Capitulo 8/ Ayuda sin nada a cambio.

2534 Palabras
— Demonios, no aguanto la resaca. — susurro mamá entre dientes. Reí bajito. Yo tampoco aguantaba. — recuérdame prohibir tus pijamadas. — sonreí. — Bueno, fuiste tú quien se terminó el alcohol que había. — mamá se quejó. — Ah, ni me lo recuerdes. — agarro su cabeza con ambas manos. — cariño, tráeme una aspirina, seguramente en mi habitación debe de haber, busca en la mesita. — asentí. — ¿Puedo tomar una también? — grite ya estando en las escaleras. — ¡Cariño! ¡No grites! ¡Ah, demonios, estoy gritando por tu culpa! — se quejó. — ¡Claro que puedes tomar una, corre, corre! — sonreí y me apresure a subir las escaleras para ir en busca de una aspirina para cada una. Abrí cada cajón buscando una y en su lugar encontre una hermosa foto, cuando solíamos ser una familia, mamá, papá mi hermano y yo... — Vaya, mamá aún conserva fotografías... — recordé lo que había dicho la noche anterior. — seguramente ella no lo había olvidado. — deje la foto en su lugar y vi las aspirinas a un lado, las tome y baje rápidamente. Mi madre me miró con sospecha. Levantó una ceja interrogante. — ¿Estuviste fisgoneando mis cosas? — se giró por un vaso de agua. — sabes que no me gusta, aunque puedes preguntarme, no hay secretos en esta familia. — Solo somos tú y yo. — susurré. Ella se giró hacia mí, dejo un vaso de agua frente a mí y otro frente a ella, extendió su mano pidiéndome las pastillas, se las di y las metió en cada vaso de agua. — Escuché lo que dijiste. — me miró, se bebió toda el agua efervescente y me sonrió. — nuestra familia es perfecta así, tú me tienes a mí y yo te tengo a ti. — agarro mis manos. Levantó una mano y me acarició el rostro. — cariño, sabes que estoy aquí para ti... ¿Verdad? — asentí, poco segura. — Dy vendrá en vacaciones y estaremos completos... Te prometo que sacaré tiempo para ambos. — asentí nuevamente. — dime algo, sino no te creeré nada. — se cruzó de brazos con falsa indignación. Sonreí. Mi madre si que sabía hacer un berrinche. — Vale, ma. Me parece genial, espero que podamos pasar tiempo juntos... Aunque sinceramente extraño a papá. — mi madre hizo un gesto de disgusto. — No sé porque lo extrañas, a fin de cuentas solo sabe enviar dinero y regalos, hace años que no aparece por aquí. — suspiré. — Solía ser un buen papá, no sé porque cambio con nosotros. — mamá tomo mis manos nuevamente. — No te culpes de nada, ustedes no tienen la culpa de que él haya preferido formar una nueva familia, en todo caso el único culpable es él. — ella suspiró. — trato de hacer todo por ti, por Dylan, pero nunca parece suficiente. — los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas. — perdóname, trataré de esforzarme más. — negué con la cabeza y me apresure a limpiar sus lágrimas. — No, no, no. Mamá tú no necesitas esforzarte más, eres la mejor, ya lo eres. — me miró con ojos vidriosos. — ¿Te parece bien una terapia de compras? — los ojos de mi madre se abrieron como platos. Era increíble cómo cambiaba de humor, rápidamente se separó de mí y aplaudió eufórica. — ¡Me parece perfecto! ¡Qué no haya tiempo para las lágrimas! — sonrió. — ve, apúrate, ve a alistarte. — hizo ademán con sus manos. — ¡Yo también iré a prepararme! ¡Más te vale no arrepentirte! — salió corriendo escaleras arriba. Me bebí el vaso de agua con la aspirina totalmente diluida. Negué con la cabeza con aire divertido. — A veces pienso que mi madre es una niña, bueno, tendré que ir a prepararme antes de que venga a hacer otro berrinche. Salí corriendo hacia mí habitación, cuando ambas estuvimos listas, nos encontramos en la puerta. — No entiendo porque sueles tardar tanto, nunca te arreglas, unos jeans y una blusa holgada, más unos tenis, no lo sé hija, tenemos que cambiar tu guardarropa lo más pronto posible. — dijo ella mientras me recorría de pies a cabeza. Suspiro rendida, al mismo tiempo que yo. — Vamos, Chloe me envió un mensaje, dijo que su madre le había prohibido salir, así que solo seremos tú y yo. — mi madre me miró sorprendida. — ¡Ay no, mi niña quedará como una mala influencia! — reí. — Mamá, sabes lo poco que eso me importa. — rodé los ojos. Mi madre suspiro y engancho su brazo con el mío. — Bien, vamos. Después hablaremos de tu nueva amiga y su madre carcelaria. — reí ante su comentario. — Si mamá, vamos antes de que me arrepienta. — mamá pidió rápidamente un taxi con el miedo de que yo me arrepintiera. Llegamos al centro comercial al que mamá solía ir siempre, entramos