Las personas que exigían una explicación no eran pocas, desde el pasillo principal que conducía al salón se podían escuchar los gritos y la presión sobre la reja, en cualquier momento el portón se vendría abajo. El emperador tomó precauciones, envió varias cartas durante los días pasados, preparó una ruta de escape y la respuesta del ejército, pero no llegaría a tiempo, lo más recomendable era dejar el palacio y regresar después. Mientras caminaba hacia el calabozo maldijo entre dientes, todo su plan se arruinó porque Jonás no siguió sus indicaciones y fue al juzgado, de no ser por él, sir Ronald no habría ido a la ciudad. – Majestad. – Ve afuera – le ordenó al soldado que custodiaba la entrada al calabozo y caminó despacio hacia la celda en la que estaba Felicia. Jonás hizo un gran e