52. CÓMPLICES

3028 Palabras
Tres días después Ragnar Comencé a escuchar unos murmullos a lo lejos que no coincidían en nada con mi sueño, pronto me di cuenta de que estos se hacían más fuertes, aunque eran incomprensibles, abrí mis ojos con un poco de pesadez y de pronto un fuerte estruendo me hace levantarme, vestí una bata antes de salir a la sala y las voces se hacieron más intensas, pero nada me preparó para aquella imagen que yacía frente a mí una vez bajé las escaleras. —¿Qué significa esto? Todos los presentes se quedaron mirándome en silencio hasta que una voz interrumpió el momento con un muy entusiasta grito que aceleró mi corazón y alegró mi mañana como nunca. —Mutter! Salió corriendo hacia mí y caí de rodillas ante él recibiéndolo en un fuerte abrazo que iluminó mi vida más que el sol. —Mi pequeño cielo —lo separo un poco para ver su maravilloso firmamento y él no tarda en darme una sonrisa seguido de otro abrazo. —Lamento si te despertamos ángel, es solo que David se puso un poco inquieto al no verte y bueno... pasaron algunas cosas. Me quedo mirando con atención el lugar dándome cuenta de a qué se refiere, por lo visto David tuvo otra rabieta y quebró un par de cosas logrando llamar mi atención por completo... Creo que ya va siendo hora de ponerle un alto o las cosas se saldrán de control cuando venga y estén las gemelas o Adrien aquí con él. —Después hablaremos tú y yo de esto David, no puedes hacer estas cosas, no está bien. —Quería verte y ellos no me dejaban. —Entiendo cielo, pero tampoco estuvo bien lo que hiciste y si este tipo de cosas se vuelven a repetir tendré que hacer algo que no te va a gustar ¿entendido? —asiente en silencio escondiendo su cabeza en mi cuello y tomándolo con fuerza. Sé que al hablarle en un tono severo tiende a ser más aplicado y obediente a la hora de acatar una orden, en especial si se trata de mí, así que espero en verdad no tener que pasar por esto otra vez. Sin más, dejo a un lado la situación y saludo a Iván y Alex quienes me ponen al día de cómo ha estado todo en lo que Max llega a casa al cabo de unos minutos tras comprar algunas cosas, puesto que no estábamos preparados para recibir visitas. Después de eso nos dirigimos al enorme mesón de la cocina para hablar en lo que que hacíamos algo de comer y mi pequeño quiso sorprenderme al mostrarme cómo hacia algunas formas en las frutas haciéndolas ver más llamativas, pero lo que él no sabía es que estaba más embelesada viéndolo a él, en solo unos meses había crecido más, sonreía y hablaba con más soltura, además de que su semblante era el de un niño muy seguro de sí mismo. —Ángel sé que esto fue una visita de la cual debimos avisarles, pero creo que la emoción nos ganó a David y a mí y queríamos compartirla con ustedes lo antes posible. El rostro de Alex brilla tanto como el de nuestro hijo, extiende una carpeta abriéndola frente a mí y me doy cuenta que son los papeles donde se impugna la maternidad de Katherina, a su vez que se encuentran los otros donde se me hace el reconocimiento de maternidad sobre David. Es imposible no sonreír al verlos y más al recordar las palabras de Oz años atrás, cuando dijo que él volvería a mis brazos y que Alex nunca lo apartaría de mi vida. —Solo hace falta que pongas tu firma, el sello del juez y legalmente nuestro hijo llevará tu apellido. —Sí, seré un Wintar, aunque dijiste que ya lo era —contesta mi pequeño con suma inocencia. —Y siempre lo serás David, nada ni nadie te quitará ese derecho. La más pura felicidad es lo que todos irradiamos en ese lugar, incluso Max nos felicita muy entusiasta por el hecho, dejándome tranquila al saber que él también será parte de la vida de mis hijos y los acepta con mucho cariño. (...) Luego de tomar un baño con David (quién decidió sí o sí entrar conmigo para ayudarme y de paso él también tomar una ducha para verse más apuesto, según dijo), hicimos algunas preparaciones y fuimos al juzgado para hacer lo correspondiente, por desgracia nos informaron que debíamos esperar algunas