53. VENGANZA

2451 Palabras
Alexandre Ahora que por fin había cumplido con mi palabra de hacer legal el papeleo, era momento de ir pensando cómo introducir a David en la vida de mi ángel, en especial, porque él tendría que compartir tiempo con otros hombres de su vida y sus hermanas, mismas que espero pueda conocer pronto. No me agrada por completo la idea de pensar que quizás Nicolay se atreva a meterse con mi hijo ahora que estarán tan cerca, así como estoy seguro de que él pensará lo mismo con respecto a mí y a Max sobre sus hijas, en especial porque ya sabe que las gemelas se llevan bien con nosotros, pero sé que una vez nos podamos reunir; en algún momento hablaremos esto con calma y buscaremos el mejor punto de equilibrio para todos, al menos la ventaja es que estábamos cerca y Londres no era nada en comparación a Nueva York que tomaría más horas de vuelo para todos. Por otra parte, algo que me dejó un poco sorprendido y pensativo hoy fue la ayuda de Oz en el restaurante, hubo mucha intervención en este punto con respecto al proceso y más con la firma, pero sé que lo hizo especialmente por ella, no sé qué intenciones tenga con mi hijo, quiero confiar en mi ángel y pensar que no le hará daño, pero con lo hecho la última vez y conociéndolo como lo conozco, sé que cualquier cosa puede pasar con él. —De seguir así no dormirás nada angelo y te recuerdo que mañana tienen un vuelo por tomar. Sus brazos me rodean regalándome calma entre su aroma a lavanda y naranja que me traen buenos recuerdos. —Lo sé ángel, iré en unos minutos. —De acuerdo, te espero en la cama. —Espera, ¿te importaría quedarte conmigo un rato? No sé cuándo nos volvamos a ver y quiero disfrutar a solas contigo —rodea el sofá y se acuesta quedando encima mío. —Gracias, extrañaba tenerte así. —Yo también te extrañé. —Sabes, llevo años pensando en este momento y ahora que es real sigo sin poder creerlo, es como si cada vez que te viera con David fuese solo otra ilusión de mi cabeza. —Pero no lo es y al final cumpliste tu cometido. —No del todo —levanta su rostro expectante apoyándolo sobre mi pecho. —Me falta casarme contigo para mostrarles a todos que eres completamente mía —ambos reímos en lo que niega con su cabeza. Bien sabe que me gusta hacerla reír al decirle eso y más porque es una provocación contra Nicolay, misma que nos da muchos escenarios para reírnos de las situaciones. —Estás loco angelo, solo espero que un día no te dé por cachetearlo con un guante o te juro que entre los chicos y yo nos divertiremos como nunca a costillas de ustedes. —No sería una mala idea, quizás para las vacaciones podamos hacerlo ¿Cómo lo quieres, con espadas, al estilo del viejo oeste o a los golpes? Ella muerde su sensual labio lanzando esa mirada pecaminosa que me dice que mil ideas atraviesan su mente sin parar. —Dame este tiempo para pensarlo bien, porque sería interesante una pelea, pero recrear una escena de vaqueros no está nada mal, alimentaria mucho la vista con ustedes. Por eso la adoro, ella siempre sabe cómo divertirme con sus ocurrencias y sus locuras. Esa noche la pasamos hablando de muchas cosas a futuro, no niego que más de una vez quise hacerla mía, pero escucharla e inundarme de todos los planes en familia que hacíamos me llenaban de una forma indescriptible, incluso escuchar sus dudas y miedos se volvió fascinante pues me enseñaba su fragilidad, dejaba de nuevo esa coraza de guerrera a un lado mostrando el corazón de la mujer que me enamoró y que anhelo proteger hasta el fin de mis días. Como era de esperarse, al día siguiente mi hijo se negaba rotundamente a irse de su lado, pero por desgracia no podía dejarlo, debía volver a sus clases y más ahora que está progresando tan bien en ellas, sigue siendo retraído con otros niños, pero al menos se divierte leyendo y comparte mucho con Iván, Piero y otros de mis hombres de confianza. —Nos veremos pronto mi pequeño cielo, por ahora quiero que sigas siendo el mejor de todos y no olvides cuánto te amo. —¿Esperaré mucho? —No, solo será hasta las vacaciones y entonces nos reuniremos de nuevo. Mi ángel lo aparta un poco levantando el rostro de David y siento que el mundo se ilumina alrededor de ellos. —No olvides que te amo David y que estoy muy orgullosa de ti, nunca te avergüences de quién eres cielo. —No lo hago porque soy un Wintar —mi ángel