Priscila no quería escuchar a escondidas, pero lo hizo y sus ojos lagrimaron, tantas personas sacrificadas y vidas tergiversadas, todo por el emperador.
Dentro de la habitación Edith cayó de rodillas al suelo, pensó en la muerte de su hijo mil veces, culpó al destino, a la familia imperial, a los bárbaros y a sí misma, una noche incluso le gritó a Cecilia, la acusó de no detener a Gregory y después la abrazó, porque era su rabia hablando, no su corazón.
Y ahora, que finalmente sabía la verdad que tanto había buscado, soltó un alarido.
El señor Aldrich siempre supo que algo había pasado, el príncipe Joseph detuvo la investigación de manera muy abrupta y por falta de evidencia, trató de reunirse muchas veces con él y le negaron todas las audiencias, imaginó que el príncipe sabía algo y no
