitud…
—No, chiquilla caprichosa, pero si lo fueras, serías el mejor trofeo de todos y para que no se te olvide que sí puedo conseguir lo que quiero —sujeté suave sus mejillas y volví a besarla, aunque esta vez moví mis labios y ella los suyos.
Sí, solo ella será mi sueño a partir de hoy…
(…)
Tiempo actual
Durante un par de semanas me dediqué de lleno a buscar el paradero de Ivanov, Luzhin y también al tal Dussan, pero hace unas horas, cuando uno de mis hombres me informó que Vicky hizo un inesperado viaje a otro territorio que estaba siendo invadido por Ivanov, ordené que prepararan mi avión y fui tras ella para intentar detenerla o, en su defecto, protegerla de cualquier ataque sin importarme lo que me gritara por seguirle la pista.
Mis hombres me informaron que ella ingresó a un hotel donde solicitó la llave de una habitación, me enviaron la ubicación y, en cuanto aterricé, fui a un edificio en construcción cercano al hotel y aunque no tenía la mejor vista a la habitación, sería suficiente para saber si ella estaba ahí y disparar con el rifle en caso de que fuese una trampa, pero en vez de halar el gatillo cuando apareció un hombre, quedé estupefacto viendo cómo ella se le entregaba.
En las pocas veces que la descubrí con otro, mi corazón terminaba lastimado, pero esta era la primera vez que la veía dándole esa mirada especial que solo me daba a mí desde la primera vez que estuvimos juntos y saber que ese infeliz era tan importante para ella, terminó por hacerme derramar todas esas malditas lágrimas que no quise soltar en estos meses.
La furia, la decepción y este corazón roto era lo único que impulsaba a este malherido hombre cuyo amor solo tenía su nombre, y hoy, ella lo desechaba como si nada de lo que hice o dije en estos años hubiese significado algo. Mis nudillos quedaron rojos de todo lo que golpeé esas paredes llenas de cemento, sentía que las heridas de bala se abrían y me desgarraban de adentro hacia afuera ante la evidente realidad que tenía ante mí, pues ese sujeto consiguió ir más lejos con ella y yo estaba a un paso de perderla, o al menos así lo quiero creer considerando las experiencias vividas a su lado en estos años.
En un arranque de furia y dolor, volví a la mira queriendo asesinar a ese malnacido, mis manos temblaban como hace mucho no ocurría e intentaba buscar el mejor lado para dispararle, pero más importante aún, intentaba buscar el rostro de él, pero la posición y el ángulo no me lo permitían, eso sin mencionar que la cortina me impedía ver su cara, pero no cada maldita caricia que dejaba con salvajismo en ella, uno que desprendía profundos gemidos y grandes sonrisas que eran como múltiples puñales en mi pecho.
Debí apartarme otra vez al no soportarlo, así como tampoco podía detener el doloroso torrencial que se desprendía en mi rostro, pero sequé mis ojos como pude, volví en un impulso a esa mira y apunté a la espalda de él, quien enseguida se arrodilló para complacerla con su boca, aunque fue un traicionero y muy maldito segundo (en que vi el rostro de ella) que me paralicé por completo al leer en sus labios la palabra: “amo”. Aunque esto podría interpretarse de muchas formas, sé que los ojos no mienten fácil y para mí, que me era sencillo descifrar los suyos, sabía que me quedaban pocas opciones, más porque él detuvo su labor, se levantó y tras ella regalarle esa tierna sonrisa que me daba antes de dormirse en mi pecho, él la besó impetuoso mientras se la llevaba a otra parte de la habitación que no alcancé a divisar.
Con el corazón hecho pedazos y sin el mínimo ánimo de querer estar un minuto más ahí, recogí todo y bajé del edificio con la poca dignidad que me quedaba, suponiendo que todavía hubiese algo, puesto que, de estar Yuliya a mi lado, seguro estaría echándome en cara que él era mejor hombre que yo y alguien digno de estar con Vicky, o de lo contrario no me la habría arrebatado.
—Malditas sean tus palabras, Yuliya —dije dolido al ingresar al auto—, jamás te deseé la muerte, pero el daño que me hiciste con ellas caló tan profundo en mí, que aun hoy puedo escucharte como si me las gritaras al oído…
No sé cómo hice, pero arranqué con unas horribles ganas de sacar el vehículo de la carretera y provocar mi muerte en el impacto, antes de tener que ver a Vicky sosteniendo la mano de ese hombre frente a mí con la dicha en su faz.