Con una respiración profunda, Silvana tomó la mano de Gideon para ir a las gradas, meses atrás Jonás hizo su parte, se sentó en ese mismo lugar y observó la ejecución de su padre, no debió ser sencillo, Silvana se culpó por ello, ahora era su turno, ella vería la ejecución mientras su madre y su hijo esperaban en el palacio. El juez Kenna leyó los cargos, comenzando con la malversación de fondos, el uso injustificado de los impuestos, la planeación de una guerra adelantada que los dejó con grandes pérdidas y la muerte del duque Santes. Abajo, las personas gritaban y abucheaban, y la emperatriz Felicia mantenía la mirada hacia el frente. Había sangre filtrándose por el paño que le cubría la boca y llevaba las manos atadas, cualquier forma que pudiera usar para transmitir un mensaje, ya f