31. MADRE E HIJO

3090 Palabras
Ragnar Nos dirigimos a la suite en la que estaban Iván y David esperando por nosotros, pero al abrir la puerta, mi pequeño cielo ya estaba en la sala de pie esperando por nosotros, sale corriendo a mis brazos dando un salto con todas sus fuerzas en cuanto me ve y lo levanto en el acto dándole muchos besos en su cuello y mejilla, su risa es tan pura que acapara la atención de todos. -Wo warst du Mama? (¿Dónde estabas mamá?). -Wir waren bei einem Job, Schatz, aber wir sind hier bei dir (estábamos atendiendo un trabajo cielo, pero ya estamos aquí contigo). -Versprichst du mir, dass du den ganzen Tag bei mir bleibst? (¿Me prometes que te quedarás conmigo todo el día?). -Ich verspreche dir, du wirst mich heute überall hin begleiten (Te lo prometo, irás conmigo a cualquier lugar que vaya hoy). David quedó tan feliz al escuchar esas palabras que no creía en nadie, pero realmente quería aprovechar todo el tiempo que me quedara a su lado y más después de lo que dijo Alex. Esa mañana nos quedamos en la suite, Alex y Max se fueron a dormir en lo que yo me quedé con David en la sala hablando, volvió a contarme sus pesadillas y agarraba muy fuerte a Bosi, dijo que al no encontrarme lo abrazó esperando que yo llegara en cualquier momento por él, lo que por supuesto no ocurrió afectándolo bastante. -Cielo, debes comprender que a veces ni tu padre ni yo podemos estar para acompañarte, pero eso no quiere decir que no nos importes o que te vayamos a abandonar. -Tenía miedo –su rostro se torna un poco triste y lo tomo entre mis brazos junto a Bosi para calmar su angustia. -¿Tienes la herida de la espalda? –murmura. -¿Cuál cielo? ¿acaso tenía una herida en tu sueño? –asiente con su cabeza escondiéndola un poco más en mi pecho. –Si quieres puedes revisar, así te quedarás más tranquilo. Él se separa mirándome profundamente, giro un poco retirando mi blusa y hago mi cabello a un lado para que él revise con detalle. De pronto una extraña sensación invade mi cuerpo al sentir sus manos y su mirada con intensidad, al estar de espaldas me es difícil saber lo que hace con exactitud o qué está pensando, pero me recuerda mucho a las veces en que Oz revisa mis heridas. -¿Encontraste algo cielo? -Sí, aquí y aquí –dice en lo que siento sus dedos señalar algunas zonas en mi piel. No sé si es producto de esta sensación o es algo más, pero quise adentrarme un poco en la mente de mi pequeño al ver su cara tan… no sé ni cómo explicarlo. -David… tú… -detuve mis palabras al creer que quizás esté haciendo una transferencia errónea con él. Sacudí mi cabeza ligeramente y con ello mis ideas, dejando una sonrisa para él quien no apartaba su expectante mirada de mí. –Nada, olvídalo cielo. Iba a vestir nuevamente mi blusa cuando su voz me sorprende por completo al punto de detener un instante mi corazón. -Yo sanaré tus heridas. Debí tomar un impulso del cual carecía para verlo nuevamente, el tono de su voz fue tan adulto que en verdad me recordó a él. -Estoy bien, no te preocupes cielo –sonreí sincera, mas él negó en silencio. -Yo sanaré tus heridas –repite certero. En verdad era como ver a Oz, no porque tuviera un parecido físico, sino por la intensidad con la cual relucían sus azulados orbes, era tan penetrante, oscuro… hasta demencial podría decirse. -¿En verdad sanarás mis heridas? –pregunté con ilusión, como esa pequeña niña que anhelaba la sombra de un alienado hombre años atrás. -Siempre. Dejé caer mi cuerpo en el suelo quedando a su altura, mi prenda cayó a un lado manteniendo la desnudez de mi torso frente a él y lo atraje a mi pecho sin pensar en nada. Sus pequeños brazos rodeaban mi cuello con cariño, su cálida respiración se apoderaba del perfume en mi piel y su calor ultimaba el frío desde mi carne hasta mi alma. Introduje mis manos en su camiseta sintiendo su espalda y una corriente atravesó su cuerpo haciéndome sonreír. -Dich lieben (Te amo). -Ich liebe dich auch David (Yo también te amo David). Mi cuerpo inconscientemente levantó su prenda permitiéndome sentir el calor de su abdomen sobre el mío y reforzamos nuestro agarre encontrando la salvación en un acto tan bello, tan puro, tan especial para las