Aleksei
—Por fin contestas. ¿En dónde estás? ¿Estás bien?
Sabía que esas eran las peores primeras palabras a decir en cuanto me contestó Vicky después no sé cuántos intentos, pero era lo único en lo que pensaba.
—Hola para ti también, y sí, estoy bien —contestó tan sarcástica y cortante, lo que en parte me fue extraño—. Me alegra que ya estés despierto. ¿Qué ha dicho el doctor?
—Nada.
—¿Cómo que nada?
—Todavía no viene —contesté un poco fastidiado—. ¿En dónde estás?
—Ocupada trabajando.
—No fue lo que pregunté.
—Y no eres mi padre para preguntarme más.
—Vicky —respiré para calmarme—. Estoy preocupado por ti, solo quiero saber si estás bien.
—Ya te dije que lo estoy.
—¿Tienes a varios hombres contigo? ¿Necesitas que envíe más?
—Mejor ocúpate de tu recuperación, yo estoy por entrar a una reunión en Petropavl —sentí que la sangre desaparecía de mi cuerpo al imaginar lo peor.
—¿Qué haces en Kazajistán?
—¿Otra vez? ¡Te dije que estoy trabajando! —gritó furiosa, pero no me importó.
—Vicky, tienes que salir de ahí, no sé con quién te reunirás y este no es el momento para…
—Ya tuve suficiente con Nika y si contesté es porque pensé que algo malo había ocurrido, pero considerando que sigues siendo el mismo fastidioso, mentiroso y metiche, creo que colgaré.
—¡¿Por qué demonios estás diciendo eso?!
—¡Porque es la verdad! Y si no, entonces ¿cuál es el problema en que esté aquí? —no pude responderle, pero mi silencio fue suficiente para hacerla bufar—. Exacto, a eso me refiero, otra vez estás ocultándome cosas, así que si no confías en mí, tampoco confiaré tanto en ti.
—Vicky…
—Adiós, Aleksei, espero que te recuperes y no te molestes en buscarme porque estaré ocupada TRABAJANDO —colgó sin dejarme responder.
En cuanto desperté, lo primero que vino a mi cabeza era saber si ella estaba bien, pero no creí que esta conversación terminaría así, menos que ella estaría en Kazajistán y ni qué hablar de su extraño actuar, más allá del hecho de estar ofendida por ocultarle información.
Ante esto, llamé a Nika para que me contara lo ocurrido en el tiempo que llevo en el hospital, por suerte el reloj de la pared también marcaba la fecha y esto me permitió saber que llevaba varios días aquí. Sin embargo, y más allá del estrés que estaba pasando por tantos problemas, no esperaba que sus respuestas fuesen tan evasivas cuando le pregunté por Vicky.
—¡Ya te dije que todo está bien, ella está bien! —gritó desesperada, pero no me enfadé.
—Sé que me mientes y eso me duele más, Nika —me sinceré decepcionado—, te conozco bien y sé que hay algo que no me has dicho.
—No es así, Alek.
—Sí lo es, pero está bien, creeré en tu palabra porque sé que igual no descuidarás a Vicky y menos ahora, solo te pido que por favor la saques cuanto antes de Kazajistán o Serik podría asesinarla.
—¿Cómo sabes que está allá? —preguntó sorprendida, a lo que solté un triste bufido.
—Ella me lo dijo y estoy seguro de que lleva un tiempo siguiéndome la pista porque sigue sin confiar en mí, a pesar de haber quedado en algo más.
—Sé que te duele, pero tú tampoco has sido la mata de la verdad con ella.
—Lo sé, pero yo lo hago porque quiero protegerla y porque no quiero involucrar a su padre cuando sé que él está pasando por un momento muy difícil y merece un tiempo con su familia, en cambio Vicky lo hace por capricho y lo sabes —dos suspiros y un silencio fue todo lo que quedó en la línea, así como una traicionera lágrima cayó de mí.
—No te preocupes, yo la cuidaré, pero al menos confía en mí cuando te digo que está bien.
—Lo haré, solo cuídense y avísame si necesitan algo. Me trasladaré unos días a la casa que tiene mi padre en Valdái y en cuanto pueda me reintegraré del todo.
—De acuerdo, pero no hagas ningún sobre esfuerzo, yo iré en cuanto pueda.
—Gracias, pero me ayudarías más con Vicky.
No quise escuchar una palabra más, así que colgué y llamé a la enfermera para que avisara al doctor de que había despertado, después me contacté con Radmir para viniese cuanto antes y me ponga al corriente de los eventos desde la emboscada. Al menos tenía que ocupar la mente en algo o terminaría hundiéndome en pensamientos deprimentes por culpa de esa chiquilla malcriada, así como también necesitaba ignorar el hecho de que quizás Nika me estaba dando la espalda y guardaba un secreto de Vicky, lo que me dolía bastante ya que ella es la única con la que puedo contar para cuidarla.
