Lea pasea en silencio a mi lado de camino al coche, la música se escucha más baja cuando llegamos a la rotonda y Lea me aprieta la mano para saltar el escalón y subir la rotonda. Me suelta para buscar mis llaves guardadas en su pequeño bolso, pero yo no estoy para conducir. —Nos llevas tú, te pongo el GPS. Abre la boca con una sonrisa y deja las llaves colgando de su dedo. —¿Me dejas conducir tu Mazda? Me hace sonreír saber que le hace ilusión conducir mi coche, como si fuera algo extraordinario. —Pero no te acostumbres —paso por su lado para ir al asiento del copiloto y suelta una risa corriendo al otro lado del coche—. Conduce bien , por favor. Me abrocho el cinturón y Lea me mira sonriendo y de un golpe de cabeza asiente. Entiendo que su antiguo coche no lo conducía bien porq