Liam parece haberse pegado a mí como un molesto chicle. Sus razones me parecen descabelladas, no es posible que sienta por mí algo de manera tan repentina. ¿Acaso cree que voy a tragarme ese teatro? ¡Debe estar soñando! Lo miro con aversión y él parece inmune ante eso, lo cual me irrita aún más. —¿Vas a quedarte aquí entonces? — me cruzo de brazos, mirándolo con aversión. — Tengo que hablar con mi mejor amiga y me estorbas, Sanford. —Soy tu esposo… —Yaaa, ya basta con el mismo discurso de siempre, por amor a las plantas — pongo los ojos en blanco y Mel trata de no reírse. — Aquí está mi amiga, nada me va a pasar. ¿Ahora sí nos dejas en paz? Qué baboso eres. Liam me mira con una mueca, parece que mis palabras no le hacen mella, más bien parece preocupado por dejarme sola con Mel y no