almas atormentadas como la mía, como la de Oz, como la de mi hijo. Posterior a ese momento tan especial, incentivé a mi pequeño para ir por el botiquín, le indiqué cómo atender cada herida y él procedía paso a paso con suma concentración y cuidado, pareciera que estaba haciendo una cirugía, se veía tan hermoso que no pude evitar la mordida en mi labio de lo encantada que estaba al verlo. -Ich bin fertig, Mama (terminé mamá) –dice orgulloso a la vez que está expectante por mi respuesta. Revisé en el espejo lo que había hecho y después me incliné dándole un beso en la mejilla que sonrojó sus tiernos pómulos. -Gracias cielo, te quedó perfecto, no cabe duda que eres el mejor mi estimado doctor D’Angelo –el orgullo y la picardía se trazó en cada palabra, guiñé un ojo que lo hizo sonreír avergonzado y mordió ligeramente su labio. Ahora entiendo por qué a Oz le encantaba hacerme ese tipo de cosas, yo reaccionaba igual que David, aunque evitaba sonreír mordiendo mi labio con fuerza, pero independientemente de eso es bastante divertido, hasta adictivo podría decirse. Vestí nuevamente mi blusa e hice una cola alta en lo que David organizaba todo otra vez en el botiquín llevándolo a su lugar. -Cielo, debo salir un momento… -Voy contigo –contesta en el acto sin dejarme en terminar, se ve tan lindo con esa cara de susto que no evito reírme un poco. -Claro que irás conmigo cielo, pero te decía que debo salir para saber si tienes tu maletín preparado. Él sonríe más relajado afirmando con una gran sonrisa que ilumina la habitación. Tomamos algunas cosas guardándolas en su maletín, me aseguro de que esté arreglado y ato sus zapatos cuando Iván aparece en la sala. -Permítame acompañarlos señorita Ragnar. -No hace falta Iván, tardaré solo un par de horas y si lo deseas puedes salir a donde quieras. -Insisto, iré con ustedes, sé que el señor Alexandre se quedará más tranquilo si los acompaño y si no lo ha despertado a él ni al señor D’Porti, es porque tiene pensado hacer algo sin ellos. -¿Tanto se notó? –pregunto entre inocente y descarada. -Para nada –responde sarcástico haciéndonos reír. -David ¿llevas a Bosi y yo llevo tu maletín? –afirma feliz y estira sus brazos para que lo cargue. Con todo listo dejamos una nota para el par de dioses que descansaban en la cama y salimos rumbo a la casa de Diana, en menos de media hora ya estábamos en la mansión, fuimos atendidos por una de las mucamas quien fue a informarle de nuestra llegada en lo que nosotros esperábamos en la sala. -Disculpe, pero la señora Williams no quiere ver a nadie ahora –informa la mucama a su regreso. -Dígale que es Ragnar quien vino a buscarla, es importante que hable con ella. -Si señora. Sé que está destrozada con todo lo ocurrido anoche con su hija, pero hay algunas cosas que debemos aclarar antes de partir. Al poco tiempo Iván me hace una señal de que alguien se acerca detrás de mí y Diana queda entre nosotros, se ve bastante mal. -No sabía que eras tú, disculpa. -No te preocupes ¿Tienes tiempo para hablar? Ella no me responde al reparar su mirada en David quien también se queda analizándola en silencio. Hay cosas que son inevitables en la vida y la genética es una de ellas. Tomo a mi pequeño en brazos acercándome a ella y hago las presentaciones. -Diana, él es Iván; el guardián de David. -Y él es hijo… -De Alex –respondí tajante. Ella estrecha su mano con Iván sin dejar esa expresión inquisitiva sobre mí, sabe que es verdad y al mismo tiempo es una mentira muy clara para ambas, puesto que implicaría decir entre líneas que también es hijo de Katherina, pero no dice nada al respecto. -Vamos al despacho para hablar con más calma, si quieres, David e Iván pueden dar una vuelta por el jardín en lo que nosotras hablamos. -No, voy contigo –responde mi pequeño antes que yo. -Señorita Ragnar, vayan ustedes que yo los esperaré en el auto, no se preocupe por nada. -Gracias Iván. Continuamos nuestro camino al despacho con Diana donde estaba su hija durmiendo en la cuna, al verla descansar tan tranquila imaginé a mis gemelas y a David a esa edad, habría sido hermoso disfrutar esa etapa con los tres. Cada uno toma asiento en la mesa y de nuevo ese par siguen reparándose