44. LLUVIA

1821 Palabras
Max El mismo día que despertó la traje a casa de Ares, no pronunció ni una palabra, solo se comunicaba por señas o escrito mas nunca emitió un sonido, intentamos hacer que descansara, pero cuando menos lo pensábamos ya estaba afuera caminando en algún parque, incluso los días que llovía ya no la veía sentada en la ventana, sino que se quedaba en la azotea, se sentaba en una silla del jardín o permanecía de pie sintiendo la lluvia. Cada vez que la veíamos sentíamos que todo lo que le hizo Wesker la había afectado demasiado, pero creo que ella ahora estaba en la lluvia escapando no solo de la mansión, sino también de él. Así pasaron algunos días hasta que cayó una fuerte tormenta y ella no aparecía por ningún lado, ni en la casa, ni en los parques que solía caminar y ya desesperados por no poder encontrarla, nos dividimos buscando en un radio más amplio. Llevaba horas por fuera y me detuve un momento para pensar en dónde podría estar, cuando entonces lo vi a lo lejos, eran esas columnas que alcancé a visualizar esa noche, encendí de nuevo el auto y aun con esa tormenta tan fuerte que caía y los recuerdos acechándome evitando que fuera a ese sitio, continué. Al llegar, aparqué en un punto y me bajé rápidamente, gritaba su nombre, pero era inútil, ella no podría escucharme. Seguí caminando un poco más por la zona hasta que la vi, estaba de pie frente a la estructura cerca a la entrada central y me acerqué de a poco hasta quedar a su lado. Se veía perdida en ese lugar, estaba emparamada al igual que yo, le hablaba y no reaccionaba, así que tomé su mano colocándome frente a ella y acaricié su rostro, entonces me vio, nos quedamos así unos segundos hasta que me acerqué más para cortar la distancia y hacer que me escuchara. —¿Piensas a diario en lo que te hizo Kathya? —me pregunta al oído haciéndome sentir una presión en el pecho. De todo lo que había por decir ¿por qué justo tenían que ser esas palabras? —Lo hice un tiempo, por dos semanas, las mismas que… —…no estuve contigo —completa la frase con tristeza. —Perdóname Ragnar, fui un maldito infeliz por pensar esas cosas, me quejé de lo que me hizo ella cuando tú padeciste algo peor, perdóname, entenderé si me quieres lejos de ti o si me odias, pero perdóname por favor. Siento sus brazos rodear mi cuello en lo que yo abrazo su cintura. —No compares tu dolor con el de otros, eso es tuyo Max y solo tú padeciste ese momento, pero así mismo, tú decides cuán significativo se vuelve en tu vida. —Perdóname, por favor perdóname. —No tengo nada que perdonarte, te amo y tú a mí, es todo lo que importa, si no fuese así yo no habría entregado esa carta a Wesker y tú no habrías dado tu sangre aun estando tan débil. —Lo haría las veces que fuesen necesarias con tal de salvarte. —Yo también lo haría por ti, lo seguiré haciendo por ti. —Cuando te vi en la sala desangrándote sentí que de nuevo te perdía, desde ese instante hasta ahora no he vuelto a pensar en lo que pasó con Kathya, solo pensaba en ti y si me permites estar a tu lado te prometo que… —No Max, no más promesas, solo sigamos juntos, hagamos esto juntos y amémonos como solo nosotros sabemos hacerlo. Nos vemos y siento que en ese instante que enlazamos nuestras miradas se encuentra el horizonte, aquel que nos divide y a la vez nos une, nos besamos mientras la hago entrar entre las columnas por el paso central para que la lluvia no nos moje más y puedo admirar mejor sus ojos color noche. —¿Qué te parece si volvemos a Suiza? —¿Qué te parece si vamos a casa? —sonrío a sus palabras y asiento muy feliz. (…) Adler Hace unos días que ella había vuelto a hablar, más específicamente desde aquella tormenta, cuando Max volvió con ella pude ver ese brillo tan hermoso en sus ojos y supe que la teníamos de nuevo con nosotros. Estaba en el despacho viendo algunas fotografías de hace años, recordaba desde el día en que la conocimos mi hermano y yo, todas las locuras por las que pasamos, la amistad tan especial que se fue dando y los problemas que vinieron en el camino cuando Romanov y D’Angelo entraron a su vida. Una ola de culpa por los hechos del pasado comenzó a invadirme, observé nuevamente una foto en la que estábamos Ares, ella y yo, dejé el portarretrato en la mesa, tomé una carpeta y me dirigí a su alcoba aprovechando que Max no estaba en la casa al igual que mi hermano. Toqué la puerta y ella me da el pase, al abrir, puedo verla junto a la ventana abierta, los rayos del sol iluminan su rostro y el viento mece su cabello como si de una caricia se tratara, entonces ella se gira y me regala su dulce sonrisa. —Ven, siéntate conmigo. Accedo a su solicitud y me siento a su lado sintiendo un suave aroma a azahar y lavanda, ella toma la carpeta, hojea un