Capitulo 14 — Tú eres mi hogar.

3082 Palabras
La vida es una auténtica mierda, nunca sabes cuándo algo realmente bueno pasará o algo muy malo, y si me pongo a pensar, a mí solo me ha tocado lo malo, no es por ser pesimista, pero hasta la llegada de Alison, siempre pensé que una relación me distraería de mis metas, quería un mejor futuro para mí y para mi madre. Alison vino a llenar mi vida de esperanza, pero lo mejor para ella sería que la dejará libre, sin mis constantes líos familiares o el desastre que llevo por vida, debía soltarla no atarla a mí, yo era un imán de mala suerte. Nunca pude disuadir a mi madre de que dejara el alcohol, era pedirle a un adicto que por amor dejara su adicción, y nunca lo supe, no estaba seguro si al menos ella me amaba a mi o a mi hermana. Y hoy en su entierro, tomando la mano de mi novia y tratando de contener el llanto, fallidamente, claro esta, me daba cuenta de muchas cosas, Alison estaba triste, nunca fui más feliz que desde el día en que la conocí, ella se había convertido en mi polo a tierra, en mi única razón para continuar, ella me conocía más que a nadie, la amaba y confiaba en ella, y por eso debía dejarla ir, mire a su madre, la señora Adams había sido tan buena conmigo y con mi madre, era una madre ejemplar y estaba feliz de que Alison pudiera tener una madre así, cuanto me habría gustado que mi madre hubiera sido más fuerte, por mi, por mi hermana, pero ella ya estaba perdida, y nunca sabre la verdadera razón, tal vez su embarazo solo fue la gota que derramo el vaso, tal vez ella tenía sueños, grandes sueños que se arruinaron con la llegada de Sara, quizá por eso siempre fue mucho más dura con mi hermana, yo sentía que me despreciaba, pero siendo sincero, mi madre realmente sentía un fuerte rechazo hacía Sara y aunque intente remediarlo, siempre terminaba mal. Mire por cuarta vez consecutiva el ataúd de mi madre, no toleraba ver a una persona fallecida, no tenía miedo a la muerte, después de todo, ese sería el final siempre, tarde o temprano, todos teníamos el mismo destino. Pero era mi madre. No sería así como la recordaría, aunque ha decir verdad, más que los pocos días que estuvo sobria, no tenía ningún otro recuerdo bueno de ella. Suspire fuertemente llamando la atención de Alison, esa hermosa chica, su hermoso cabello cubría parte de su rostro ocultando sus lágrimas, estaba seguro que lo había acomodado así a propósito, no era alguien a quien le gustará llamar la atención expresando sus emociones y contando sus sentimientos, a pesar de que me confeso que le gustaba y que juro que estaría conmigo, Alison era una chica de hechos, más que de palabras, sonreí un poco al verla ocultar su rostro con su cabello, su nariz estaba roja y sus ojos un poco hinchados, se podía ver. — Bebé. — dije en un susurro audible llamando su atención, su mirada estaba centrada en el ataúd de mi madre, ya lo estaban bajando para enterrarlo y el padre decía su sermón. Alison pego un pequeño brinco sorprendiéndose de que la llamara. — se que estas llorando, pero por favor, no lo hagas, todo mejorara. — dije intentando sonar convincente, Alison levanto su mano libre y seco sus lágrimas, levanto el rostro y me miró con ojos tristes, yo le respondí con una sonrisa tierna. — Debería ser yo quien te de ánimos a ti. — me susurro al tiempo que acomodaba su cabello detrás de su oreja. Le sonreí mientras que pasaba mi brazo por encima de su hombro para abrazarla a mi. — Ya me animas, solo estando aquí. — Alison me miró de costado, bese su cabeza. — te amo, bebé. — Alison se sorprendió y se alejo un poco para verme a los ojos, le sonreí, sabía que no quería armar una escena, pero también que le emocionaba que le hubiera dicho lo que sentía por ella. — Quiero gritar de alegría, pero también quiero llorar porque es un momento muy triste, te odio por decírmelo en un momento así, pero quiero que sepas que también te amo, mucho más de lo que te imaginas. — me dijo con voz suave, disimulando un poco, pero solo un poco su emoción. — Así que también me amas. — le susurre en un tono divertido, ella intentaba no sonreír, pero siendo totalmente sincero odiaba que llorará aún más si