51. VALIOSO

2541 Palabras
Una semana después Ragnar Hemos seguido con la búsqueda de nuestra casa, no hemos querido ir deprisa con este asunto para meditarlo con calma y escoger el mejor lugar pensando no solo en nuestra comodidad, sino también en la de la familia cuando venga a visitarnos. En cuanto a Max, las cosas han estado con muchas subidas y bajadas, supongo que al estar a solas y sin muchas distracciones su mente por fin tiene el espacio para taladrarlo con los recuerdos dolorosos, sus pesadillas son intensas y a veces tarda un poco en calmarse, esa siempre suele ser una de las peores cosas al comienzo en este proceso. Por otra parte, ha estado hablando con la firma de arquitectos quienes han estado al pie del cañón para retirarlo de la empresa a raíz de su ausencia, lo que Max no negó en ningún momento, pero no le parece justo el hecho de usar sus diseños sin los permisos correspondientes, así que he decidido hablar con mis hermanos para que me ayuden bajo cuerda con ese tema y pronto vendrá uno de ellos a encargarse de ese asunto. También he usado el tiempo libre para revisar los negocios que tengo en la isla, hace mucho que no lo hacía y necesito asegurarme de que todo vaya bien, más ahora que voy a vivir aquí, lo bueno es que Suiza y Los países bajos han prosperado exitosamente, así que es un asunto menos del cual hacerme cargo. —¿Otra vez en reunión todo el día? —Por desgracia sí, perdona dejarte sola tanto tiempo, pero no quiero que ellos se aprovechen de mis trabajos ni mucho menos sean usados en proyectos tan deplorables. —No te preocupes, igual los chicos ya están haciendo revisión de todo y creo que mañana o pasado mañana Liam vendrá a Londres. —Gracias noche, no quería llegar a este punto, pero no dejaré que dañen mi nombre de esa manera. —Me parece excelente esa actitud, pero de seguir así no llegarás a la reunión y en vez de eso te meteré a la cama. Y es verdad, está tan furioso que se ve muy sexy en esa fase, en especial porque me recuerda las veces que deja surgir al diablo. Él se relaja un poco más y viene a darme un beso de despedida junto a un fuerte abrazo. —Gracias por tu apoyo, significa mucho para mí. —No te preocupes después te mando la cuenta de cobro. —De acuerdo, por ahora te dejo que no quiero llegar tarde. Así, lo veo partir rápidamente y quedo nuevamente sola en casa con la vista de la ciudad frente a mí. Con el correr de las horas y al haber terminado de revisar las últimas empresas en Gales, fui a darme un baño, vestí algo cómodo y tomé las llaves del auto, necesitaba salir de casa o iba a enloquecer con el estruendoso silencio entre esas paredes, sin embargo, el ir sin rumbo fijo también me estaba generando un poco de ansiedad, entonces vi una familia cruzando la calle frente a mí y una idea vino a mi mente. Al dar el verde salí de inmediato rumbo a un lugar que no había visitado desde que llegué a la ciudad y en diez minutos me encuentro en el destino, espero a que abran una vez toco la puerta, pronto un pequeño de tres años se asoma cauteloso, le sonrío y este me ve un poco tímido. —Billy ¿qué te dije acerca de abrir la puerta solo? Pronto su rostro se va asomando y al verme queda sorprendido, incluso congelado, a lo que sonrío mucho más solo de ver lo apuesto que se ve, sin duda tiene el encanto de su padre y la locura de la familia se le marca más que antes, en especial con sus ojos azules. —No puedo creer que en verdad seas tú. —murmura en lo que repasa su mirada en mi de arriba abajo —Si es posible me gustaría entrar, aunque tampoco me molestaría dar un paseo con ustedes si tienes tiempo libre. Él espabila en lo que ríe un poco avergonzado y me envuelve entre sus brazos y la exquisita fragancia de su cuerpo, miles de recuerdos vienen de golpe e intensificamos un poco este acto. —Disculpa mis modales, no esperaba verte hoy. —Sé que debí avisar, pero tu rostro vino de la nada y quise probar suerte. —Me alegra que lo hicieras, ven, pasa. Ingresamos a casa, encuentro un poco de desorden siendo en su mayoría los jueguetes de Billy, los retratos que están colgados y en los estantes me van contando sus historias y algunos recuerdos vienen a mi mente. —Espero que no te importe pero debemos estar en el cuarto de la bebé, Roxanne está con sus padres así que hoy me toca solo. —Ya veo por qué te alegraste al verme, prácticamente me quieres de niñera. —Te diría que sí, pero también disfruto estos espacios con mis hijos, en especial ahora que tengo el