Ragnar
Hoy cumplimos mes y medio desde que llegamos a Londres, Max ha ido estabilizándose de los eventos pasados en Berlín logrando dormir sin tener pesadillas tan seguido, en su trabajo por obvios motivos terminaron despidiéndolo, sin embargo, nunca pudieron usar los planos que él les había enviado por temas legales los cuales me encargué con ayuda de mis hermanos, así que se ha dedicado a trabajar independiente con el dinero que tiene y aunque realmente no necesita trabajar para vivir bien, es algo que lo apasiona.
Hace un par de días también nos mudamos a un apartamento más pequeño en la ciudad, en cuanto lo vimos nos pareció perfecto para los dos. Optamos por escoger un pent house con dos habitaciones, tres baños, cocina, sala, comedor, estudio, una azotea que estamos acondicionando como jardín y un balcón, pero anexo a este había una puerta que conducía a otro departamento donde podíamos hospedar a más personas
—Hace una noche espléndida —dice mientras rodea mi cintura por detrás.
—Sí, estamos entrando a un buen punto del otoño.
—Noche, hay algo que he estado pensando, ¿qué opinas acerca de retomar el viaje?
—Pensé que querías quedarte quieto una temporada.
—Y así es, pero recordé lo ocurrido en España y me di cuenta de que enfrenté ese miedo al ponerme en la misma situación contigo, quizás si retomamos el viaje pueda perder el temor a que algo malo pase o no sé.
—Podemos intentarlo, pero solo si estás seguro de esa decisión.
—¿Crees que las cosas se pongan intensas en Irlanda y Escocia? Porque hasta ahora todo ha estado bien en Londres.
—No tienes idea en lo que te acabas de meter, pero creo que será divertido, será una mezcla de Sicilia y Suiza, pero sin Alex.
—A mí me suena bien, entonces ya tenemos destino. —comenta muy entusiasmado.
Escuchamos que llega un mensaje a su celular y él lo revisa, pero a medida que lee va colocando cara de extrañeza.
—¿Ocurre algo malo?
—Todo lo contrario, es de una firma de arquitectos en Londres solicitando una reunión conmigo, pero la persona que lo envía es alguien de renombre que conocí en Washington, según el mensaje, me invitan junto a un acompañante a una cena para conocernos y hacer una exposición para un proyecto.
—Eso es excelente, deberías estar feliz.
—Y lo estoy, pero se me hace un poco extraño porque no recuerdo haberle dejado mis datos.
—Eso no importa Max, te contactaron y te quieren, solo realiza el proyecto y haz la presentación, no pierdes nada con hacerlo.
—Tienes razón no me hagas caso, mejor vamos a dormir un poco que mañana tendré que empezar a trabajar en forma.
Con esa noticia terminamos aplazando indefinidamente el viaje en lo que Max preparaba los planos y llegaba el día de la cena, la cual según dijo sería formal y solo entre socios.
(...)
Día de la presentación
Para esta noche vestí un enterizo n***o con escote en v al frente pronunciado y mangas largas semitransparente, cinturón dorado y zapatos negros cerrados de tacón, Max vistió un traje de dos piezas n***o y una camisa del mismo color que lograba encender mis más oscuros deseos y como en todo este tiempo no habíamos tenido relaciones, puesto que él tenía miedo de lastimarme al hacerme recordar malos momentos con Wesker, o eso decía, me encontraba al rojo vivo solo con verlo.
—Noche, si me sigues viendo así no creo que lleguemos a la cena y es importante estar allí.
—No es mi culpa que te veas ardiente con esa ropa, el n***o te sienta de maravilla.
Levanto mi ceja y muerdo mi labio solo de imaginar todo lo que quiero hacerle en este momento.
—Tú no te quedas atrás, con esa ropa y sobre todo el escote, o consigo el trabajo o logras que te secuestren por estar provocando a otros, eso sin mencionar el labial rojo que llevas.
—Bueno, querías que fuera a apoyarte, entonces debo verme presentable para la ocasión.
Siento de nuevo esa mirada llena de lujuria en él, sé que también lo desea y lo demuestra más al besar mi cuello suavemente, sabe que odio que haga eso, no son más que provocaciones de parte de él, así que bajo mi mano sintiendo su bulto crecer mientras lo acaricio sobre la tela.
—Maldición noche, eres peligro puro, pero vámonos ya que no quiero perder esta oportunidad, prometo que te lo compensaré.
—Te lo dejaré pasar por esta vez D’Porti, pero cobraré esa promesa, bien sabes que no me provocas sin pagar las consecuencias.
Luego de ese momento que me dejó muy caliente fuimos a la dirección que le indicaron, al llegar, él me ayuda a bajar del auto y nos dirigimos al piso indicado, recibo una llamada y le pido que se adelante mientras atiendo.
(…)
Max
Sigo mi camino encontrándome con un pasillo largo hasta ver a Carlos acercarse, tenía su particular sonrisa de magnate que tanto lo caracteriza y nos damos un abrazo por todo el tiempo que llevamos sin vernos.
—D’Porti pensé que traerías compañía, por algo te lo sugerí, así no estarías tan nervioso frente a los socios.