se trataba de mí. — Cállate, es el entierro de tu madre. — respondió sinceramente, tenía razón, pero al menos ya había dejado de llorar y eso me hacía sentir mucho más tranquilo. — Bien, me callare. Aunque ya he llorado mucho, y la veré nuevamente, eso espero... Si existe otro mundo en el cuál las almas puedan encontrarse. — ella me miro de reojo pero no dijo nada más, la conversación había finalizado. Apreté su mano que permanecía entrelazada con la mía, era un simple gesto de agradecimiento. El entierro transcurrió tranquilamente, nos pidieron decir unas palabras, mi hermana había pedido pasar primera, sabía que se sentía culpable por la muerte de nuestra madre, pero no era en absoluto su culpa, ella solo quería alivianar un poco el peso de su muerte. — No fuiste la mejor madre del mundo, tampoco la mejor mujer, no que yo recuerde, nos hicimos a nosotros mismos precisamente no siguiendo tu ejemplo, queríamos lo mejor para ti... Pero si algo se, es que los padres deben cuidar de sus hijos y no al revés. — mi hermana expresaba su dolor en cada palabra, y aunque me parecía fuera de lugar, conocía a mi hermana, así que esperaba que terminara bien. — a pesar de todo, hiciste el intento de hacerlo bien, así que, te perdono, madre. — y aunque todos al rededor estuvieran estupefactos, terminaron por aplaudir a sus palabras. Sara se alejó cabizbaja con lágrimas en sus ojos, quería poder consolarla, pero nuestra relación de hermanos no era tan buena, su esposo y ella estaban juntos, sabía que aún vivían juntos aunque su relación estuviera destrozada, él era el único que podía consolarla en estos momentos... Sentí como Ali soltó mi mano y se dispuso a seguir a mi hermana, me pregunte desde cuando eran tan unidas ya que mi novia se preocupaba por ella, y aunque me sorprendía agradecía que al menos ella se atreviera a consolarla. Llegado mi momento Alison y mi hermana ya estaban allí, mi novia susurraba palabras de aliento hacía ella, así que suspire tranquilo. — Agradezco a las personas que hoy están aquí, no puedo juzgarles por no haber estado antes. — dije mirando el rostro de familiares que desviaban la vista avergonzados. — pero puedo decir que tampoco los necesitamos, mi madre a pesar de sus errores siguió adelante, nunca perdí la fe en ella y eso basto para que ella continuará con su vida, y aunque fueron más bajos que altos, no me arrepiento de nada, aprendí por mi cuenta que la vida es dura y aunque es cuesta arriba, aprendí a escalar, mis amigos son testigos de mis esfuerzos. — mire a Alison y a su madre, ambas me sonrieron entendiendo que me refería a ella. — así que aunque fue triste, no fue del todo malo tener una madre como tú, gracias a ti. — mire el ataúd que ya se encontraba cubierto por la tierra. — gracias a ti soy un luchador y no voy a rendirme, por ti mamá cumpliré con todas mis metas y seré alguien en esta vida, lo juro. Las personas lloraban, una forma hipócrita a mi parecer de demostrar que les interesaba, otros aplaudieron y yo me perdí entre la multitud buscándola a ella, mi polo a tierra había vuelto a perderse de mi vista, mire cerca de su madre y ahí no estaba, camine un poco más allá del pasto verde, que irónicamente se convertiría en un montón de tumbas. Sara y Alison estaban junto a un hombre de gran estatura y quizá de mediana edad, sus ojos eran oscuros y su cabello ya estaba algo teñido por las canas pero al verlo parado al lado de mi hermana no pude evitar ver el parecido, me acerque lentamente, ese hombre era una versión de mí pero mucho más mayor. No podía ser nadie más, no podía tratarse de nadie más que de nuestro padre biológico, tan pronto me vio venir me miró con un reconocimiento en sus ojos, mi hermana sostenía un papel en sus manos y secaba sus lágrimas, esperaba que ese hombre no le hubiera hecho daño porque no me importaría en absoluto si era mi padre o no, yo nunca tuve un padre. — ¿Qué pasa, Sara? — le pregunté a mi hermana parandome a su lado sin quitarle la mirada a aquel extraño hombre, Ali sostenía a mi hermana y la consolaba, entonces ella me tendió el papel que sostenía en su mano, lo tomé confundido sin entender el motivo de su llanto. Al