55. ¿ME QUIERES?

2005 Palabras
Max Al día siguiente me dirigí a la empresa donde firmaría el contrato percatándome que hicieron cambios en el cargo y el pago, puesto que era más alto de lo que se mencionó en el correo, Carlos y Richard me dijeron que todos quedaron encantados con mi trabajo y al conocer mis proyectos de Washington me tenían en la mira para ingresarme desde hace un tiempo, lo único que me preocupa es que tendría que aplazar nuestro viaje y es algo que realmente quiero hacer con ella, pasamos por mucho y siento que necesito hacerlo para dejar atrás lo poco que aún me atormenta. Así que hablé con ellos comentando lo suficiente para que me permitieran trabajar a distancia unas semanas, creí que se negarían, pero me sorprendieron al reírse de mí. —D’Porti no te preocupes, puedes enviarnos todo y haremos video llamadas cuando se requiera, además, considerando quién es la mujer con la que deseas viajar seremos más flexibles, le debemos mucho a ella, así que será como una retribución —dice Richard. —No quiero que me den privilegios por ella, mi intención no es usarla para mis propios beneficios en el trabajo, entiendo que la vean como una gran amiga y demás, pero una cosa son los asuntos personales y otra lo profesional. —Tranquilo Max, no obtuviste el trabajo ni el aumento por ella, eso lo sugerí porque te conocía desde antes y sé que te lo mereces —me dice Carlos bastante tranquilo. —Y si llegáramos a hacer algo así, esa mujer es capaz de entrar a nuestras oficinas a tirarnos por la ventana, ella es muy recta en ese sentido y sé que no estaría contigo si no viera algo muy valioso en ti. —Dudo eso último, creo que solo tengo demasiada suerte de tenerla en mi vida. —No Max, creo que no has entendido, si Charly y yo te decimos esto es porque la conocemos de años. Ragnar Wintar quizás pudo entrar en tu camino por calamidades de la vida, pero si está a tu lado es porque vales mucho, ella nos enseñó cuánto valíamos en un punto de nuestras vidas en que nadie creía en nosotros. —Es cierto ¿y la forma en que te mira? ¡Wow! eso no lo hace con cualquiera, solo he visto ese brillo contadas veces en su vida, todos con nombre propio y uno de esos, es el tuyo. —Déjame adivinar ¿Nicolay Romanov y Alexandre D’Angelo? —los dos se ríen y tengo la sensación de que aún hay mucho por conocer de su pasado. —Entonces ya conociste a la competencia, eso está bien pero no te sientas menos que ellos, aquí entre nosotros, creo que tienes ventaja así que algo muy valioso debes tener para ella, no lo olvides. Toda la charla que tuvimos los tres ese día en la oficina me dejó pensando en qué era eso tan valioso que veía ella en mí y de pronto pensé en Helena, quizás le hacía recordar algo de ella o un compromiso que se volvió algo más, no lo sé. Luego del trabajo me fui a pie hasta la casa, me tomaría una hora al paso que iba, pero al menos podría despejar mi mente un poco, veo a mi alrededor buscando en las personas las respuestas a mis preguntas, pero sé que no está allí. No tenía nada que ofrecerle a ella, el dinero que tenía era por herencia y una indemnización, pero ella tranquilamente podría superar esas cifras si así lo quisiera, suponiendo que ya no sea así. Llego a un parque con un pequeño lago y me siento pensando en mil opciones sin nada que logre satisfacerme, de repente un niño de quizás ocho años se sienta a mi lado comiendo un helado y viendo el lago muy tranquilo. —¿Por qué estás triste? ¿es porque no tienes un helado? Si quieres te comparto —me pregunta muy inocente a lo que suspiro pesadamente. —No, no es el helado, hay alguien a quien quiero mucho y me pregunto por qué está conmigo. No sé por qué le cuento esto a un niño de ocho años, así debo estar de desesperado. —Porque te quiere. —¿Pero por qué? Eso es lo que no entiendo, no tengo nada especial ni valioso, pero otros dicen que sí. —Pero no te importa lo que digan otros sino lo que piense ella y creo que solo te quiere y ya. Yo quiero a mi mamá, aunque casi no esté en casa por trabajar tanto y me quede solo todo el día, pero cuando ella llega siempre me da un beso, me abraza fuerte y me dice que me quiere, tampoco tengo nada especial, solo soy yo y por eso ella me sonríe y es feliz. —Pero es diferente, ella es tu mamá y la chica de la que te hablo no lo es. —Amor es amor, no vas a estar con una persona que no quieres ¿o si? —Supongo que no. —Creo que los adultos se complican mucho, ella solo te quiere, no importa si es tu mamá, tu amiga, tu hermana o tu novia, solo te quiere y ya ¿no eres feliz solo con eso? a mí me pondría triste que mi mamá no me quisiera. Me quedo en silencio por lo que dijo, es solo un pequeño y pareciera entender más que yo todo este asunto, lo hace tan simple cuando los sentimientos son más complejos, de niño nunca tuve esa habilidad, o eso creo. —¿Qué necesitas para ser feliz? ¿Qué tiene que hacer ella? ¿O qué tienes que hacer para sentir que ella te quiere? Se queda mirándome con esos ojos café tras sus lentes azules y no tengo respuesta alguna más que el silencio. —Te lo preguntaré de otra forma ¿qué sientes cuando ella te ve? —Siento que nada malo va a pasar, que me mira como si no hubiese nadie más y solo quiero estar a su lado resguardándome en sus brazos. —¿Y es malo que te