Ragnar
Desperté al escuchar que tocaban la puerta y di el pase, Adler va entrando con una bandeja que tiene el desayuno junto a unas flores de limonium y gerberas.
—Sé que prefieres un jardín que un ramo, pero estas las traje del que planté en tu balcón y la ventana.
Hace una señal para que mire a su derecha y en efecto, hay unas materas alargadas donde reposaban estas flores con sus vibrantes colores, él deja la bandeja sobre mis piernas y abre el balcón permitiendo que entre la brisa veraniega que inunda el cuarto con tan exquisito aroma, se acerca nuevamente a mí dejando una flor de limonium en mi cabello y me da un dulce beso.
—Te ves hermosa.
Tomo un trozo de fresa y se la doy de comer, él la recibe sonriente y deja otro beso alegrando más mi amanecer.
—¿Cómo hiciste para preparar todo tan rápido sin que nadie se entere?
—Un par de llamadas y algunas horas en la noche para plantarlas, luego esperé a que todos se fueran y vine a organizar todo en silencio desde la habitación contigua —toma un trozo de kiwi y me lo da de comer. —Además que usé un as bajo la manga —guiña un ojo con picardía sacándome una sonrisa.
—¿Alguna vez te he dicho que eres un encanto?
—No, aunque eso me recuerda a una chica muy especial diciendo que no se casaría conmigo, pero sí haría un trío conmigo y mi hermano.
—Me encanta los gustos de tu chica, deberías presentarla —ambos reímos y disfruto de este delicioso desayuno entre charlas triviales y un par de anécdotas.
Se le nota mucho más tranquilo, como si en verdad hubiese liberado parte de su carga, pero conociéndolo sé que logrará hacerlo en su totalidad y tendrá una mejor vida de ahora en adelante. Una vez termino de comer él deja la bandeja en la mesa y se sienta a mi lado acomodándome entre sus brazos.
—He pensado que al perdonarle la carta blanca a Massimo y a Sasha y cobrar la de mi hermano... es hora de cobrar la tuya.
—Interesante ¿y qué tiene en mente señor Müller?
—Me gustaría pasar este día contigo, tengo algo muy especial preparado para ti y quiero aprovechar que todos estarán por fuera hasta el anochecer.
—¿Y a dónde piensas secuestrarme? porque te recuerdo que tengo algunas personas dispuestas a encontrarme a como dé lugar —levanta mi rostro delicadamente acariciándolo como el tesoro más preciado.
—Primero quiero disfrutar de tu compañía y después te daré otra sorpresa.
Sentí mi corazón agitarse al ver todos los sentimientos que ha tenido por mí aglomerados en su mirar, sin embargo, me sentía un poco mal al saber que él vería un cuerpo más deformado.
—Sé lo que quieres, pero no creo que quieras verme, si antes mi cuerpo estaba marcado; ahora son más las cicatrices que lo adornan.
—Yo no te amo por un ideal Ragnar, te amo porque eres la persona más fascinante, loca, traviesa y maravillosa que he conocido en mi vida y tus cicatrices son parte de una ardua guerra que has tenido a lo largo de tu vida, una de la cual he sido testigo y en parte causante, pero no me importa cómo luzcas porque igual te amo.
—Aun así Adler, no creo que sea tan bueno a la vista —me aferra más a su cuerpo e introduce su mano bajo mi camiseta repasando con tiento.
—¿Es por eso o porque sientes que traicionarías a Massimo?
—Sabes que no soy ese tipo de mujer, yo tengo muy claro lo que representa cada persona en mi vida y el valor de todos.
—Entonces dame la oportunidad aunque sea una vez de ser tuyo, pero nada de tríos —comenta lo último sonriente a lo que muerdo mi labio.
—Eres un aguafiestas.
—No hermosa, es que esta única oportunidad la quiero solo contigo.
Había un brillo particular en su faz, una ilusión acumulada que hoy irradiaba como el sol que se iluminaba en lo alto de Berlín. Me acomodé a horcajadas sobre él rodeando su cuello y me dejé llevar entre el cúmulo afrodisíaco que guardaban sus finos labios, unos tan exquisitos que me hicieron dejar atrás toda mi vida.