abrirlo me di cuenta, era la letra de mi madre. — No puede ser, es la letra de mamá. — Ali y Sara asintieron al mismo tiempo. Continúe por leer la carta... “Daniel, contaba los días, los meses y los años para volver a verte, se que no es así como debo iniciar una carta, quizá deba decirte que lo siento... Porque lo siento mucho, debiste ser tu quien se quedará con nuestros hijos, nunca debí aceptar que te culparás, después de todo, siempre fuí influenciable y débil ante las tentaciones, el alcohol se convirtió en mi único aliado después de que te encerraron, la culpa y el sufrimiento fueron mis verdugos, Sara y Jared se merecían mucho más, te merecían a tí. No me hizo falta mucho tiempo para entenderlo, ni siquiera sé cómo es posible que fueran buenos hijos después de todo por lo que los hice pasar, se que es demasiado tarde y que nuestros hijos son adultos, pero por favor cuida de ellos, ve que después de mi muerte sigan teniendo sueños y triunfen como cada uno de ellos lo merece. Con amor: Galia Williams. Posdata: Diles a mis hijos que los amo.” — Hay otra carta, pero esa era para mí, en esa solo me habla a mí y ya saben... — dijo el hombre un tanto incómodo al verme levantar la mirada de la carta. — ¿Por qué nuestra madre bebía tanto? — pregunté con gesto serio. — Bueno, eh, esa es una historia larga... Yo vine directamente aquí para verlos, los busque por mucho tiempo pero Galia se mudaba constantemente y les perdí la pista. — dijo aquel hombre. — ¿Cuál es su nombre? — pregunté a la defensiva. — Soy Daniel. Daniel Williams, su padre. — respondió incómodo. Su mirada pasaba de mi a mi hermana. — ustedes son unos adultos ahora... — dijo dejando que su voz se quebrará un poco. — eran solo unos pequeños cuando todo pasó... — miró a Sara. — hija, tú... ¿Recuerdas lo que pasó esa noche? — Sara levanto la vista, sus ojos estaban irritados de tanto llorar. — Tengo pesadillas, siempre pensé que eran producto de mi imaginación... Nuestra madre me hace daño. — respondió mi hermana con voz temblorosa. — Tu madre estaba molesta y triste todo el tiempo, yo debí haber actuado a tiempo y haber ido con un experto, pero en lugar de eso me dediqué a trabajar, hacía horas extras, llegaba muy tarde a casa... Ese día era tu cumpleaños, quería darte una sorpresa y llegué temprano a casa, tu madre estaba ebria, quería golpear a Jared y tú se lo impediste, ella enfureció aún más, tomo una botella, la rompió y... — lo interrumpí antes de que continuará, Sara ya estaba muy trastocada con todo el entierro y ahora aparecía él, como si nada. — No queremos revivir recuerdos del pasado, Sara ha tenido que esforzarse como no se lo imagina para olvidar todos los malos recuerdos, y lo último que queremos ahora es revivirlos. — el hombre asintió en acuerdo. — Tienes razón, hijo, lo siento mucho. — lo fulmine con la mirada. — No me llame así, usted no es mi padre, nunca lo fue. — él me miró sorprendido ante mi respuesta. — Jared, por favor. — me susurró Alison, la mire de reojo. Si había alguien que me hiciera reflexionar, era ella, no sabía como pero lograba ver siempre el panorama completo. — Bien supongo que podríamos darle la oportunidad de estar en nuestras vidas. Sara me miró con una mezcla de sentimientos en sus ojos, sabía que ella siempre había querido un padre que cuidará de ella y que la defendiera de esos malditos que se aprovecharon de ella. — Eso es excelente, Jared, te lo agradezco. — respondió Daniel para luego desviar su mirada a Sara. — ¿Tú que opinas de esto? — le pregunto él, mi hermana le sonrió amablemente. — Creo que debe haber algo bueno después de tanta basura en nuestras vidas, así que estoy completamente de acuerdo con mi hermano. — dijo Sara sin poder evitar que las emociones se desbordarán por su voz. Sonreí deviando la mirada de ellos, al menos Sara estaba contenta, uno de sus sueños de niña se había hecho realidad, solo esperaba que Daniel fuese tan bueno como mi madre lo describía. Ali se acercó a mi y me dio un fuerte abrazo, la acogí entre mis brazos, pero en mi cabeza seguía rondando la loca idea de alejarla de mi, por su bien, sus bonitos ojos azules estaban rodeados de bolsas de bajo de