Después del desayuno Jonás acompañó a Silvana – no sabía que había una biblioteca en la muralla, no me parece un lugar que necesite lectores.
– Es una habitación con dos pinturas y siete libros, yo no la llamaría biblioteca – respondió Silvana – pero es un lugar tranquilo y podré sentarme a leer – se detuvo en la entrada – ¡qué tengas un buen día!
– Tú también.
Silvana sintió un poco de culpa y se adelantó para subir a una habitación pegada a la muralla. La llamada “Biblioteca” era un lugar bastante pequeño y los libros eran tan viejos que el encuadernado no se sostenía y con solo tomar uno, las hojas se desprendían, esperó por quince minutos a que Gideon llegara.
A diferencia de lo sucedido la noche anterior, su encuentro fue más tranquilo.
– Es en el piso de abajo – dijo Gideon y ma