—Si lo hice solo que recibió una llamada, si no te importa me gustaría esperarla antes de entrar.
—Vaya, cuanta caballerosidad ¿eres así siempre o ella es muy especial?
—Las dos y ella se merece lo mejor.
—Eres único D’Porti, me encantaría conocer a la que robó tu corazón, estoy seguro que es una chica muy afortunada.
—No, el afortunado soy yo por tenerla en mi vida.
En ese momento la veo ingresar por el pasillo caminando de una forma que va encendiendo todo mi mundo, ella sí sabe cómo lucir diabólicamente sensual con lo que tenga. No puedo evitar sonreír al verla venir como una diosa, algo de lo cual Carlos se da cuenta y se voltea a ver en dirección a donde yo lo hago, de pronto noto que su sonrisa se desvanece unos segundos para sacar una aún más grande.
—Por todas las diosas del Olimpo, Ragnar Wintar de nuevo en mi presencia.
Se dan un abrazo con un cariño tal que ya estoy viendo otra historia aproximarse.
—Carlos ¿cómo has estado? Años sin saber de ti.
—Pero mira que yo sí supe de ti a pesar de que te perdiste varios años, esperaba que fueras a visitarme a Nueva York, incluso hablé con Richard para que fuésemos al club cuando aparecieras.
—Lo siento, tuve otras cosas que hacer y la verdad me olvidé por completo de muchas personas, pero ya ves, el mundo nos quiere reunidos de nuevo.
—Ya veo, espera un momento, Max, no me vas a decir que la afortunada es ella ¿o sí?
—No, el afortunado soy yo, ella es mi razón de ser.
—Este mundo es demasiado pequeño, pero vamos adentro, quiero ver la cara de Richard cuando te vea y más por cómo luces esta noche, te ves despampanante, ya estoy escuchando a todas las brujas soltar sus sátiras.
Entre risas vamos entrando y Carlos nos va presentando con todos los demás socios y sus esposas, puedo darme cuenta que ella no es para nada indiferente a los ojos de todos, incluso las mujeres hablan de ella tal y como dijo Carlos.
Seguimos la velada entre charlas y champán, aunque Ragnar y yo optamos por tomar gin and tonic ya que las bebidas fuertes nos sientan mejor. Escuchamos de pronto una copa partirse y a lo lejos vemos una mujer gritar histérica saliendo del lugar, luego un hombre ingresa pidiendo disculpas hasta que saluda a Carlos el cual dice tener una sorpresa para él, se dirigen hacia nosotros y al vernos se detiene en seco dándome una idea de a quién ve.
—Charly, dime que no es una alucinación lo que tengo frente a mí —Carlos se ríe y le da un pequeño golpe en las costillas haciendo que este reaccione.
—Vamos Richard ¿qué son esos modales? Quiero presentarte a nuestro próximo integrante Massimo D’Porti, porque sé que serás parte de nuestro equipo —aclara con complicidad —y a su acompañante no tengo que presentarla, ella lo hace sola —le guiña un ojo a lo que ella suelta una sonrisa de lado.
—Max, él es Richard Benet, socio, amigo, hermano y posible cadáver si sigue babeando mi alfombra —suelta Carlos provocando una risa en todos.
Estrechamos nuestras manos y luego extiende la suya a Ragnar la cual toma y él deja un beso en su dorso sin salir aun de su asombro. En serio que esta mujer es una bruja para conseguir siempre ese efecto en los hombres.
—¿Vas a seguir babeando o me vas a abrazar Benet? porque sé que te mueres por hacerlo.
Él sin dudarlo va hacia ella abrazándola hasta alzarla con gran alegría.
—Pareces aún más una diosa con esa ropa Ragnar, es increíble que te tenga de nuevo frente a mí, disculpa Massimo no quise ser impertinente, pero no imaginas cuántos años llevo esperando ese abrazo.
—Tranquilo, comprendo el sentimiento.
Pasamos a la cena entre temas triviales, Carlos y Richard estaban fascinados por ver de nuevo a Ragnar, los demás socios solo babeaban por ella y las mujeres la miraban con ganas de matarla, por mi lado, estaba más que feliz de disfrutar esta velada escuchando de nuevo anécdotas sobre ella.
Luego de la cena me dirigí con todos los socios a un despacho en lo que las mujeres se quedarían en el salón principal conversando, los chicos insistieron a Rag de ingresar, pero ella dijo que debían prestar atención a mi presentación para dar una respuesta objetiva, a fin de cuentas, ese era el motivo real por el que estábamos aquí.
Ingresé con los nervios a flor de piel pues sería una excelente oportunidad trabajar con ellos, presenté todos los planos y respondí las preguntas de cada uno, incluso atendí a sugerencias que me hacían dejando a todos encantados con las ideas que les di, ahora solo restaba esperar la respuesta en lo que debatían en privado.
Ragnar
Me quedé en el salón principal esperando a que los demás salieran, deseaba irme de aquí pues no soporto a las personas como ellas, es por eso que suelo tener más hombres a mi alrededor.
