El conde Arnold llegaba en veinte minutos, solo ese tiempo tenía Gideon para hacer que la mujer sentada sobre una silla de madera con las manos al frente, le explicara quién era. Y Priscila tenía ese mismo tiempo, para apretar los labios y no abrirlos. – Andrés Román – dijo Gideon – asistente en el juzgado imperial, acompañó al emperador a un viaje al ducado Gordon para informarle a su hermana sobre la muerte de su padre y repasar al testamento, en el camino de regreso participó en el atentado en contra del emperador. – Él no lo hizo – intervino Priscila y se dio cuenta, tarde, de que había soltado la lengua. Larry frunció el ceño – si ella lo conoce significa que ese hombre se refugió en el condado, el conde Arnold debe estar involucrado. Priscila quiso golpearse la cabeza con la ban