ellos, sabía que mi situación le afectaba gradualmente y no quería arruinarla, quería que mi chica fuera feliz, así fuera lejos de mi. Caminábamos en silencio tomados de la mano, pensaba como decírselo, buscaba la mejor manera en mi cabeza, pero entre tantas ideas, no había alguna en la que ella no sufriera. Alison era una chica fuerte, la conocía, pero eso no sería impedimento para que nuestra ruptura le hiciera daño y de verdad la amaba, me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Terminar con la única persona que confío en mi, y en la única que confié en años para mostrarle mi verdadero yo, y mi horrorosa realidad. Me detuve con seguridad, tome sus manos en las mías y busque con mi mirada sus ojos, el azul de sus ojos hoy era menos profundo, mire en sus ojos amor, anhelo, y suspire al ver la atención que me daba. — ¿Sabes que te amo, verdad? — pregunte intentando que el golpe de decepción no fuera tan fuerte. Alison sonrió dulcemente y me miro tiernamente. — Lo sé ahora, pero no esta de más que me lo repitas. — sonreí ante su respuesta, pero inmediatamente volví a tomar un rostro serio. Alison me miro con curiosidad, confundida. — ¿Qué pasa? — pregunto frunciendo el ceño. — Es solo que... — levante mi mano y acaricie su mejilla, suspire fuertemente, no podía solo mirarla a los ojos y terminar con ella. — que te amo tanto, que no quiero que sufras más. Tenías una vida maravillosa hasta que llegue yo a ella. — Alison frunció el ceño, confundida. — ¿Qué sufra más? — pregunto negando con la cabeza. — es un entierro, sería una persona sin corazón si no me doliera en absoluto lo que ha pasado, ademas se trataba de tu madre, no la conocía muy bien, pero se cuanto la amabas. — suspire y frote mi cara frustrado, no me lo estaba poniendo nada fácil. — La amo. — le corregí, ella asintió reconociendo su pequeño error. — pero no es a eso a lo que me refiero. Has sufrido desde que estamos juntos, innumerables veces, y estoy seguro que te han molestado más desde que estamos juntos, yo no quiero eso para ti... — Ali me miró como si encajará las piezas, soltó bruscamente su mano de la mía y me miro con un gesto de evidente enojo. — No, no lo digas, no digas lo que creo que vas a decir, Jared. — me dijo con un tono de furia mientras me señalaba. — porque no sabes nada. — sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. — antes de ti todo era una mierda para mi, entre Vicky y todo el maldito instituto que se alejaba de mi porque era un bicho raro para ellos, los rumores de que si se hacían mis amigos yo robaría toda su información y la usaría para dañarlos me perseguía por cada puto rincón del lugar. — su llanto se hizo más fuerte, intente consolarla pero empujo mi mano lejos de ella. — desde que estamos juntos nadie se ha atrevido a decirme nada, hasta hice una nueva amiga. Y tú vienes a decir que mi vida era maravillosa... — me señaló nuevamente, furiosa. — Solo digo que no mereces esto. — extendí mis manos intentando mostrarle nuestro alrededor. — mírate, vestida de n***o, en este enorme cementerio... Has llorado tanto por mi culpa... — Ali bufo molesta. — ¿Y qué? ¿Crees que nunca antes había llorado? Si, si lo que quieres saber es si lloro por ti, es un gran sí. Lloro porque me duele, porque te amo, porque estoy tan conectada a ti que logró sentir tu dolor, pero sabes una cosa... — Alison se acercó despacio hacía mi, intente no retroceder, sabía que no era agresiva pero me merecía un buen golpe por ser un idiota. Cerré los ojos instintivamente, preparado para recibir una cachetada o un golpe en el pecho... El golpe si fue en el pecho solo que no fue con sus manos, Alison rodeó mi cintura en un fuerte abrazo y recostó su cabeza en mi pecho logrando que mi corazón latiera desbocado con un mar de emociones. — que todo eso es reemplazado por la paz que siento cuando estoy en tus brazos. — abrí los ojos sorprendido, también sentía esa paz, la abracé, fuertemente, inhale el olor de su cabello, me sentía en paz, en mi hogar cuando la abrazaba. — Tú eres mi hogar. — le susurre, Ali me apretó más hacía ella, asumí que me había escuchado.
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