La emperatriz Felicia Gaucher recién despertaba, aún era demasiado temprano y como de costumbre se recostó sobre un sillón para recibir su tratamiento matinal que consistía en un masaje de músculos faciales y un tónico para lavarse el cabello.
No podía comenzar su día sin esos dos preparativos o estaría molesta el resto del día.
Desafortunadamente, a mitad de su tratamiento la puerta de la habitación se abrió – majestad – anunció el marqués – tiene que leer esto.
La emperatriz estaba vestida apropiadamente con una toalla cubriendo su cabello y los pies levantados sobre el largo sillón, aun así, no era lo correcto que un hombre entrará a su cuarto durante su tratamiento matinal, no importaba que ese hombre fuera el marqués Ramses o que tuviera la edad para ser su padre – tendrá que esper