poco su contenido y la deja a un lado para concentrarse en mí. —Por un momento llegué a pensar que no vendrías nunca. —Lo siento, no ha sido fácil para mí y no sé cómo darte la cara después de todo lo que has soportado a mi lado. —No he soportado nada Adler, he vivido muchas cosas contigo que es diferente. —A veces pienso que Romanov tiene razón, somos una maldición en tu vida al igual que este país. —Creo que la maldición la tienes pero contra ti mismo, porque yo tengo recuerdos maravillosos en este lugar y más con ustedes. —Vamos Rag, los dos sabemos que aquí has pasado por muchas cosas malas, en nuestras manos estuviste a punto de perder la vida más de una vez y lo que pasó hace unos meses…. —Debe ser olvidado y no me mires así Adler —comenta al ver que estoy en desacuerdo, suspira un poco, mira el panorama de la ciudad y retorna su mirada a mi rostro. —Realmente tengo recuerdos hermosos en este país, aquí tengo a dos amigos que quiero profundamente y por los cuales haría lo que sea, incluso me hiciste tía de un niño maravilloso. —Uno que te ve como si fueras su madre, así como yo también lo hago. —Yo también lo veo como a un hijo, Adrien es importante para mí al igual que ustedes y por eso te pido que no te culpes por nada de lo ocurrido hace años y menos con lo de Wesker. —Es que Rag cómo… —coloca mi mano entre las suyas interrumpiendo mis palabras. —Déjame terminar. No es bueno vivir con culpa, odio o resentimiento Adler porque no te hace bien ¿Te imaginas donde hubiese pasado todos estos años viviendo de los horrores de mi infancia? No tendría la vida que tengo, ni estaría con personas tan maravillosas... ni siquiera sería feliz. Siento mi corazón hacerse pequeño al recordar su historia de vida y mis ojos se cristalizan. —Soy feliz a pesar de todo el dolor que he vivido porque así lo decidí, si voy a quedarme con algo del pasado que sean los buenos recuerdos y en cuanto a los malos, aprendo lo que necesito aprender y el resto lo suelto liberando grandes cargas en mi vida. —Me encantaría hacer eso. —Entonces hazlo, suelta esa culpa Adler. Yo no te odio ni te veo como una maldición o con resentimiento por lo que hemos vivido, te veo como un gran hombre, un líder de admirar, un padre ejemplar, un amigo de los que no son fáciles de conseguir y alguien en quien seguiría confiándole mi vida e incluso la de mi familia. La sonrisa que ella me regala enlazada a sus palabras me hace llorar, la abrazo con todo el amor que siento por ella, que siempre he sentido y ella responde el gesto abrazándome y acariciando mi espalda con cariño. —Quiero que vivas como un hombre libre de esos pensamientos y de ese pasado. —Lo haré, por ti lo haré. —No Adler, es por ti por quien debes hacerlo no por mí, ni por Adrien o por Ares, solo por ti —me aleja un poco y acuna sus manos en mi rostro. —Eres importante para mí y no quiero perderte, por eso te pido que no te pierdas en ti mismo y seas grande, más de lo que ya eres. —¿Cómo lo hago? —Perdonándote con honestidad y soltando aquello que no te sirve para quedarte con lo bueno. —Tú, mi hijo y mi hermano son lo bueno que tengo en mi vida. —Y vendrán muchas más cosas y personas buenas a tu vida, te lo prometo, pero primero perdona y suelta. —A pesar de todo, nunca me he arrepentido de conocerte, significas mucho para mi Rag. —Siempre dije que naciste con un corazón de oro. Ambos sonreímos en lo que algunas lágrimas siguen saliendo de mis ojos y ella las retira con ternura. Desearía tanto sentir sus labios aunque sea una vez. Su sonrisa se hace más amplia haciéndola ver más hermosa y delinea mis labios sin dejar de ver mis ojos. —¿Quieres que te ayude un poco a perdonarte y soltar? Asiento y ella reposa sus labios en los míos como si adivinase mi pensamiento, es tierno, suave, el aroma de su piel se impregna en cada poro de la mía y la atraigo más a mi cuerpo mientras mi otra mano acaricia su mejilla. Llevo años soñando con este beso, uno que entre el calor del sol y el frío de sus labios, se llevan mis culpas dejando un espacio en mi corazón llenado con la calidez del suyo. Me separo solo unos milímetros para ver sus ojos y nuestras sonrisas emergen nuevamente. —Te amo Rag, siempre lo he hecho y siempre tendrás un lugar en mi corazón sin importar nada. —Así como tú tendrás siempre uno en el mío, al igual que mi cariño y mi amor. La beso nuevamente con la misma suavidad, pero esta vez profundizamos más para sentir la calidez de su boca y su lengua con la mía. Desde ese instante pude perdonarme y soltar esa carga llenándola con recuerdos maravillosos de mi hermano, mi hijo y de ella, siendo este instante un recuerdo que tatuaría en mi piel para llevarlo hasta el final de mis días.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR