Cecilia Parson recibió instrucciones de su padre de no ser muy impertinente, comportarse a la altura de una reunión que incluía al príncipe heredero y mantener de preferencia la boca ocupada, lo cual estaba haciendo – lo escuche nombrar muchas veces, el monasterio de la piedad debió ser aburrido. Amelia negó con la cabeza mientras comía – el paisaje es muy limpio, la leche está recién ordeñada y la carne tiene mejor sabor. – Claro – respondió Cecilia y al mirar hacia un costado notó que Gideon había vuelto – regreso enseguida – se despidió y se adelantó a Evelyn que había tenido la misma idea – me rindo, tu dama es un trozo de hierro que no cede sin importar cuánto lo martillee. Gideon estaba aturdido – ¿de qué hablas? – Amelia – la señaló con la mirada – te dije que viajó desde la cap