horas ya que el juez tuvo un percance y nos programaron para venir a las dos de la tarde. Sin muchas más opciones accedimos y optamos por dar un paseo cerca de la zona para matar el tiempo, pero más que nada para distraer a David quien se sentía un poco inquieto al ver que no firmaba los papeles. Por lo visto él había comprendido demasiado bien la importancia de esto y quería a como dé lugar que se realizara lo antes posible. —Solo serán unas horas cielo, pero de hoy no pasa que firmemos los papeles, ya lo verás. —¿Ragnar? Todos fijamos la mirada en un mismo punto encontrándonos con Trav, sus hijos, Roxanne y Oz, siendo este último quien mantiene su mirada fija en David y viceversa... Esos dos parecieran guardar tantos secretos como los que tengo con Oz. Nos vamos acercando entre todos para saludarnos y hacer las presentaciones correspondientes, Trav queda con una sonrisa al ver a mi pequeño en brazos quien lo saluda sin problema, Oz por otra parte se mantiene al límite con todos como un halcón. —¿Y qué hacen aquí? —Hemos venido para hacer oficial el reconocimiento de maternidad de David, pero nos dejaron en espera hasta las dos ¿y ustedes? —Quisimos aprovechar que mi padre seguiría en la ciudad un par de días más para hacer el registro de nacimiento cuanto antes e ir a celebrar, pero ya que nos encontramos ¿qué les parece si nos acompañan? sería perfecto tenerte con nosotros, digo, ya que no respondiste las llamadas. Me quedo un poco extrañada ante sus palabras y al revisar mi campera me percato que no tengo el móvil, recordando que el último que lo tenía era David. —Lo siento, lo dejé en casa. —No te preocupes, igual estás aquí y tenemos a más personas. Con este cambio de planes nos regresamos para ser testigos del registro de la nueva integrante de la familia Oz y después nos fuimos todos a un restaurante donde ya tenían lista una reserva, prepararon los puestos extras y nos quedamos entre todos charlando y celebrando. A pesar de que nosotros no habíamos podido hacer todavía lo nuestro, Travis insistió en que había que celebrarlo ya que es un evento que de igual forma iba a suceder, lo que nos pareció bastante lógico y así lo hicimos. —Por lo visto alguien está muy ansioso. Comenta Oz sonriente al ver que David no ha tocado un bocado de su helado, este lo observa frustrado y acuesta su cabeza en mi pecho. —Pronto se hará cielo, no te preocupes. —Es cierto pequeño, lo más demorado son los papeles y esos ya están listos, solo falta el juez y todo quedará hecho. David no responde nada y solo queda abrazándome con fuerza perdido en sus pensamientos. Opto mejor por dejarlo tranquilo y seguir hablando con los demás. —Por cierto pequeña, el otro día estaba con Borson y Carlx tomando unas copas y nos topamos con una avecilla juguetona. Quedo intrigada ante sus palabras y él me entrega un audífono para después reproducir un audio, con el pasar de los segundos mi semblante va cambiando y al cruzar miradas con él conectamos la misma oscura idea. —Muy interesante. —¿Verdad? Creo que la distancia ha hecho que algunos olviden a quién deben su lealtad, de igual forma te envié la información de los involucrados para que te deleites con ella. —Muy bien, después la revisaré con calma y nos encargaremos de ese asunto personalmente. Oz deja un apretón en mi mano seguido de un beso en el dorso y de pronto vemos que Travis nos observa con una sonrisa cómplice, sabe que será divertido lo que haremos y algo digno de recordar. Esto es lo que me encantó siempre de ellos, con Trav hubo un lazo muy especial que trajo muchas cosas positivas para todos y ahora que no habían barreras ni secretos entre nosotros sobre el pasado, era mucho más divertido este juego de tres, aunque igual siempre hemos sido una tripla muy particular. El tiempo siguió su curso y con ello la impaciencia de cierto pequeño fue en aumento, aún cuando le insistimos de ir a jugar con Billy, se negó rotundamente, él tenía la mente en una cosa y nada lo haría tranquilizarse hasta que no se cumpliera