de pies a cabeza… ¿Qué tanto se ven los dos? -Si tienes algo por decir solo dilo, pero ya terminen esto. -Es inevitable no hacerlo cuando estoy viendo tu viva copia con ojos azules, solo me pregunto si en verdad es hijo de Alex. -¿Disculpa? -No me lo tomes a mal Rag, sin duda es muy claro que es tu hijo, pero esa mirada que tiene no solo es tuya… también es la de él. -Es hijo de Alex y no quiero que vuelvas a cuestionar eso, mucho menos que te atrevas a decirlo en frente de él o de David. -De acuerdo, si dices que es hijo de Alex te creeré, pero no que es hijo de Katherina, eso sería un insulto. La habitación queda en silencio al ingresar una de las mucamas con unas bebidas y una genovesa de fresa y melocotón para cada uno. -Limonada con miel, tal y como le gusta a tu mamá –comenta ella a David obteniendo su atención y de paso rompiendo la tensión generada minutos atrás. Él se queda mirando todo lo que hay en la mesa y me entrega la porción de su postre. -¿No quieres cielo? -Du magst mehr (te gusta más) –afirma con dulzura. -Entonces vamos a comerlo juntos, quiero que la disfrutes conmigo. Si consigue darme toda esta felicidad con solo dos años, no imagino lo que hará cuando crezca, pero igual haré lo que sea por mantener su sonrisa y el casto brillo de su firmamento. -Sacó a relucir el D’Angelo con todo –sonríe honesta. –Rag, gracias por salvar a mi hija anoche, sé que te debo mucho más que una carta blanca y está de sobra decir que puedes pedirme lo que quieras. -Es tu hija Diana, no me debes nada por eso y me doy por bien servida al saber que la logramos rescatar sin un rasguño. -Y por eso te debo más… Anoche Valeria y yo hablamos de lo ocurrido y todo esto nos dejó pensando mucho sobre la relación, además que me hizo caer en cuenta de lo que significa Louisa para mí. -Espero que hayan tomado la mejor decisión para las tres. -Dolerá un tiempo ya que terminamos la relación, pero igual nos mantendremos juntas para cuidar de Louisa, al menos durante una temporada. Tomé su mano brindándole mi apoyo, pues sé que Valeria fue alguien importante y han estado juntas muchos años, pero solo ellas saben lo que es mejor para sus vidas. -Preocúpate por sanar esta herida Diana y cuida de tu hija, sé que esto movió muchas cosas en ti y de ahora en adelante cada paso que des debes hacerlo pensando también en tu familia. -Lo sé y así será, pero también quiero que tengas presente que lo que hiciste fue demasiado para mí, salvaste la vida de mi hija y eso vale más que cualquier cosa en este trabajo. -No me debes, ya te lo dije. -Pagarás una vida con otra Enfocamos la mirada en mi pequeño al escuchar sus palabras, fue tan frío y tajante que nos dejó heladas, aunque tiene razón, en este mundo eso era casi una ley. –¿Dónde escuchaste eso? –pregunta Diana bastante inquieta, pero mi pequeño silencia sus palabras al beber de su jugo. Es increíble que mi cabeza haga esto, pero incluso recordé a Al Pacino al verlo en esa actitud tan gánster, se veía sexy mi pequeño demonio, por unos segundos tuve ganas de comérmelo a besos, pero debí ocultar esos pensamientos y mantenerme firme ante la situación. -David, ¿dónde lo escuchaste? –pregunté esta vez pensado que a mí sí me respondería. -Si salvas una vida, esa persona debe pagarte con una vida, lo dijo Oz –cierro mis ojos dando un profundo respiro. En efecto Oz llegó a decir eso una vez, pero no creí que David hubiese prestado atención ni mucho menos comprendido la magnitud de esas palabras. Mi pequeño cada vez me sorprende más con su inteligencia y agudeza, y aunque en un par de ocasiones me sacó de base (a diferencia de Alex y Max que parecían unos idiotas cuando David salía con cosas tan ingeniosas), esta sería la última vez que lo subestimaba. -No quiero saber cuándo habló con Oz y por qué Alex lo permite, pero si tu hijo es el heredero del imperio D’Angelo, será alguien de temer. De alguna forma no pude evitar sonreír orgullosa por su comentario y más al ver que mi pequeño cielo me veía con ilusión, malicia y… Maldición, tal y como dijo Oz es un Wintar por donde se le mire, pero creo que se le están grabando algunas cosas de él, lo que retornó el recuerdo de lo mencionado por