Silvana esperó en la entrada del palacio para recibir a su madre, la antigua duquesa Irene Dalos bajó de prisa y la abrazó. – Cariño – en el fondo estaba aliviada, porque la persona que falleció en ese viaje fue Evelyn y no su hija – mírate, te vez tan pálida y enferma, deberías estar descansando. Su apariencia se debía a las náuseas – fue un día cansado, pero ya estoy mejor, mamá, Jonás permitió que vivieras aquí una temporada, pero sí estás ocupada lo entenderé. – Mi hija es tan adorable, acabo de llegar y ya me está corriendo – sonrió la antigua duquesa y le pellizcó las mejillas – me quedaré a tu lado el tiempo que lo necesites. No se podía evitar y también, se sentía un poco feliz de tener a su familia, excepto por el malagradecido de su hermano que prefirió quedarse con sus amigo