(…)
Adler
Eran demasiados años guardando este sentimiento marcado con su nombre, no por eso había detenido mi vida, pero tampoco dejaba entrar a cualquiera y aunque creí haber encontrado un apoyo en la madre de mi hijo, a ella solo le bastó saber que estaba embarazada para abandonarnos cuando dio a luz, yéndose con otro hombre y olvidándose para siempre de él, pero Rag por otra parte estuvo a su lado, le brindó su amor, el calor de madre que le hacía falta y su voz incondicional, ella al comienzo no lo veía como un hijo sino como su sobrino y ahijado, pues no quería confundirlo para que no terminara lastimado, pero desde que las gemelas aparecieron en su vida; esa idea fue cambiando hasta el punto de que mi hijo la llama mamá en algunas ocasiones, ella no reniega ni se incómoda, sino que le sonríe muy especial y lo resguarda en sus brazos.
Ahora con esta nueva etapa en nuestras vidas, tenía mucho por aprovechar y poco tiempo para hacerlo ya que viajaría pronto a Londres con Massimo, pero igual disfrutaría cada segundo a su lado. Es por eso que preparé todo para este día con ayuda de mi hermano, pero no venía listo para una negativa de su parte, sabía que las cicatrices actuales la marcaron un poco más, así como también estaba seguro de lo que sentía por ella y quería hacerla sentir especial. Ella nunca se ha quejado por su cuerpo ante nadie, pero en el fondo es imposible que no resguarde dolor y en cierta medida rechazo por ello, y es justo lo quería hacerle olvidar recordándole que siempre hay alguien dispuesto a amarla tal y como es.
En el instante en que se puso a horcajadas, sentí mi corazón latir desenfrenado y me perdí en su existencia, siempre la tuve en mis sueños, pero ahora que es real es mucho mejor, mil veces mejor. Desplacé primero mis manos por sus piernas y ascendí por estas hasta su cintura, donde me deleite retirando la única prenda que cubría su piel y me quedé repasando cada centímetro conociendo su cuerpo con amor y deseo, mismos que dejaría en cada beso.
—Lo dicho, eres hermosa Rag y ahora que te veo no dudo de ello, si te sientes incómoda con algo solo dímelo, pero que quede claro que esto no me afecta ni cambia nada en mí —recito a la vez que repaso sus cicatrices con mis dedos.
Arrebata un profundo beso de mis labios y corto toda distancia en lo que recorro sus tierras, beso su cuello deseoso, sus manos van retirando mi ropa hasta quedar expuesto y la acomodo en la cama quedando sobre ella, nuestras manos reconocen el cuerpo del otro como si siempre hubieran estado juntos y la felicidad se ensancha en los labios de cada uno.
Por primera vez le dije cuánto la amaba con cada beso repartido en su cuerpo y me fui hacia ella deseoso, ansioso de hacerla mía y que a su vez quería que dejara su marca en mi piel. Al despertar nuestros cuerpos en deseo, levanté sus piernas dejando succionantes besos en cada una que nos sacaron una sonrisa, las acomodé en mis hombros y me deslicé entre estas como tanto había anhelado. Sentir su cálida cavidad fue glorioso, su primer gemido algo celestial y el impulso para continuar.
Al comienzo iba explorando cada sensación a lo largo de mi cuerpo con el suyo, era un ritmo suave y constante, pero ella en un hábil movimiento nos hace girar, sonríe victoriosa y se mueve en un compás más intenso y profundo que me enloqueció, me extasío con su figura apoderándome de sus senos, me acomodo mejor para que sus piernas rodeen mi cintura y la tomo de sus glúteos con firmeza moviéndonos al unísono, siento que me pierdo más en lo profundo y mis gemidos se intensifican a la par de los suyos.
—Te amo Rag.
Recito en sus labios y ella se apodera de los míos como respuesta, pero una cargada de profundo sentimiento.
—Hazme completamente tuya Adler.
Sonreí y nos fundimos como si el tiempo se acabara, como si fuera la primera y última vez que la tendría, pero no solo en mis brazos, sino también en mi vida.