Diana al compararlo con Oz en vez de Alex. Hablamos un poco más sobre el hecho y al final quedamos en que ese favor lo cobraría a futuro si llegase a ser necesario, adicional, ella me dio una carta gris, lo cual implica que su lealtad será completamente para mí y en caso de haber una traición de su parte, yo podía cobrarlo con su vida y/o la de su familia, algo que por obvias razones no era usada por nadie, pero si ella se atrevió a tanto es porque en verdad cumpliría su palabra, aun si eso implicaba irse en contra de los suyos, lo bueno es que ambas nos conocíamos bien y sabía que nunca me atrevería a abusar de ese poder. Luego de toda esta charla tan formal, estuvimos hablando de cosas triviales, ella llegó a hacer el comentario de cómo nos conocimos y David prestaba suma atención, pero nos percatamos que era más atento cuando ella mencionaba algo que tuviese que ver conmigo, es como si yo fuese el centro de su galaxia. -Sabes, todavía conservo esa foto que nos tomamos aquella vez ¿recuerdas? -¿De verdad? Yo en cambio perdí la mía, cuando regresé a casa no la encontré y creí que entre tantos viajes se había caído en alguna parte. Ella se levanta y abre la caja fuerte trayendo un portarretrato el cual muestra a David. -Ella es Trisha, esta soy yo, él es… -Oz y mamá. Dice Diana señalando uno a uno y mi pequeño terminando por ella con entusiasmo. -Así es, esa foto fue tomada en Francia, en aquel entonces ella tenía once años, aunque ya se veía un poco mayor. Tu madre siempre fue una mujer muy hermosa e inteligente, excelente en combate, armamento, dominio de idiomas… Queda en silencio con una sutil sonrisa como recordando algo que llena el alma y mira a David con mucho cariño. -Sabes, te pareces mucho a ella, no solo por el físico, sino en la forma de ser, la mirada, la manera de expresarte… eres muy afortunado de tenerla como madre David. La sonrisa que se dibujó en su rostro no se compara con nada, nunca lo vi ponerla hasta ahora y eso que en este tiempo prácticamente pasó conmigo las veinticuatro horas. -¿Puedo tenerla? Nunca la vi de niña. -Lo siento, pero no, es la única copia que tengo y es especial para mí por el secreto que guarda, aunque puedo hacer algo para ti ¿me la permites? Él le devuelve el retrato y ella va a la computadora, en menos de diez minutos regresa tras guardar el portarretrato y trae impreso en papel fotográfico no solo esa foto que le acaba de mostrar, sino también otras de varios momentos que vivimos, incluso una que tiene Livi en casa de cuando era más pequeña y seguro le pasó, o que Diana habrá fotografiado en alguna visita. Mi pequeño no hacía más que verlas fascinado y tomó el maletín guardándolas en un cofre especial que habíamos comprado en Italia, quería que él guardara sus propios recuerdos de este viaje y así fue haciendo todo este tiempo, obteniendo una hermosa colección de cosas que cuidaba con recelo. Ya para mediodía nos despedimos de Louisa y Diana, mi pequeño le agradeció nuevamente por todo, en especial las fotos e historias regalándole un beso. -Me encantó conocerte David, espero que nos veamos muy pronto, salúdame a Max y a tu padre, diles que no se metan en problemas. -Sí, gracias Diana, adiós. -Adiós pequeño. A comparación de cuando llegué, esta vez la veía con un semblante diferente, más ligera en cargas. -Cuídate Diana y gracias por todo, absolutamente todo –recibí un fuerte abrazo y un casto beso en mis labios de su parte. -Cuidaré de mi familia, tú cuida de la tuya Rag y sabes que si me necesitas solo es cuestión de hacer una llamada –asentí sonriente. Así como llegamos, así mismo nos fuimos, yo cargando el maletín de mi pequeño cielo, a él en mis brazos y él cargando a Bosi entre los suyos, pero ahora partíamos a casa mucho más felices. -Señorita Ragnar, el señor llamó y dijo que los lleve a un sitio especial para una sorpresa. -Entonces no los hagamos esperar, veamos con qué locura salieron ese par. Miré nuevamente uno de los regalos más bellos de mi vida, quien se acomodó en mi regazo para después fundirnos en un cálido abrazo que nos permitió embriagarnos del aroma del otro, uno que olía al Edén.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR