Pasaron días después del entierro de la señora Williams. Jared no había vuelto a clase, supuse que estaba pasando su duelo, que quería un poco de espacio y lo entendía, pero mientras tanto yo moría de incertidumbre, no estaba en su casa, las luces permanecían apagadas por la noche y no había ningún ruido, me sentaba cada noche en la ventana de mi habitación con la esperanza de verlo abrir su ventana y sonreírme como solía hacerlo, miraba mi retrato aquel lienzo perfeccionado de una Diosa que no era yo, y lo único que me provocaba era llorar. Su teléfono celular estaba apagado, tenía el número de su hermana, pero no estaba segura de si debía llamarla, lo más seguro era que Jared estaba con ella... Había entrado en las redes de todos sus amigos y podía asegurar que no estaba con ninguno de ellos.
No iba a clases, no contestaba mis llamadas, mi depresión era palpable, no comía, no dormía, mis ojos se habían llenado de bolsas... Quería gritarle a Jared que era un imbécil. Decirle lo mucho que me afectaba no estar a su lado, no apoyarlo. Si hacía no muchos días me había hecho saber que yo era su hogar y así de la nada me había abandonado.
La puerta de mi habitación se abrió, no me moleste en girarme, sabía que se trataba de mi madre.
— Otra vez sentada en tu ventana... — escuché sus pasos acercarse, pero mi vista estaba fijada hacia su ventana, mis ojos tristes e hinchados no la perdían de vista. Mi madre poso su mano en mi hombro intentando llamar mi atención, resopló en mi hombro, yo decidí ignorarla, quería estar sola, debía entenderlo. — esto no es sano para ti, Ali. — dijo con voz suave. La mire por un segundo antes de volver nuevamente la vista hacia la ventana de Jared. — él no va a entrar y encender la luz de su habitación solo porque así lo desees, Jared está pasando por un mal momento, debes darle tiempo, hija. — me giré hacia ella, molesta, frustrada. Empuje su mano lejos de mi hombro.
— ¿Y yo qué? ¿No crees que yo también estoy pasando por un mal momento, madre? — mi madre me miró sorprendida.
— Claro que si, cariño. No estaría aquí tratando de hacerte entrar en razón si ese no fuera el caso. — acercó su mano nuevamente en dirección a mí rostro, la esquive y me retiré de ella, camine hasta allí, donde estaba el hermoso lienzo que Jared había pintado para mí.
— Él dijo que yo era su hogar. — susurré abatida mientras acariciaba su regalo, ella era feliz, sonriente, segura de si misma, y yo, era un completo desastre. — y me abandono... — suspiré, decirlo en mi mente era fácil, pero decirlo en voz alta en presencia de otros era cómo afrontar una realidad, estrellarse de lleno con ella. Mi madre me miró con gesto triste y se acercó a mí con calma.
— Iremos mañana a ver qué está sucediendo, Jared no puede faltar tanto tiempo a clases... — la mire de reojo y suspiré, no se trataba solo de eso, pero era una buena excusa.
— Perderá todo un año... Pero estoy segura de que eso es lo que menos le importa. ¿No lo escuchaste, mamá? Él quería hacer sentir orgullosa a su madre, ser el proveedor en su hogar y darle la felicidad que nunca tuvo. — dije con una mirada triste caminando hacia el espejo de cuerpo completo en mi habitación.
Esa chica no era yo, estaba mucho más delgada, sus ojos se veían tristes, tenían bolsas gigantes de bajo de ellos. Mire mis brazos, estaban más delgados de lo normal, cuando mi estado de ánimo era un desastre mi apetito se le unía. Mi madre se paró justo detrás de mí y me observó en lo que yo me veía con una mirada vacía.
— Nunca te vi tan triste... Siempre fuiste reservada y estabas todo el tiempo con tus aparatos, pero ahora ni siquiera están encendidos. — miró mi computadora que descansaba sobre la mesa al lado de mi cama. — tu celular, pero no lo has tocado más que para cargar su batería. — suspiré, a veces quería que mi madre no tuviera el conocimiento que tenía y que no fuese tan observadora como lo era...
— Cuando Jared se fijó en mí fuí tan feliz, siempre pensé que sería invisible para él, pero estaba bien con eso, mamá. Porque yo no lo conocía como creía que lo conocía. — mi madre frunció el ceño preocupada, se acercó a mí armario y lo abrió, la mire confundida, no sabía que estaba buscando. Aunque lo supe cuando sacó de él una chaqueta de cuero.