—Quizás Yuliya tenía razón cuando me dijo que un día me quedaría solo y no habría ni siquiera un amigo a mi lado para consolarme por un amor imposible… —murmuré con una pesada sensación en mi pecho que me hizo derramar un par de lágrimas, aunque no estaba dispuesto a soltar este dolor, al menos no aquí… o quizás no todavía…
(…)
Petropavl, Kazajistán
Victoria
Tras cortar mi llamada con Aleksei, quien casi me arruina el ánimo, me miro por última vez en el espejo, descubro un poco más mi escote y salgo del auto tras colocar mi abrigo. Como la ansiedad recorre mi cuerpo, me detengo frente a la barra a pedir un trago de vodka y no puedo evitar detallar al otro lado del recinto su piel canela y la amplia musculatura cernida en esa playera grisácea que pareciera que un leve movimiento de sus bíceps la romperá. De nuevo el deseo despierta la sed entre mis piernas al acercarse con su aniquilante porte, mas fue al saludarme en un gutural susurro, seguido de un corto repaso de su lengua en mi cuello, que mis labios humedecieron exigiendo que me hiciera suya en esta misma barra.
—¿Lista para irnos?
—Creí que al menos me invitarías un trago.
—Lo haré, pero no aquí, tengo algo especial esperándote —me pegó a su pecho y recorrió mis piernas con lentitud hasta encontrar la pequeña pieza que apenas cubría mi humedecida intimidad—. Descuida, a donde vamos te daré de beber y luego te chuparé hasta que me canse —advirtió perverso y tiró de mi tanga quemándome los labios.
Su pecaminosa invitación hizo que me dejara arrastrar hasta el lugar más apartado del sitio y su alevosía conmigo me conminó a querer darle una lección, pero como los conquistadores en la época del mercantilismo, vine por cobre y encontré oro, al surgir de nuevo esa conexión instantánea que me permitió hacer con su cuerpo lo que al mío se le antojó tras tirar de su playera y arrastrarlo a un estrecho pasillo donde lo obligué a arrodillarse tras levantar lo suficiente mi pierna para apoyar mi tacón a un costado de su dorso.
Dussan descendió obediente con una enorme sonrisa dejando su sumisión, su entrega, orgullo y seguridad a mi merced. Su lengua calmaba la sed que me invadió desde que lo vi y mis ganas de sentirlo incrementaron al arrancar la pequeña prenda que arrojó en algún rincón del pequeño espacio, proclamando suyo esos labios que vibraban deseosos por él.
—Más rápido, Dussan… —supliqué desesperada al llevarme tan rápido al éxtasis.
Él acomodó mi pie en su hombro permitiéndome enterrar el tacón con la misma intensidad en que se aproximaba el orgasmo, sus manos estrujaron mis tetas sin pudor y mordió lo suficientemente fuerte el interior de mi muslo para sacarme un grito al que le siguió un agudo gemido tras chuparme de una forma que no supe descifrar, pero casi termino en el suelo al perder el equilibrio de no ser porque él me sostuvo a tiempo.
—El único lugar donde vas a caer será sobre mí, pero no aquí —advirtió tajante antes de sacarme a rastras de la discoteca.
No sé cuándo ni cómo llegamos a esa suite del enorme edificio, ni siquiera me fijé en la entrada o el ascensor por estar más ocupada besando y escudriñando a ese banquero que no dudó en cargarme tras abrir la puerta de la habitación y llevarme a la ventana donde volvió a llevarme a la locura con sus labios.
—N-No más, quiero sentirte —supliqué desesperada.
—Claro que lo harás, pero de rodillas.
Dussan me arrojó al sofá dejándome de rodillas, él se acomodó al otro lado mientras bajaba su pantalón y quedó frente a mí con su extensa erección cuyo final desbordaba la única bebida que mi lengua quería saborear. Me paseé hacia lo largo en la parte de abajo mientras le daba la mirada más lujuriosa que provocaba en mí, lo que le hizo soltar un gruñido y acto seguido sujetó fuerte mi nuca obligándome a meterme toda su carne.
Debí sujetarme con fuerza de su duro trasero para mantener el control aun cuando hacía una garganta profunda, ya que él no dejaba de mover su cadera ansiando meterlo más y más profundo, pero otra parte de mi cuerpo deseaba recibir ese premio, así que hice vibrar mi garganta consiguiendo que se derramara a chorros en mi boca, la cual abrí y jugué con su jugo hasta tragarlo. De pronto fue como si mi pornográfico acto despertara a una bestia en él, quien me levantó, me llevó a un escritorio donde puso se el condón y me penetró imperioso mientras destrozaba el pequeño vestido ceñido a mi cuerpo.
Las fuertes bofetadas que dejaba en mis tetas las enrojecieron en poco tiempo y mis pezones se hincharon por las fuertes chupadas que me daba. A veces sentía que me partiría en dos, otras veces creí que arrancaría mis piernas de lo fuerte que las sujetaba y abría a su antojo, pero en cada embestida ansiaba que siguiera llevándome al máximo deseo para no pensar en nada ni en nadie más que no fuese él.