El emperador Neville Audrey despertó en mitad de la noche con la frente cubierta de sudor, temblores y ganas de vomitar, afuera el pasillo estaba vacío, los sirvientes aún no despertaban y el aire era frío, después de levantarse abrió las cortinas, miró por la ventana durante unos segundos y de pronto, la idea de un asesino escondido en los pisos inferiores apuntándole con un arco se fue haciendo más fuerte, cerró la ventana y se escondió con la espalda pegada a la pared. Su visita al sur fue descrita como un infierno, el ambiente húmedo, el excesivo calor, las heridas que se infectaban a una velocidad atemorizante y esa hierba maldita que teñía la piel de rojo y dejaba un intenso dolor. Los mejores tratamientos lo suavizaban, no lo desaparecían y él llevaba cuatro meses padeciéndolo. Du