— ¡Pontela! — prácticamente me ordenó al tiempo que me lanzaba la chaqueta. fruncí el ceño. ¿Para qué? No tenía frío, mire mi camiseta blanca y mis jeans, no era que no combinará, iba bien con la ropa que traía puesta. — ¡Alison! — me llamó mi madre al ver que no me ponía la chaqueta de cuero. Negué con la cabeza saliendo de mi ensimismamiento. — apurate cariño, iremos a la casa de Sara. — mis ojos se abrieron por la sorpresa.
— Es muy tarde, mamá. ¿Qué tal si no está allí? — pregunté alarmada. Mi madre negó con la cabeza y me alcanzó un par de zapatos deportivos.
— No tendrá derecho de quejarse y lo mínimo que podrá hacer es buscar a su hermano con nosotras... — mire a mi madre con admiración, era una mujer determinada, la amaba. — ponte los zapatos, te espero en el auto. No, mejor no, te espero aquí mismo, rápido. — hizo chasquear sus dedos apresurandome.
Quise reír, pero no pude hacerlo, el dolor en mi pecho era mucho más fuerte. Me puse los zapatos ante la mirada ansiosa de mi madre, quien tan pronto vio que me levanté me saco rápidamente de la habitación apresurandome en llegar a la primera planta de nuestra casa, salimos y ella fue directa al garaje, no había salido mucho los días anteriores, una oleada de viento frío me recibió afuera mientras esperaba a que mi madre sacara el auto. Ella salió en el auto y torturó la mis oídos con la bocina en repetidas ocasiones. Suspiré estresada y me subí rápidamente al auto, no había pasado mucho tiempo cuando ya habíamos llegado a casa de Sara en un bonito vecindario de la ciudad, mi madre me saco a rastras del auto y tocó el timbre de la hermosa casa, esperaba ansiosa, pero al ver que nadie abría la puerta golpeó un par de veces, escuchamos la voz de Sara gritar desde dentro que ya venía.
Cuando Sara abrió la puerta se quedó estupefacta al vernos, aunque su mirada se detuvo por más tiempo sobre mí.
— Hola Sara. — la saludo mi mamá, ella volvió su mirada a mi madre, sorprendida.
— Señora Adams... Alison. — hizo el intento de saludarnos. — ¿Qué las trae por aquí? — pregunto haciéndose la desentendida.
Mi madre agarró mi brazo y me miró haciéndome una seña para indicarme que se encargaría de manejar la situación, se lo agradecí mentalmente y le hice una seña con la cabeza para indicarle que estaba de acuerdo.
— ¿Podemos pasar? — pregunto mi madre en un tono amable. — es que no me gusta sostener conversaciones importantes en el umbral de la puerta, además es de mala educación. — Sara miró nerviosa detrás de ella, su cuerpo y la puerta no dejaban entrever demasiado, más que las escaleras que daban a la segunda planta.
— Yo eh... No he tenido tiempo de limpiar, está todo muy desordenado, además... — miró el reloj a un lado de la pared. — ya es demasiado tarde. ¿Por qué no vienen mañana? Con gusto las atenderé. — mi madre la miró con sospecha y negó con la cabeza.
— Es precisamente porque es muy tarde que deberías hacernos pasar, y créeme no estaría aquí si no fuera urgente. — Sara suspiro rendida y asintió.
— Claro, tiene razón, discúlpeme. Pasen. — dijo retirándose de la puerta para darnos paso.
La casa estaba reluciente, el salón era precioso, desde ahí se podía observar la cocina igual de limpia y ordenada, y al parecer mi madre estaba observando lo mismo que yo.
— Yo creo que todo está perfectamente ordenado, de hecho esta muy limpio y ordenado. — la hermana de Jared se dedicó a darle una suave sonrisa tímida como disculpa, nos indico que nos sentáramos en uno de los sofás del salón, ella se sentó frente a nosotras.
— Es cierto, todo está perfectamente ordenado y limpio... No me gusta el desorden, lo odie desde niña, mi madre mantenía todo sucio y desordenado en casa, y de alguna forma ver mi entorno desordenado me recuerda a ella y me... — mi madre le dio una mirada motivandola a hablar, era su instinto de psicóloga. — me altera, me deprime, en fin, sentimientos negativos salen a relucir y no queremos eso. — puso una gran sonrisa en sus labios para desviar el tema.