el hecho. —Pequeña ¿todavía tienen los papeles con ustedes? —pregunta Oz de la nada luego de volver con Trav y Billy de la zona de juegos para niños. —Sí, los tiene Alex. —Permítemelos un momento. Alex entrega la carpeta y vemos a Oz alejarse hasta otra mesa, se queda saludando a algunas personas y al cabo de unos minutos regresa con uno de los hombres que estaba con él. —Les presento al juez Yates, él trabaja en el mismo juzgado en el que estábamos y podrá hacer valer el documento para dejar todo listo de una vez. Todos estaban sorprendidos por el hecho, pero mi pequeño y yo lo veíamos con una felicidad que solo nosotros podíamos comprender en medio de nuestras cómplices miradas silenciosas. Así, después de presentarnos y que el juez revisara que todo estaba en regla, él y Alex firmaron los documentos, entonces los pusieron frente a mí junto al bolígrafo y tuve un extraño sentimiento en el momento. De pronto todos se quedaron mirándome expectantes y la presión que sentía se volvió abrumadora, les pedí me dieran un momento para ir al baño, David quiso ir, pero necesitaba estar a solas para comprender bien esto que sentía. Coloqué un poco de agua en mi rostro y me vi en el espejo, todo esto se volvía más intenso, tenía ganas de vomitar, un horrible escalofrío se esparcía en mi cuerpo y mis manos temblaban sin saber por qué. —Imaginé que te pondrías ansiosa por la situación. —vi su rostro por medio del espejo y aparté la mirada. —Solo necesito un momento, no tardaré. —Dile esa excusa a ellos pequeña, pero a mí no me salgas con eso ¿Desde hace cuánto estás con pesadillas? —Desde que hablé con Travis. Oz me resguarda entre sus brazos e introduce sus manos en mi blusa acariciando mis cicatrices igual a cuando era una niña, logrando calmar la avalancha de ansiedad que sentía dentro de mí. —¿Qué te preocupa pequeña? —Temo no ser suficiente para ninguno de ellos, no es lo mismo hacerse cargo de un imperio que cuidar de un hijo, menos de cuatro si incluimos a Adrien. —Aunque a él no lo adoptaste. —No, pero eso no cambia el sentimiento entre nosotros. Sé que esto pudo dejar confundido a David, pero no sé qué hacer. —¿Amas a tu hijo Ragnar? —A todos y cada uno. —¿Darías tu vida por ellos sin importar las cicatrices, la sangre, el dinero o el tiempo que te cueste? —Daría lo que sea con tal de que estén bien y felices, lo sabes perfectamente Oz. —Entonces no te preocupes por nada que lo demás surgirá poco a poco —me aleja lo suficiente acunando sus manos en mi rostro. —Nadie sabe cómo ser padre, no hay un manual para eso, pero si estás decidida a darlo todo entonces te aseguro que cada duda y angustia que llegues a pasar valdrá la pena y tus hijos te darán una gran felicidad mi pequeña. —¿Y si llegan a odiarme por ser como soy? Es que no soy tan amorosa y afectiva como Livi o Roxanne. —A ellos no les va a importar que seas o no como ellas siempre y cuando los guíes, ames y les des resguardo en tu vida, confía en mí pequeña, yo sé de lo que hablo. Tenía algo en su mirar tan profundo que pude recordar todo lo que me había contado años atrás sobre cómo fue tener a Travis, las luchas internas que ha tenido que batallar desde entonces y el esfuerzo que sigue haciendo para guiarlo ahora que es padre de dos hijos. —Confío en ti Oz, pero yo... —Yo confío en ti mi pequeña, sé que lo harás bien y si necesitas algo tendrás suficientes manos que te ayuden y voces que te guíen. —¿La tuya está entre esas? —¿Alguna vez te he abandonado? Y sabes de lo que hablo. Ambos reímos al recordar algunas cosas que pasamos juntos y él une nuestros labios calmando un poco mi ansiedad. —¿Entonces? ¿Qué dices? —Digo que fue más fácil con las gemelas al tener la adrenalina encima. —Si quieres te puedo ayudar también con eso. Comenta seductor y sus labios arremeten los míos desenfrenadamente, sus manos van abriendo mi pantalón e introduce sus dedos regalándome un placer como solo él puede darlo, mis gemidos no tardan en salir y él los silencia entre besos. —Entra —supliqué. Abrí su pantalón