en diferentes tiendas donde mi madre no me dejó elegir nada, todas las elecciones las hizo ella porque según dijo “Yo no tenía buen gusto” aunque mi blusa holgada y mis jeans eran de muy buena marca, no entendía porque no le gustaba. Íbamos saliendo, cargadas de bolsas, cuando vi a Jared con dos de sus amigos, me pare de inmediato, mi madre me miró seria. — ¿Qué pasa, cariño? — pregunto sorprendida. Miré a Jared, quién también me estaba mirando con semblante serio. Se le vea mucho más frío que nunca, mi madre siguió mi mirada fijándose en él también. — Oh, ese es nuestro nuevo vecino, tu amigo, Jared. — levantó la mano como pudo y lo saludo. Jared le sonrió amablemente, le dijo algo a sus amigos y luego se dirigió a nosotras solo. — Hola... Señora Adams. — dijo con una sonrisa deslumbrante tan pronto estuvo frente a nosotras. — Alison. ¿Cómo estás? — pregunto en un tono seco, que hasta mi madre pudo notar, su mirada iba del uno al otro. — Jared, ¿No? — pregunto mamá. Él asintió regalándole una sonrisa a mi madre. — es un gusto por fin conocerte, he escuchado mucho de ti. — él me miró, para luego volver su mirada a mi madre y fingir una sonrisa. — Cosas buenas, espero. — mi madre sonrió y asintió. — ¿Quiere que le ayude? — me sorprendí al escuchar sus palabras, yo en su lugar estaría buscando una excusa para salir de una situación tan incomoda, pero él se ofrecía a ayudarnos... ¿Qué clase de trampa era esa? Mi madre le regaló una sonrisa y le tendió un par de bolsas, que él cargo sin ningún esfuerzo. — ¡Claro que sí, querido! Mi niña solo dice cosas buenas de ti. — respondió mi mamá mientras continuaba caminando seguida por nosotros dos. — ¿Ah, sí? — pregunto Jared levantando una ceja, incrédulo. — ¡Pues claro! — mi madre se giró a verlo. Jared caminaba a mi lado, regalándome miradas indescriptibles. — Ali solo dice cosas buenas de ti, hasta preparo galletas para darte la bienvenida... — se encogió de hombros girando nuevamente la vista al frente. — Ah sí, como olvidar esas galletas, deliciosas. — me miró. — Gracias, Alison. — asentí, incomoda. — Las hice con muchísimo gusto, no tienes que agradecerme. — él asintió y volvió a mirar a mi madre, un incomodo silencio se instaló entre nosotros mientras mi madre paraba un taxi para ir directamente a casa. Cuando el taxi se detuvo Jared metió las bolsas en el maletero del auto, tomo las mías y las de mi madre y procedió a hacer lo mismo. Cuando estaba a punto de marcharse mi madre lo tomo del brazo, la miré estupefacta. — Jared, te invito un café. Hoy tengo el día libre y no tenemos mucho que hacer... — ella sonrió. Él parecía incomodo, pero yo sabía que no se negaría, nadie solía negarse a una petición de mi madre. — habrán galletas, tan deliciosas como las que hizo Ali, vamos, es una forma de agradecer tu ayuda. — él la miró serio y luego a mí que ya me encontraba en la parte trasera del taxi. — No sé preocupe señora Adams, lo hice sin ninguna intención, más que la de ayudar. — mi madre sonrió y aplaudió. — ¡Con más ganas aún! ¡Sube, sube! — dijo prácticamente empujándolo adentro del auto, a Jared no le quedó de otra que entrar, ahora estaba sentado a mi lado en la parte trasera del taxi. Incomoda me acerque un poco más a mi lado de la ventana. Mi madre se sentó en el asiento del copiloto, se giró para mirarnos con una sonrisa en el rostro. — Y dime, Jared... ¿Vives con tu madre? — Jared se removió en su asiento, incomodo. — Mamá... — trate de advertirle. Pero ella me ignoro de manera monumental. — Lo siento querido, solo que el silencio me desespera, solo busco un tema de conversación. — Jared asintió aún incomodo. — No sé preocupe, pero tiene razón vivo con mi madre, pero supongo que es algo que usted debería saber. — mi madre lo miro sorprendida mientras que yo me atragante con mi propia saliva. — Oh, ¿Y como por qué yo debería saberlo? — pregunto desconcertada. — Solo lo supuse, ya que Alison tiene información de mucha gente, incluido yo, así que mi vida privada no debe ser un secreto para su familia. — mi madre lo fulminó con la mirada, y apostaría que si no fuese por el cinturón de seguridad, ella se le hubiera abalanzado para hacerle tragar sus palabras. — Supones mal, quizá mi hija tenga toda la información que dices que tiene, pero nunca la divulgaría, conozco a mi hija, yo la crié con principios, tiene criterios, así que jovencito, te voy a recomendar que cuides tus palabras. — Jared la miró totalmente sorprendido. Yo lo mire