NOTA: Este capítulo lo escribí un día que tuve bloqueo de escritor, pero esa misma mañana estuve escuchando uno de tantos casos de hombres y mujeres que son asesinados por sus familiares en países como Irán y quise traer a colación uno de ellos como brindando una vida a alguien que no pudo tenerla. La persona que aparece en mi IG en representación de Abel, es un joven llamado Ali Fazeli Monfared, quien fue brutalmente asesinado por sus familiares a raíz de su homosexualidad, era perteneciente a este país y pido que por favor se le brinde el respeto correspondiente.
También cabe aclarar que este capítulo no aporta en realidad nada a la trama, así como tampoco le quita, pero es lo mínimo que se puede hacer ante aquellos que perdieron la oportunidad de tener una vida feliz y libre. Si deseas leerlo, adelante, sino, puedes esperar al próximo capítulo sin ningún inconveniente que es cuando retomaremos el viaje de Rag y Max.
Gracias por su atención y apoyo.
____________________
Max
Nos levantamos bastante temprano para viajar, se me hizo extraño considerando que el destino no sería muy lejano, al menos no en avión, pero lo que llegó a sorprenderme un poco más, fue cuando tomamos un desvío previo a ir al hangar para recoger a Abel, el cantinero que nos atendió en casa de Carlos. Según dijo Rag, lo llevaría con nosotros unos días para recorrer las ciudades en Irlanda y así escoger un lugar en el que se sintiera más cómodo, a pesar de que no estaba listo a la hora programada, esperamos a que empacara sus cosas y seguimos nuestro recorrido.
Ahora nos encontramos en el avión donde estuvimos conociendo mejor la vida de Abel, realmente es bastante dura su historia y más porque se nota que a pesar de todo lo sufrido no deja de ser un buen chico, es bastante maduro para tener solo dieciocho, aunque las mismas circunstancias lo obligaron a crecer muy joven, debió lidiar con los abusos de su familia, el atentado contra su vida por su homosexualidad, salir sin nada más que la ropa que tenía puesta y luego enfrentar su vida en un país que no conocía. Recibió algo de apoyo en un refugio en Londres cuando recién llegó, pero esto no duró mucho tiempo y debió vivir en albergues varias semanas buscando trabajos mal pagos donde también lo trataban muy mal por ser extranjero.
Después de hora y media de viaje estamos en Dublín, Irlanda, llegamos a un apartamento el cual nos hospedaremos los tres, es bastante iluminado y las habitaciones tienen buen espacio, realmente es muy acogedor. Escogemos nuestros cuartos y nos disponemos a organizar nuestras cosas, Rag sale a comprar algunos víveres para hacer algo de comer antes de salir, ya que estaremos todo el día por fuera y es mejor estar preparados.
Abel
Si alguien me hubiese dicho que estaría en este lugar tan lujoso en una isla, jamás le habría creído una palabra. Luego de conocer a la Srta. Wintar me tomó un tiempo decidirme si la llamaba o no, ya que no sabía si sus palabras se irían al vacío como muchos otros, pero fue grande mi sorpresa cuando me dijo:
—Sigue trabajando como hasta ahora y nos veremos el treinta de octubre a las cinco de la mañana, pasaremos a recogerte.
Obviamente no creí nada en el momento y me desilusioné un poco hasta que llegó ese día y una hora antes de lo pactado estaban tocando a la puerta, creo que intuía que no estaría listo así que me apresuré a empacar algunas cosas, pero no traje suficiente ropa para un clima tan frío como el de Irlanda.
Ese primer día fuimos al Parque Fénix, era un lugar increíble parecía un sueño, los monumentos, el clima, la naturaleza, incluso había ciervos caminando y jugando a nuestro alrededor, era mágico. Allí pasamos toda la mañana e incluso hicimos un picnic en el parque con todo lo que prepararon el Sr. D’Porti y la Srta. Wintar, me dio un poco de pena el no poder ayudarles, pero ellos dijeron que me relajara y disfrutara.
En horas de la tarde comenzó a hacer mucho más frío, lo que me estaba afectando demasiado, así que ellos escogieron ir a un centro comercial lo que agradecí internamente ya que mi ropa no me abrigaba mucho. Comenzamos a recorrer el lugar, quise tener dinero suficiente para comprar tantas cosas, en especial ropa para evitar congelarme más.
—Abel, ¿has visto algo interesante? —me pregunta el Sr. D’Porti pues nos encontramos en una tienda de ropa y calzado.
—No lo sé Sr. D’Porti, no me he fijado en nada.
—Entonces hazlo, no estaremos aquí toda la semana y en la noche tenemos un compromiso importante.
—Pero no tengo dinero para pagar nada de aquí.
—Nadie te preguntó por eso Abel, busca algo que te guste, casual, pero elegante, si necesitas ayuda no dudes en decirme.
Veía demasiadas cosas en las tiendas que entrabamos, solo tocaba la tela y a veces escondía mis manos en gabardinas con pelaje sintético para calentarme un poco, pero nunca escogía nada.
Luego de horas de estar allí fuimos a un café para descansar y comer un poco, pedimos capuchinos para todos con crema de whisky y varios productos de sal y dulce para comer, todo se veía delicioso, pero simplemente me atreví a tomarme el café y escoger una torta que había, puesto que ellos habían pagado y no quería deberles nada ni verme necesitado.