bajando lo suficiente al igual que él hizo con el mío e ingresó haciéndome olvidar por completo lo que sentía, arremetió sin límite hasta que llegamos a un pico alto de placer y dejó una mordida en mi labio inferior saliendo lentamente de mí. —Con esto será suficiente por ahora. —Eso es cruel y lo sabes. —Después celebraremos tú y yo por lo alto mi pequeña, pero hay alguien que te está esperando y ansía verte. Nos organizamos recuperando de a poco el control y me abraza dejando un casto beso cargado de mucho sentimiento. —¿Nos vamos? —Vamos —respondí más segura. Al salir del baño encontramos a David sentado en una silla con unos papeles y el bolígrafo en mano, pero a pesar de que me ve no viene hacia mí, lo que me preocupa un poco y más al ver su semblante triste. Nos acercamos a él quedando a su altura y levanto el rostro de mi pequeño para que nos vea. —¿Qué ocurre cielo? —¿Soy tu hijo? Su voz se entrecortó un poco al hacer la pregunta y sus ojos cristalizaron, aunque evitaba llorar ejerciendo fuerza en el bolígrafo. Él realmente quería estar firme ante la situación, pero era claro que mi actitud lo había lastimado. —Mi pequeño cielo, te lo dije hace mucho y te vuelvo a decir, fuiste, eres y siempre serás mi hijo, así como también eres un Wintar desde el día en que supe vendrías el mundo. Apenas y estira su manito temblorosa con el bolígrafo dándome a entender su deseo, pero sus ojos, aquellos zafiros eran los que pedían a gritos que diera el paso más importante y anhelado para él, e incluso para mí. Oz dejó una caricia en nuestras mejillas con una gran sonrisa, tomé el bolígrafo y él los papeles en lo que hizo levantar a David de la silla. —Quédate quieto. Mi pequeño asintió ante su orden y Oz acomodó los papeles en el pecho de él dejando listas las hojas correspondientes para que yo firmara. Así, frente a los dos testigos más importantes me convertí legalmente en la madre de David. En cuanto terminé de firmar todo Oz le mostró una a una las firmas que había hecho y le regaló la sonrisa que David sabía era el cierre definitivo, el deseo cumplido y el hecho factible de que lo que más quería al fin era real. —A partir de hoy eres oficialmente David Alessandro D'Angelo Wintar y tu madre es Ragnar Wintar Jhonson, ahora nada ni nadie podrá revertir esto bajo ningún motivo. —¿Es mía y yo soy suyo? —Toda la vida. Mi pequeño nunca ha creído en nadie como cree en las palabras de Oz, desde que se conocieron han tenido momentos que los enlazaron profundamente y sabe que su palabra es tan firme como la mía, es por eso que al escuchar todo lo que le dijo no tenía una sola razón para dudar de nada o estar triste por algo. —Soy tu hijo —me afirmó con toda la seguridad que su corazón le permitió. —Siempre mi pequeño cielo. Nos fundimos en un maravilloso abrazo que selló este momento, así como también unimos a Oz ya que todo fue posible gracias a sus actos e intervenciones. Años atrás ayudó a convencerme de hacer esta locura, estuvo conmigo soportando todo lo que trajo consigo el tratamiento, cuidó de mis hijas quienes llegaron en ese momento y el día que sus manos intervinieron directamente en el proceso fue cuando David vino al mundo, pero no conforme con eso, también estuvo conmigo celebrando el primer cumpleaños de David, cuidó de nosotros, nos protegió, nos guió y ahora nos ha regalado un momento más que es sumamente especial. —¿Seguirás con nosotros para hacernos más felices? —Siempre estaré contigo y con todos tus hijos mi pequeña, siempre. —NUESTROS hijos Oz —aclaro con convicción. —porque gracias a ti también están aquí, todos y cada uno de ellos vive por ti, eres su guía, su maestro, su apoyo y sobre todo, también eres el padre de ellos. Las palabras le sobraron en ese momento al reflejar una felicidad muy pura en su faz y es que, quién si no sería el mejor padre para todos mis hijos que el hombre que ha sido testigo de mi vida en las sombras y el mismo que me dio mucho más que amor... solo Oz.
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