y yo sonreímos ante sus palabras en lo que ella deja un beso en su frente. —Y también eres un D'Angelo y como tal eres alguien encantador, leal a tu familia y el chico más guapo de todos. Es tan hermoso verlo sonrojarse con su inocencia ante sus palabras, que deseo llenar más mi mente de estos recuerdos invaluables de mi familia. Sin más, nos despedimos de nuestro amor y partimos nuevamente a casa, David queda un poco triste por la separación, pero sabe que ahora el vínculo con su madre es inquebrantable. (...) Dos días después Ragnar —¿No hay alguna forma de escapar de ti? —¿Alguna vez has querido hacerlo? Su sonrisa se ensancha y se arroja a mis brazos dándome un beso en la comisura de mis labios, luego se hace rápidamente a un lado fastidiada y deja que mi hermano me salude con un beso y un fuerte abrazo levantándome un poco, a lo que yo aprovecho y cruzo mis piernas en su cintura. —Estás radiante. —Siempre lo estoy, por algo soy digna hija de esta familia. —Lo sé, así como tampoco hay dudas de que esa belleza y encanto es de mamá. Para Liam siempre fue muy claro quiénes eran las mujeres más importantes de su vida, lo que no me queda claro es por qué esos dos se pelearon ahora, pero sé que después Vero se encargaría de desahogarse conmigo. —Bueno hermanita, me encantaría pasar este día contigo, pero tengo asuntos que atender. —¿Vendrás a almorzar con nosotros? —Lo siento, será en otra ocasión, tengo la agenda ocupada y en la noche debo dormir temprano ya que debo viajar a primera hora. —De acuerdo, pero ve que me debes algo. —No te preocupes, te llegará más tarde, no creerías que dejaría a mi hermana sin su regalo de compensación por mi abandono ¿o sí? Por eso lo adoro, siempre busca complacerme con lo que yo quiera. Nos despedimos con un último beso y abrazo, a Vero apenas y le da uno en la frente, lo que le fastidia demasiado ya que lo hace con esa intención, pero igual evita decir algo y es cuando cada quien toma su rumbo siendo el de nosotras mi casa. —¿Me dirás lo que ocurre o tengo que sacártelo a las malas? —Nada que no sepas ya, tu hermano es un idiota que cree ser mejor que yo. —...este discurso ya me lo conozco. Nos fuimos todo el camino comentando sobre una tonta pelea más entre ellos por un tema de poder laboral y al llegar a casa nos relajamos un poco más con un ginebra que ella sirvió. —¿Sedienta? —comento al ver que bebe su tercer shot de un golpe. —Emocionada. No hizo falta preguntar para saber que tenía planeado ejecutar una loca venganza, la vi hacer esa maquiavélica sonrisa tantas veces en el taller que la memoricé muy bien, además de que yo fui muchas veces la persona con quién se desquitaba cuando peleaba con mi hermano, pero esta vez ella tenía algo más interesante entre manos. Me acerqué a ella con tiento y la tomé desde atrás en lo que iba a servir otro shot, hice su cabello a un lado y repasé el cuello con mi lengua estremeciendo todo su cuerpo. —¿A qué vas a jugar sin mi permiso Verónica Snow? —Yo... amm... —su respiración se agitaba un poco más al sentir mi tacto bajo sus prendas y el deslizar de mis dedos sobre su bralette. —Yo solo... tengo una reunión que atender. —¿Una reunión? Interesante ¿Y con quién será? —contuvo un gemido al instante de tomar sus pezones entre mis dedos y pellizcarlos sobre la tela. —Son unos clientes importantes. Intenta retomar el control en sí misma alejándose de mí para sentarse en el sofá, así que voy de nuevo hacia ella, me posiciono sobre su cuerpo y levanto sus brazos llevándolos hasta el bracero del sofá, lugar donde había dejado esta mañana una cuerda amarrada al tener un momento a solas de calentura. Vero intenta zafarse del amarre sin éxito en lo que yo voy subiendo la blusa y su falda lo suficiente, se ve tan exquisita cuando intenta controlarse conmigo, que es evidente que todavía sigo estremeciendo su cuerpo con locura. —Rag deberías dejarlo aquí, de pronto puede llegar Max y vernos. —No me ofendas así Vero, ve que utilizar así a Max cuando muchas veces te excitaba la idea de que pudiera encontrarnos en la oficina —negué con mi cabeza perversa y pasé mi lengua en su abdomen sin apartar la mirada de sus ojos. —Igual no tienes que preocuparte por él, salió muy temprano a una reunión, ya sabes, con clientes importantes. Mordí uno de sus senos liberando un gemido en ella y mis manos se iban