permiso del hospital gracias a mi hija. Nos trasladamos a la habitación de la pequeña, estaba decorada con cientos de peluches, un color rosa pastel en las paredes y la enorme cuna donde yacía ella dormida. Una punzada se aloja en mi pecho ante esta imagen y más al ver cómo me insiste que me acerque a la cuna para conocerla, entonces logro ver lo pequeña que es, tiene sus manos empuñadas y duerme plácidamente, acaricio con cuidado su pequeño brazo dejándome llevar por la suavidad y los cientos de recuerdos que nunca tendré con mis hijos. Una mano se acuna en mi rostro y sus dedos van limpiando unas lágrimas que salieron sin permiso. No sabía ni qué decirle, pero tampoco hizo falta hacerlo pues él volvió a darme refugio entre sus brazos y en menos de nada solté un poco esta congoja que me había invadido al pensar en mis pequeños. —¿Segura que estás bien? Me preocupa verte tan cargada. —pregunta nuevamente una vez me he calmado. —Sí, no quería angustiarte, supongo que al verlos a ellos los pensamientos y las voces hicieron de las suyas. —¿Las escuchas aún después de tanto tiempo? —Jamás he dejado de hacerlo. —No entiendo cómo es posible que mi padre y tú puedan vivir con eso. —Nosotros tampoco, pero es lo que hay. Como era de esperarse, Travis me sacó todo un cuestionario sobre mi comportamiento y el motivo real de mi visita, también hablamos de lo ocurrido en el viaje y por ende, este no tardó en pedirme que retirase mis prendas para revisarme. —Sigues siendo un pervertido Trav. —Pero soy tu pervertido favorito —contesta con una sonrisa y mirada seductora que mojaría la falda de cualquiera. —Eso no lo niego ¿No tendrás problema con Roxanne si nos encuentra así o si Billy le cuenta algo? —Si quiere hacer un escándalo tendrá que hacerlo con su madre en casa de ella, porque desde el comienzo le dejé muy claro cómo eran las cosas si se trataba de mi chica favorita. Muerdo mi labio ante sus palabras y entonces retiro la blusa bajo su atenta mirada, misma que había pasado de la felicidad al dolor y el rencor al ver las nuevas heridas propinadas. Toma mi mano acercándome más a él y va examinándolas con tiento, al sentir sus cálidas manos con la intensa mirada heredada de su padre, una corriente atraviesa mi piel, no me molesto en controlarla y él sin más me observa con mayor profundidad. Después me hace girar para ver las heridas de la espalda, no puedo ver su rostro, pero tampoco hace falta, con los años Trav desarrolló el característico rasgo de Oz y eso me hacía percatarme de muchas cosas en él. Supongo que al final la vida es una perra, todos estamos destinados a eventos que nos marcan profundamente en el paso de la vida y otros, vienen como una carga maldita de alguien que se divierte dejando cicatrices en el alma desde el nacimiento. —¿Son las únicas o hay más? —Hay más. Sentí sus brazos rodearme desde atrás, deja un beso en el cuello y otro en mi hombro en lo que sus manos van abriendo mi pantalón hasta retirarlo, este desciende y retira mis botines junto a la prenda, nuevamente siento su mirada atravesar mi piel junto a sus manos y después me hace girar quedando frente a él, pero esta vez no ve las cicatrices, sino mis ojos, entonces me hace sentar en su regazo igual a cuando era una niña y me envuelve con una manta que le había pedido a Billy. —Parece que no solo sigues siendo un pervertido, sino que también sigues queriendo resguardar el iluso pudor en mí. Él retira su camisa y abre la manta cubriéndonos a ambos esta vez, dejo descansar mi cabeza en su desnudo hombro y nos aferramos igual a como lo hago con Oz. —Me alegra saber que mi padre metió mano para que no quedaran tan pronunciadas y por lo otro, ya sabes que eres importante para mí y siempre voy a querer que estés bien. —Lo sé ¿Y cómo has llevado todo entre lo tuyo, los chicos y Roxanne? —Ella no sabe nada de mi condición, en cuanto a los chicos debo controlarme mucho y buscar métodos para evitar que tengan que verme en ese estado... y por mí... bueno, se hace lo que se puede, lo bueno es que cuento con mi padre. —Hablas igual que él, guardas el pesimismo en tus palabras como esperando la muerte. —No te negaré eso, la verdad a veces lo siento así y es cuando comprendo muchas cosas de él, incluso me atrevo a decir que también un poco de ti. Levanto mi rostro conectando con el suyo y acunamos una mano en el rostro del otro. —Sabes que siempre contarás conmigo Trav. —Lo sé y te lo agradezco, es bastante con saber que ahora tendré tu