Aproveche el momento para hablar.
— ¿Dónde está Jared? ¿Él está aquí? — me apresuré a preguntarle. Sara me dio una mirada triste y asintió. — ¿Puedo verlo? — prácticamente le rogué, la tristeza se había ido automáticamente siendo reemplazada por una inesperada alegría, sonreí nuevamente, ansiosa.
— Si... Es que... es solo que. — suspiro y junto sus manos sobre sus piernas. — Jared no se encuentra muy bien, él empezó a beber y puedo jurar que también consumió drogas, lo busque, pero no aparecía... — la voz de Sara se había quebrado por el llanto y mis ojos y mi boca se habían abierto como platos, por la sorpresa. — empecé a buscar en los lugares que mamá frecuentaba cuando perdía la conciencia, lo encontré, pero él no estaba muy bien, aunque pudimos hacer que mejorará, se niega a comer, para poder mantenerlo sano debemos aplicarle suero, debemos dormirlo para eso, pero cada vez que se despierta arranca la jeringa de su brazo y me grita que lo deje morir. — Sara tapo su rostro entre sus manos al no poder contener el llanto. — mi madre se acercó a ella para consolarla, en ese momento escuché la voz de Jared gritar, Sara se reincorporó rápidamente, miró con preocupación la segunda planta, los gritos se hicieron más fuertes y los golpes en la puerta también.
Corrí rápidamente hacia allí, siguiendo sus gritos y los golpes en la puerta, Sara se apresuró a ir tras de mí al igual que mi madre. Ambas gritaban mi nombre, cuando llegue frente a la puerta me di cuenta porque golpeaba la puerta, estaba cerrada por fuera con varios pestillos, me apresuré a retirarlos, pero Sara llegó rápidamente y me empujó hacia atrás.
— ¡No! — grito alarmada. Los golpes en la puerta se habían detenido, estaba segura de que Jared la había escuchado gritar. — fingira que está bien, pero no podrás retenerlo, tú sola no podrás, mi esposo no tardará en llegar, él lo sostendrá y lo volveremos a dormir. — fruncí el ceño, Jared estaba calmado, mire a Sara, la desconocía.
— No le hagas lo mismo que a tu madre. — le rogué, las lágrimas en mis ojos salieron sin que pudiera detenerlas.
— No quiero que te haga daño... Es todo. — se excuso. Mire a mi madre suplicándole que me ayudara.
— Sara, permite que mi hija lo vea por una vez, si Jared la rechaza no volveremos a molestar, lo prometo. — Sara nos miró con un gesto de duda, estaba nerviosa, mi madre se acercó a ella y la ayudo a retirarse delicadamente.
Volví a la carga, retire los últimos pestillos y la puerta se abrió delante de mí mostrándome a un Jared dispuesto a salir corriendo, pero tan pronto me vio se quedó petrificado en su lugar, lo observé detenidamente, sus ojos hinchados, sus brazos más delgados, estaba sufriendo al igual que yo.
— Alison. — susurró. Mire sus labios resecos, mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente. — te hago daño. — susurró desviando la mirada. Me acerqué a él con paso decidido, tome su rostro en mis manos y lo obligue a verme a los ojos.
— Tú no me haces daño. — le dije sinceramente. — me hace daño tu ausencia, me hace daño que tú te hagas daño. ¿Por qué te torturas? — pregunté buscando la verdad en sus ojos.
— Mamá no está aquí por mi culpa... Yo... no podía estar ahí sabiendo que nunca la volvería a ver. — Jared se derrumbó en mis brazos, lo sostuve lo más fuerte que pude y lo ayude a sentarse en el suelo recostando su espalda en el marco de la puerta.
— ¿Por qué no me buscaste? — le pregunté inclinandome hacía él. Vi como mi madre convencía a Sara de ir al salón, pero Sara se mantenía alerta, aún cuando se alejaban. Jared miró mi rostro con detenimiento, levantó sus manos y con sus dedos pulgar rozo las bolsas bajo mis ojos.
— Por esto... No quería que estuvieras mal por mi culpa. — dejo caer sus manos a sus costados. Yo me dediqué a suspirar fuertemente, frustrada, perturbada.