Cuando terminamos con todo nos dirigimos al apartamento para refrescarnos un poco, me cambie para ponerme lo mejor que tenía; pero de mejor no tenía nada, lo bueno es que la campera cubría algunos rotos de la camisa y con la temperatura no sería necesario hacer mucho más.
Toda esa noche la pasé muy mal ya que terminamos en un bar donde mucha gente vestía bien, ellos tenían prendas básicas y aun así lucían increíbles, yo en cambio sentía que todos me miraban y se burlaban, lo peor es que todo esto siguió por tres días más y ya no podía soportarlo.
(…)
Hoy sería nuestro último día en Dublín y mañana viajaríamos a Cork, todos los museos, lugares históricos e incluso las playas eran hermosas, pero quería irme no soportaba más estar así, no entendía qué hacía allí ¿acaso me trajeron para burlarse de mí?
—Abel, ¿podemos pasar?
Di el visto bueno y sequé mis lágrimas para que no se dieran cuenta de nada, los dos entraron y se sentaron en unas sillas que había junto a la cama para quedar a mi lado.
—Abel, hemos estado hablando y nada de esto ha funcionado, creo que lo mejor es que…
—No tiene que decirlo Srta. Wintar, tenía un poco de dinero guardado y me iré mañana mismo si es que me permiten al menos pasar la noche aquí. La verdad no entiendo para qué me trajeron, les agradezco la intensión, pero me siento incómodo en este lugar.
—Creo que no es el lugar, porque al ir a todos esos lugares te maravillabas con muchas cosas, más bien tu incomodidad es por ti mismo ¿no es así?
—Sí señor D’Porti, disculpe, pero siento que simplemente no encajo aquí y menos con ustedes.
—Dejemos algo claro desde ya y que sea la última vez Abel, no quiero que vuelvas a llamarme “Sr. D’Porti” dime Max, solamente te llevo tres o cuatro años no cuarenta.
Su tono es entre serio y en broma, no sé, no quiero especular nada.
—Disculpe se… Max.
—Mucho mejor y otra cosa Abel, no quiero que vuelvas a bajar la mirada, siempre ve con la frente en alto y dime Ragnar o Rag si lo prefieres.
Ella siempre tenía una mirada fría y seria, pero su voz en ese momento me pareció muy dulce y comprensiva.
Esa noche los dos hablaron conmigo para decirme que estaba aquí como una oportunidad de poder disfrutar sin preocuparme de nada, incluso para ser un poco egoísta si así lo quería, el viaje ya estaba pago y solo debía disfrutarlo, también me sorprendieron al llevarme a otra habitación donde estaban todas las cosas que había visto de ropa y zapatos, incluso cosas de las que ni siquiera me había fijado, todas eran un obsequio para mí, pero con la única condición de que en la próxima ciudad debía disfrutar todo lo que no me permití en esta.
Terminé llorando por sus palabras y sus actos e hice el esfuerzo para el siguiente viaje, me dedicaría a disfrutar y a aprender más de ellos que al parecer tenían mucho por compartir conmigo, no tanto en lo material, sino en la actitud, el respeto y el amor.
Escuché muchas historias en el camino a Cork que me dejaban sin palabras y comprendí que ellos eran ese deseo que pedía cada noche, encontrar a alguien que me hiciera sentir querido, que me aceptara por quien soy y me brindara un calor de hogar.
(…)
Ragnar
Pasamos diez días en la ciudad de Cork, Abel pudo disfrutar mejor este trayecto del viaje al dejarse llevar quedando encantado con la tranquilidad del lugar y sus estructuras de estilo medieval, decía que era como vivir dentro de un cuento de hadas y algo que me gustó bastante, es que pudimos planear un buen cumpleaños para Max haciéndolo inolvidable entre tantas actividades que realizamos, verlos tan felices y sueltos me provocó una gran dicha al saber que cada uno se olvidaba de sus tormentos, Abel de su pasado familiar y solitario y Max, de las pesadillas producto del sufrimiento ocasionado por Kathya y la culpa que cargaba al creer que lo había abandonado.
Al final del viaje Abel decidió que quería vivir allí, así que lo llevé con algunos amigos en un pub en el que trabajó esa última noche aprovechando que era viernes, a todos les gustó su estilo elegante y único de tratar a la gente, su agilidad y destreza en la barra además de los deliciosos cocteles que preparaba, así que quedó contratado.
Por nuestro lado lo dejamos en el que sería su nuevo hogar con una cuenta de varios miles de euros y los papeles requeridos para que no tuviera problemas en el futuro, allí haría su nuevo hogar con la promesa de que siempre mantendría la frente en alto. Tras una emotiva despedida y un pequeño gato que encontramos cerca de su casa, el cual sería su nuevo compañero de aventuras, Max y yo tomamos rumbo a Galway.
(…)
Max
Los días con Abel me hicieron ver muchas cosas en él que me pusieron a pensar y en querer ayudar a más chicos en su situación, así que hablé con Rag para que me ayudara a abrir una fundación y apoyar a personas como él que deben pasar situaciones extremas por la discriminación, el rechazo y el odio.
Al final nos fuimos con la tranquilidad de que él podría tener esa vida que deseaba y que siempre contaría con nuestro apoyo sin importar nada. Con los años él fue creciendo e incluso me ayudó con la fundación, tenía su propio negocio en la ciudad de Cork donde formaría una hermosa familia junto a su gato Botas; el mismo que encontramos aquel día que nos separamos, sus dos hermosas hijas Penélope y Valery; nuestras ahijadas y su esposo, alguien a quien conoció en Londres pero que jamás imaginamos sería compatible con él.