incomoda. Jared termino por encogerse de hombros. Mi madre volvió su mirada al frente, indignada. — Lo siento. — le susurré a Jared desde mi lado del asiento. Él me miró sonriente. — Sigo sin confiar en ti, pero tu mamá tiene carácter. — susurro. El transcurso a casa pasó en un silencio no tan incomodo, cada quien estaba metido en sus propios pensamientos, Jared bajo todas nuestras bolsas y las puso donde mi madre le indico, mi madre se dirigió inmediatamente a la cocina. — Jared, voy a preparar el café, más te vale que no te vayas. — prácticamente lo amenazó. Sonreí divertida, Jared me dio una mirada curiosa. — Ali, acompaña a Jared a la sala y no lo dejes ir. — me ordenó mi madre, reí y le hice una seña para que me siguiera a la sala. — Tu mamá da miedo. — dijo mientras me seguía. Reí. — Bueno, es experta en las personas, si no te da miedo que te descifre con solo verte, no se qué es lo que te da miedo, además claro, que tiene un temperamento de los mil demonios. — escuché a Jared soltar una pequeña carcajada, me gire hacia él. — ¡Fin del recorrido! Puede sentarse señor Williams. — él me miró sonriente y se sentó en el sofá que le señale, me senté a su lado, tomando distancia. — perdón si te incomoda mi presencia, pero órdenes son órdenes, no se puede desobedecer a la jefa. — él sonrió y asintió. — Está bien, no tengo ningún problema. — sus ojos me miraron, detallando mi rostro. — tú te pareces a ella. Lo miré sorprendida. — tienes sus ojos. Pero los suyos parecen dividirse entre tristeza y alegría. — lo mire sorprendida. — y los tuyos tienen un gran signo de incógnito, no logro descifrarte y a decir verdad es un poco frustrante. — lo mire. — Y yo que creí que solo había que cuidarse del poder deductivo de mi madre. — Jared soltó una risa sincera. — ¿Qué hay en tus ojos, Alison? — pregunto serio. — No lo sé, solo son ojos, no expresan nada. — él me miró con gesto molesto. — Ese es exactamente el problema, no puedo saber lo que piensas y tampoco lo que expresan tus ojos. Me gustaría saber que tan real eres. — en ese momento mi madre entro en la sala con una bandeja con nuestras tazas de café en ella. — Listo, queridos míos. El café está listo. Y las galletitas también. — le sonrió divertida a Jared. Terminamos nuestro café y comimos galletas acompañado por una charla tranquila. — Muchas gracias, señora Adams. — le dijo Jared a mi madre mientras que lo acompañábamos a la puerta. — No es nada, querido. — mamá metió su mano en su chaqueta y saco una de sus tarjetas, estiró la mano ofreciéndole la tarjeta a Jared, este la tomo confundido. — ¿Loisa Adams, psicóloga y psiquiatra? — la miró confundido y molesto a partes iguales. — No te enojes. — le agarro del brazo. — quiero ayudarlos a ti y a tu madre... — Jared me miró furioso. — ¿Le dijiste? — intento irse, pero mi madre lo agarro con más fuerza y lo miro desafiante. —No, no fue ella. ¿Acaso crees que los vecinos son sordos? ¿Crees que nadie oye tus discusiones con tu madre por la madrugada? Tú y tu madre requieren un tratamiento de carácter urgente y puedo tratarlos a los dos. — Jared la miró molesto. — ¡No tengo dinero para un maldito tratamiento! — grito molesto. Me dolía el corazón de verlo en esa situación. Mamá tomo su rostro invitándole a mirarla, él lo hizo y ella le dio una sonrisa maternal. — Es perfecto porque no estoy interesada en el dinero, solo quiero ayudar al amigo de mi hija y se que eres buena persona porque sino mi hija no te vería como te ve. — él me miró, podía ver la confusión en sus ojos, el miedo al cambio. — No... No lo sé. — dijo con voz temblorosa. —Solo guarda esa tarjeta y cuando tengas una decisión, llámame, mi propuesta seguirá en pie, tu madre debe internarse en una asociación de alcohólicos anónimos, pero no te preocupes que los gastos irán por mi cuenta. — él la miró seriamente. — ¿Por qué? — pregunto confundido. Mi madre suspiro. Lo soltó se su agarre y lo miro con gesto serio. — Los vecinos empiezan a quejarse, hay una junta comunal, y si se quejan demasiado tú y tu mamá tendrán que buscar un nuevo lugar para vivir y no queremos eso. — Jared bufó molesto, se dio la vuelta y se marchó. Por lo menos se había llevado la tarjeta de mamá. Mi madre soltó un largo suspiro, me acerqué a ella y la abrace. — ¡Gracias mamá! — ella también me abrazó. — No es nada, cariño. Pobre chico, ha sufrido mucho, es tan injusto. — suspiro mientras me acariciaba el cabello.
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