sientas de esa forma? Así me siento con mi mamá, me siento protegido, que me quiere y cuando ella llora, solo nos abrazamos y se calma. —Entonces, ¿solo me quiere y ya? —¿Qué más puede ser? Empiezo a reír como un idiota al comprender al fin sus palabras. —Soy un tonto por preocuparme así. —No lo sé, sabes, quizás puedas comprarle su helado favorito, ahora que llegue mamá le compraré uno con mis ahorros y va a sonreír, si le compras uno a tu novia también lo hará —sonrío al recordarla comer sus dulces y el sonrojo que le provocan. —Lo haré, gracias por escucharme. —¡Jimmy! Escuchamos que gritan y ambos volteamos, veo a una mujer de entre treinta y cinco y cuarenta años, aunque quizás se ve mayor por el cansancio reflejado en su rostro. Lo veo sonreír y ella se acerca a nosotros. —¡Mamá! Ella lo besa y abraza muy fuerte en lo que me ve un poco incómoda y es comprensible. —Cariño te estaba buscando por todas partes no te pierdas así, vámonos ya. —Estaba hablando un rato mientras llegabas. Nos vemos después, cuídate. —Tú también cuídate Jimmy y gracias otra vez por escucharme, iré a comprarle su helado favorito —le guiño un ojo y ambos sonreímos cómplices. —Por cierto, no sé tu nombre. —Es Max, un placer conocerte Jimmy —nos damos la mano, luego miro a su madre con una sonrisa sincera y hablo con voz suave. —Tiene un hijo muy inteligente y es un gran chico, espero que esté muy orgullosa de él. —Gracias, lo estoy, es el mejor del mundo. Lo ve al decir esas palabras y le sonríe de una forma tan especial que me hace terminar de comprender sus palabras. Se alejan tomados de la mano hasta llegar con un hombre, el señor le entrega un helado a su mamá y él pasa el dinero, al voltear a verla ella sonríe con gran entusiasmo dándole un beso en su frente y se van abrazados. Con todo esto, decido tomar mi celular haciendo una búsqueda para comprar unas cosas antes de regresar a casa. Jimmy tiene razón, quizás sea más simple de lo que pienso. Cuarenta minutos después de una travesía, abro la puerta buscándola en todas partes, pero no la encuentro, entonces me dirijo a la azotea y la veo leyendo en el sofá, me acerco a ella abrazándola muy fuerte y al soltarme, me regala esa mirada que me encanta. Levanto la bolsa para empezar a sacar el helado de limón y vainilla con dos cucharas destapándolos frente a ella, noto ese brillo en su mirada para después regalarme su sonrisa que ilumina mi mundo. Tomo con una cuchara un poco de cada helado, se lo doy provocando que cierre sus ojos y haga un suave gemido y le doy un beso que me sabe a felicidad, luego me siento a su lado para quedarnos hablando y riendo con dos litros de helado, ella se pone a horcajadas encima de mí provocándome, pero no reacciono como lo espera. —¿Todo bien? —Todo está perfecto, solo que en este momento tengo algo mejor en mente. —¿Y qué es? —Solo quiero verte, nada más —me mira perspicaz. —Entonces no te importará verme de lejos. Ella intenta ponerse de pie, pero se lo impido abrazando su cintura con fuerza, los dos mordemos nuestros labios y nos perdemos entre miradas y sonrisas, recuerdo todo lo que hablé con Jimmy y suelto las palabras sin pensar. —¿Me quieres? Disminuye su sonrisa, deja las cosas a un lado para descansar una mano en mi pecho y otra en mi mejilla, entonces cruzamos ese horizonte en nuestros ojos y me da un beso que me responde todo, el mismo que nos dimos cuando le canté aquella canción en Suiza. Al separarnos para vernos de nuevo, supe que todo lo malo se había ido, solo somos los dos queriéndonos y ya. Esa noche dormimos desnudos, quedé acostado en su pecho escuchando sus latidos mientras sus manos acariciaban mi cabeza, no necesitaba un viaje por el mundo para eliminar mis miedos, solo la necesitaba a ella conmigo. Despierto con los rayos del sol sintiendo las marcas de su piel, el aroma a cítricos saliendo de su cuerpo y su corazón latiendo tranquilo, la abrazo con suavidad para no despertarla y su brazo rodea mi espalda en lo que su otra mano acaricia mi cabello. Alzo la mirada y ella delinea mi rostro suavemente con sus dedos, al llegar a mis labios sonrío dejando un beso en ellos y ella sigue su camino en mi piel. Nos movemos quedando debajo de ella quien admira cada parte de mi cuerpo, se detiene a ver mis cicatrices y va delineándolas estando atenta a mi reacción, pero yo solo siento que su roce las va eliminando centímetro a centímetro. Baja su rostro besándolas una a una provocándome una cascada de emociones indescriptible, sus besos ascienden y todos mis sentimientos van con ella, así que tomo su rostro para llevarla a mis labios entregándonos de nuevo, pero no entre el sexo salvaje, sino un acto lleno de amor conectando más nuestros corazones que nuestros cuerpos y perdiéndonos en los brazos del otro. Tuvimos un despertar bastante hermoso, un desayuno muy dulce y ahora estábamos empacando para viajar en dos días, quisimos adelantar esta parte para no olvidarnos nada, pues el viaje sería por una temporada un poco larga y preferíamos evitar inconvenientes. Ahora me sentía muy ligero en muchos sentidos y sé que estoy a un paso de llegar al punto que quiero y necesito conmigo mismo, paso que estoy seguro daré en este viaje con ella.
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