– ¿Por qué? – le pregunté mirándola a los ojos. Ella hizo una mueca y puso la mano sobre su abultado vientre – lo boba jamás se te quitará, no necesito una razón, lo hice y ya. Quise salir de esa habitación, vomitar, cerrar los ojos o lo que fuera que me hiciera olvidar que la escuché decir eso. – Fue por tu padre – agregó y ya no pude irme. – ¡Qué! – Lo has visto, el poder que tiene, la fuerza, todo eso vino de mí, yo le entregué el poder para controlar a miles de hombres, para doblegarlos – alzó la barbilla y habló con arrogancia – es gracias a mí que él tiene todo lo que tanto deseó. Clarisa no entendía a mi padre, ella no lo conocía o habría sabido que él jamás anheló el poder. – Y necesitaba alguien en quien experimentar, así que te usé a ti, Maximiliano dijo que no había probl