Cansada ya de escucharlas hablar de estupideces, me dirigí a la barra a conversar un rato con el cantinero cuyo nombre es Abel, según me contó, llevaba poco tiempo en Londres y había escapado de Siria al sobrevivir de un atentado de su familia por su orientación s****l. Las leyes en esos países tienden a ser extremistas en varios aspectos, pero siempre encuentras personas como él que desean salir adelante y tener una vida feliz y alejada de esos reglamentos.
Me comentó también que trabajaba de lo que saliera para poder pagar un cuarto y tener algo que comer, era el típico chico bueno y aplicado con toda la ilusión de hacer sus sueños realidad.
Tras varios minutos veo que Max se dirige a mí y nos quedamos hablando con Abel entre los cocteles que nos preparaba, que de por sí eran deliciosos y más con su toque personal. A los quince minutos vemos a los socios salir del despacho, se acercan para felicitar a Max por su presentación y darle la bienvenida a la empresa, dijeron que mañana tendría que dirigirse a la oficina para firmar el contrato y empezar enseguida a trabajar, hablamos un poco más de varias cosas con los socios y antes de irnos dejé mi número a Abel para que se comunicara después conmigo.
Llegamos a casa y en lo que me quito estos terribles zapatos sintiendo el frío suelo, Max prepara algunas bebidas, lo espero en el balcón y tras un par de minutos siento su boca pasearse por mi cuello con un cubo de hielo.
—Si sigues así no respondo por mis actos.
Él sonríe diabólicamente y deja caer el hielo en mi escote colocando un rostro de inocencia, besa mi oído para volver a pasearse por mi cuello, sus dedos se dirigen peligrosamente por mi escote y siento el calor subir por todo mi cuerpo, introduce su mano buscando el hielo y recorre mis senos con él provocando que mis pezones se endurezcan. Su otra mano retira mi cinturón y la parte alta del enterizo, baja el hielo por mi abdomen haciendo figuras en él hasta provocar una corriente que se dirige a mi centro aclamando su atención, al sentirlo en mi vientre, arqueo mi espalda soltando un gemido y abro mis piernas para darle acceso a la zona.
—Lamento la demora noche, solo necesitaba un poco de tiempo, pero creo que exageré, verte con ese traje y la forma en que todos te devoraban con la mirada solo desató lo peor de mí —su voz era ronca excitándome con desenfreno.
—Max, no te detengas —dije casi en una súplica.
Él nunca se detuvo mientras habló y esperaba que no se arrepintiera. Siento un mordisco en mi hombro justo cuando pasa el hielo por mi clítoris haciéndome gemir fuerte y mis caderas comienzan a moverse sin permiso.
—Esto es para agradecerte por tu paciencia y espera mi noche.
Se para frente a mi dejando el hielo introducido en mi centro, lo veo quitarse poco a poco la ropa torturándome a cada segundo, queda solo con la camisa negra abierta y el bóxer n***o, luego se arrodilla ante mi abriendo más mis piernas y de un solo tiro se abre paso entre ellas al rasgar la tela. Conectamos nuestros ojos bañados en deseo, introduce hielo picado en su boca y se acerca a mi centro haciéndome sentir esa explosión de éxtasis entre sus labios y lengua que están fríos y acelera sus movimientos produciendo gemidos en mí, sentí que explotaría en cualquier momento. Tanto tiempo de sequía me cobraba una factura muy alta y más porque la última vez fue en la despedida que tuve con Oz hace un mes, una venganza que amerita ser repetida.
Tras provocar mi primer orgasmo, retira el resto del vestido dejando mi cuerpo expuesto para él, comienza a recorrer mis senos con su boca y sus manos de una forma que me enloquece, sus dedos se abren paso entre mis pliegues evitando que el fuego se extinga y justo antes de llegar al orgasmo lo detuve para quedar encima de él.
Era magnífico recorrer de nuevo su piel, pasear mis uñas por ese desierto entre sus cicatrices y llegar a su m*****o que ansiaba sentir de nuevo mi lengua, no quise torturarlo, todo lo contrario, le hice saber cuánto lo extrañaba recorriendo hasta el último milímetro de él con pasión y antes de lograr que terminara en mi boca, él me detiene, así que no lo pienso ni una vez para sentirlo de nuevo en mi interior.
Es una delicia, no veía la hora de volver a tenerlo de esta forma, nuestra necesidad de deseo aumentaba, arremetíamos sobre el otro, solo queríamos vivir ese instante sin pasado ni futuro y pusimos a flote nuestro placer en el balcón como hace mucho no lo hacíamos. Lo llevé a la alfombra de la sala para apoyarme con el sofá brindándole una vista de espaldas y él arremetió contra mí con fuerza mostrándome cuánto extrañaba esto, todo fue intenso, sucio, exquisito y de nuevo éramos uno.
—Recuérdame que no me atreva a hacerte esperar demasiado sirena —me dice con la respiración agitada.
—Me alegra que te sientas mejor porque la noche recién comienza —nos miramos y ambos nos sonreímos con picardía.
Ya no habría más separaciones y desde ahora nos encargaríamos de recordarnos cuánto nos amábamos.