deslizando entre sus piernas. —Pero déjame adivinar, irás con dos clientes —pasé dos dedos sobre su ya húmeda braga. —son mujeres —presioné su clítoris entre mis dedos sacando otro gemido en ella. —y son rubias. Ella abre sus ojos muy sorprendida, sonreí victoriosa y en un segundo aparté la tela arremetiendo sobre sus pliegues con mi boca, esta vez no retuvo nada y dejó que su cuerpo sucumbiera entre mis labios sedientos de su placer. Escuché cómo repasaba las uñas sobre la tela, su espalda se arqueaba y el éxtasis aumentaba en ambas. —¿Cómo es que siempre adivinas? —pregunta con dificultad entre jadeos. —Porque has sido mía desde hace años y te conozco bien, pero si quieres saber los detalles tendrás que quedarte con la duda porque ese es mi secreto. Continúe con mi labor hasta que su cuerpo comenzaba a temblar dándome el aviso de que estaba a punto de correrse, pero justo antes de que lo hiciera me detengo abruptamente, su cara de frustración es tan grande que no necesita decir una palabra para expresar su súplica. —Te castigaré por tu insolencia Verónica Snow, bien sabes que a mí no me debes ocultar esas cosas. Me levanté retirando mi ropa bajo su atenta mirada y luego coloqué mi blusa sobre sus ojos, busqué algunas cosas en la habitación y volví con ellas a la sala, me deleitaba con la súplica de Vero para que no la dejara de esa forma, es tan bella que siempre supo cómo prender esa llama en mí. En un inesperado movimiento la hice quedar en cuatro y antes de que pudiera emitir sonido alguno ingresé en ella con el arnés que había puesto en mi cadera, encendí el succionador dejándolo en su clítoris y arremetí como tanto le gusta. No sabía cuánta falta me hacía estos encuentros con ella hasta ahora, pero me encargaría de aumentar su placer y tortura. Así como hice en el oral, me detuve en seco antes de que llegara al orgasmo dejándola por segunda vez con ese cúmulo de placer, la dejé nuevamente boca arriba deleitándome con su profundo y excitante odio, mismo que sabía desquitaría en el trío con esas rubias y después con Liam... Creo que debería cobrarle a mi hermano por la ayuda conyugal que le he dado a lo largo de los años. —Quiero sus nombres Vero o volveré a castigarte en el tercer intento. Ingresé una, dos, tres veces dejando una pausa de cinco segundos en cada una a la vez que el succionador hacia su trabajo en cada estocada. —Cinthya —respondió al sentir dos rápidas estocadas seguidas. —¿Y la otra? —Amelie —jadeó al sentir que aumenté la velocidad del juguete. —¿Y bajo qué pretexto lo harán? Bajé su blusa dándole a entender que terminaría con esto si no me decía y tiré de la cuerda provocándole un poco de dolor. —Venganza contra el chico de Amelie, el de Cinthya y también contra Liam —soltó rápido y así mismo actué al ella finalizar. La penetré intensamente y coloqué al máximo el succionador provocando una explosión exquisita de gemidos en ella, la liberé de sus cuerdas y al estar su gran orgasmo a las puertas de ser liberado, vuelvo a cortarlo en seco, tomo su cuello fuerza y muerdo su labio inferior. —Espero que disfrutes tu tarde de chicas Vero, ahora sal de mi casa o le diré a Liam que te cargue de trabajo hasta medianoche. Sabía que era capaz de hacerla sufrir con eso y no tuvo más remedio que irse muy frustrada, pero sé que esto la haría desquitarse bastante con esas chicas y en especial con mi hermano, a quien por cierto le envié un buen regalo para que use en la reconciliación de esta noche. Me levanto retirando el arnés de mi cuerpo y voy por un poco de agua a la cocina cuando escucho que abren la puerta, sus pasos se van acercando en lo que yo sigo de espaldas buscando la botella de agua en la nevera y sus brazos me rodean dejando un casto beso en mi cuello. —Iba muy enojada cuando la vi salir del edificio. —Eso se gana por no decirnos nada, mira que privarnos de un trío como ese, es el colmo. —¿Y sabes también cuál es otro descaro? —intensifica su abrazo y repasa mis cicatrices hacia el sur. —que me impediste jugar con ustedes. —Lo sé, pero estaré encantada de pagarte por eso. —Claro que lo harás mi pequeña, claro que lo harás. Sacó de su bolsillo dos pinzas vibradoras para los pezones y el succionador que había dejado en el sofá mostrándome cuál sería el comienzo de su desquite...
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