¿CUÁNTOS ALANS INMADUROS SE NECESITAN PARA ARRUINAR UNA RELACIÓN?
Así gritaba mi conciencia una y otra vez, ante los recuerdos que aguijoneaban mi mente sin compasión.
¡Había sido un completo idiota! Un tarado, un imbécil, un completo gilipollas.
Sí, ella no había actuado muy bien, pero yo tenía la mayor culpa… ella se veía diferente desde hacía días y en vez de hablar como dos personas adultas, me esperé a darle largas a la situación.
¡Como si las cosas se arreglaran simplemente por arte de magia!
Se suponía que le había dicho a mi padre que ya era un hombre de 27 años. ¿En dónde había quedado ese supuesto hombre? ¡Había herido terriblemente a la mujer que amaba, solamente por no querer escucharla ni perdonarla!
Un beso, quién sabe la razón… sólo porque no quise escucharla.
Sa