compañía en Londres, solo me falta convencer a mi padre y estaré mejor. —Ya sabes mi respuesta. Trav y yo miramos hacia la puerta y Billy sale corriendo hasta él muy emocionado. —Buelo! —Oz lo toma en brazos dejando un beso en su frente. —Hola pequeño ¿si se ha portado bien tu padre o está con sus perversiones con tu tía? Billy asiente sonriente provocando una risa entre nosotros y Trav gira sus ojos. —Es el colmo que ni siquiera mi propio hijo me defienda, como si no hubiera tenido bastante con ustedes dos en todos estos años —comenta muy ofendido. Oz se acerca a nosotros después de asegurarse que la bebé está bien, se sienta y me da un profundo beso de saludo. —Ya basta ustedes dos que mis hijos están presentes. —A ti no te importó sacarme la ropa frente a ellos, así que no vengas a quejarte ahora. —Bien, como sea —responde fastidiado. Ante su amargura, voy dejando varios besos en la comisura de sus labios hasta que él sonríe y me abraza con fuerza. No importa la edad que tengamos ni que tan fastidiado esté, Trav sigue siendo fácil de manejar para mí y yo sigo siendo su debilidad. Luego de negociar con Billy para que no le contara nada a Roxanne de lo ocurrido ni hablado entre nosotros, nos fuimos al primer piso para tomar algo y de paso preparar el biberón de la pequeña Liv, quién ya había despertado y se encontraba muy feliz en brazos de su padre, mientras que Billy estaba encantado con su abuelo coloreando un libro que le regaló. —Estaba pensando que podíamos reunirnos para las fiestas de fin de año en casa del tío Marc, sería bueno estar juntos y más considerando que ahora tienes una familia tan repartida. En ese momento sentí una punzada en el estómago, sé que no lo dijo con mala intención, pero igual fue un poco doloroso. —¿Qué ocurre? Salgo de mi ensoñación al ver las manos de Oz y Trav sobre las mías, se veían preocupados por mí y solté un poco esta pesadez que sentía. —Últimamente Max no es el único al que lo invaden miles de pensamientos, la diferencia es que los míos tienen que ver justamente con mis hijos. —¿Y qué te mortifica pequeña? —Son muchas cosas camufladas, el no ser lo suficiente como madre, que mi decisión de estar con Max genere resentimiento en mis hijos y piensen que decidí estar con él en vez de ellos y sus respectivos padres, que no quiero tenerlos separados pero tampoco sé cómo unirlos sin evitar una guerra, en fin, son muchas cosas y tener tanto tiempo libre no me está ayudando mucho. —Ahora entiendo por qué te pusiste a revisar todas las empresas en una semana. —Sí, disculpa si interrumpí tu trabajo con los permisos. —No te preocupes, igual estaba en Suiza atendiendo algunos asuntos, pero si se trata de ti siempre sacaré el tiempo necesario mi pequeña. —Vamos a la sala, ahora que esta pequeña ha tomado su biberón y eructando hasta el fondo, es hora de hacer algo más entretenido. Por un momento creí me darían un discurso sobre el hecho de no preocuparme y que mis hijos siempre me amarían, pero en vez de eso Trav lanzó su mirada cómplice a Oz, se levantaron todos y colocaron una canción a todo volumen que me hizo morder el labio con fuerza, pero más al verlos metidos en su papel cantando a todo pulmón los clásicos de Queen, además de interpretar a Freddy Mercury haciéndome reír como hace mucho no lo hacía. Oz y Billy bailaban al ritmo de I want to break free e interpretando los pasos del vídeo, luego se unían con Trav quien seguía cargando a Liv y coreaban como locos, lo mejor y más gracioso de todo es cuando movían sus manos, hacían gestos y caminaban con mucha femineidad, solo les faltaban unos tacones, las pelucas, el labial rojo y creo que habría sido la hecatombe de mi risa. Esas son las cosas que me animan, llenan mi alma, me hacen olvidar mi congoja y se desvanecen las dudas y los miedos, mi familia es lo más valioso e invaluable del mundo, ellos son mi felicidad. Después de una hora fue que Trav me dio algunas palabras de aliento en lo que Oz volvía a dormir a la bebé y a Billy luego de su baño. Me dijo que por ahora disfrutara de ellos sin abrumarme y una vez organizada con Max en Londres; debía hablar con Nick y Alex para ponernos los cuatro de acuerdo y hacer lo mejor para los chicos, que a la final son los que importan. Realmente no me dijo nada que no pensara ya, pero a veces lo que necesitamos no es un consejo, sino una voz externa que nos resalte el camino que ya sabemos debemos recorrer.
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