— Creí que lo había dejado claro. — suspiré antes de volver mi mirada hacia él. — te dije que te amo, pero sufro, sufro igual si te veo o no sufrir... Mucho más si no te veo, prefiero estar a tu lado. — me senté a su lado y enlace su mano con la mía. — no quiero saber que te rindes, eso dañaría tu reputación. — Jared soltó una pequeña risita.
— Lo siento mucho. — susurró él a mí lado, lo mire.
— Vuelve a hacerlo y te dejaré los ojos morados. — le dije con una mirada amenazante. Su rostro se iluminó con una sonrisa, una muy hermosa sonrisa. — tal vez así te haga recapacitar... No puedo creer que hayas hecho a tu hermana pasar por todo esto... — Jared abrió sus ojos como platos, sorprendido, me miró arrepentido.
— Yo, no lo sé... Sentí el impulso de irme, de hacer cosas que yo nunca pensé en hacer, no sé cómo pude hacerle eso a Sara, Dios mío, Ali, soy un monstruo. — sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas mientras que yo negaba con la cabeza.
— No, tú no eres un monstruo, tú eres humano. Los humanos se equivocan. — Jared recostó su cabeza en mi hombro.
— Me siento tan débil, también tan culpable, Sara estaba aterrada. — asentí levemente en acuerdo. En ese momento paso una pregunta por mí cabeza.
— ¿Por qué te detuviste está vez? Sara estaba convencida de que me harías daño, que no te importaría que fuera yo. — Jared se puso tenso a mí lado.
— Yo solo te vi a ti cuando la puerta se abrió. A mi hogar. — me giré hacia él, conmovida. — hablo en serio, no vi a mi hermana sino hasta que volví en mí, yo solo te vi a ti y me invadió un increíble deseo de tenerte en mis brazos, pero me sentí demasiado débil como parte dar un paso más... Y aquí estamos. — me levanté y le ofrecí mi mano, él la tomo y se puso de pie con dificultad.
— Vamos abajo, seguramente haya algo que puedas comer, tu hermana estará feliz de verte volver a la normalidad. — él asintió con una dulce sonrisa en su rostro. Lo mire de reojo mientras bajábamos las escaleras. — gracias. — le susurré, él se detuvo y me miró confundido.
— ¿Por qué? — pregunto, volteé los ojos al techo. No podía creer que me hiciera decirlo.
Lo cursi no solía ser lo mío, pero con Jared todo pronóstico era correcto.
— Por verme. — dije entre dientes, Jared sonrió con ternura, yo desvíe la vista nuevamente hacía las escaleras. — vamos. — dije animando lo a continuar. Jared sonrió y prosiguió paso a paso, cuando estábamos por llegar un delicioso olor inundó nuestras fosas nasales, mi estómago rugió al mismo tiempo que el de Jared, quien se rió conmigo.
Nos acercamos a la cocina ansiosos, Sara miraba a su hermano de forma bastante alegre, estaba segura de que le pediría que la dejara abrazarlo y así lo hizo tan pronto como Jared se acercó a ella. Mi madre miró la escena y luego me miró a mí.
— Preparamos algo de comer, estuvimos de acuerdo en que ninguno de ustedes se ha alimentado como se debe, así que decidimos unir fuerzas y preparar una rica cena para que llenarán sus estómagos. — estiró su mano y apretó mi mejilla. — me alegro de que la felicidad vuelva a invadir tus ojos, me preocuparte, mucho. — dijo haciendo énfasis en esta última palabra.
— Te preocupas demasiado. — alegue. Mi madre bufo molesta y me obligó a mirarla.
— Nunca es demasiado, es mi deber como madre preocuparme por ti. — me riño. — ni tu padre, ni tu hermano lo harán, ese par son tal para cuál. Tu hermano lleva sin llamarme mucho tiempo y rechaza mis llamadas y por consiguiente las cenas familiares. — dijo mi madre cruzándose de brazos.
— Lo ves, te preocupas demasiado. — le dije a mi madre que por poco me contesta furiosa de no ser por Jared. Llegó en el momento indicado, me abrazo y me hizo girar en sus brazos, Sara se acercó a mí madre con una sonrisa cómplice, habiéndola olvidar sus problemas.
— Te amo, acosadora. — levanté una ceja interrogante. — ya sabes por eso de que Tú eres la Hacker. — no pude evitar reírme entre sus brazos.
— Si, la Hacker, no una acosadora. — rectifique.
— Admite que me acosabas. — dijo divertido. No pude evitar reír.
— También te amo. — dije antes de besar sus labios apasionadamente.