Ragnar
Un cosquilleo constante se alojaba en mi vientre con cada penetración, mirada y beso que nos dábamos, Adler me hacía sentir diferente, despertaba mi deseo de una manera especial, me devoraba como si fuera la última vez, era pasión, era sencillo y a la vez sideral. Su mano se aferró a mi cintura repasando mi piel sana; mi piel ajada, el tiempo desapareció y nuestras primitivas esencias se mezclaban en dos cuerpos perlados sobre sábanas blancas.
¿Qué traía tal hipnótico mirar que seducía y mataba con amor mi alma?
¿Qué dejaba tatuado desde la dermis hasta los huesos?
Arqueé mi espalda brindando mayor acceso a su boca en mis erguidos pezones marcados por las areolas rebosantes en deseo por un hombre, por su nombre. Presiono con más intensidad y sus embestidas fueron titánicas, ansiosas, mi cuerpo se levantó embravecido y galopante como las olas chocando a su ritmo sostenida de su hombro y los resonantes gemidos.
Él salió rápidamente y me giró quedando ambos de rodillas, apenas me inclinó y volvió a crear un explosión pecaminosa al ingresar con constante intensidad, mi espalda se arqueó, un profundo gemido emergió y su brazo sostuvo mi pecho masajeando mis senos, pellizcando mis pezones y su boca succionaba mis hombros y cuello bañados del veraniego placer.
—Adler...
—Sé mía una vez Rag, que yo he sido tuyo por años. -murmuró con ronca y jadeante voz.
Debí aferrarme a su pierna, a su brazo, a su existencia para sentir que no saldría disparada al espacio sideral y aún así en tan expandido multiorgasmo me llevó más allá de los astros. El oxígeno no era suficiente, nuestros cuerpos cayeron sobre el ya húmedo telar pesados, ligeros, hizo mi cabello a un lado y buscamos el aire en los labios del otro encontrándolo utópicamente para terminar con una sonrisa que lo dijo todo.
Quedé en su pecho que aún mantenía el rocío de nuestro acto, me levanto dispuesta a ducharme repasando mi cuerpo sobre el suyo y en especial nuestros sexos barnizados de placer, él intenta detenerme pero soy más rápida y alcanzó a llegar al baño, lugar donde Adler me sorprende abrazándome desde atrás haciéndonos reír y dejando besos en mi cuello, algunos castos, otros como fuego.
—Eres una tramposa, pero esto todavía no termina.
Me levantó como pluma e ingresamos a la ducha donde volvimos a cargarnos de placer, su lengua invadiendo mi cuello, el agua borrando sus huellas y sus manos creando otras en mis cicatrices. Todas las sensaciones que él despertaba en mí eran únicas, tal fue el punto, que no hubo manera de pensar en detenerlo, sino todo lo contrario, lo quería dentro de mi nuevamente. Había algo en Adler que me hacía verlo cual alucinógeno, el cual consumí sin dejar un gramo por fuera y su voz se convertía en el hombre de la pandereta que atraía a mi sedienta abstinencia codiciosa de él.
Y con una exquisita sesión en la ducha finalizada, nos cambiamos en la habitación entre besos y juegos, él salió una vez quedó listo en lo que terminaba de secar mi cabello, cuando de pronto, vuelve a abrir la puerta y mi alegría aumenta al ver sus dulces ojos azules.
—¡Tía Rag!
Adrien viene corriendo emocionado hacia mí y lo recibo con un fuerte abrazo. Sé que él no es David o las gemelas, pero su amor hacia mí es tan puro como el de ellos y es el mismo que le brindo. Llenamos de besos nuestras mejillas y Adler nos observa sonriente.
—Te extrañé muchísimo, papá dijo que tuviste un accidente muy fuerte, quise visitarte, pero no fue sino hasta después de un mes que pude hacerlo, aunque estabas dormida ¿pero ya estás bien?, ¿te duele algo? —habla tan rápido que no sé si le alcance el aire para tanto.
Acaricié su rostro comprendiendo que era la mejor mentira para él y le sonreí con mucho amor.
—Estoy bien cariño, la situación fue muy fuerte y necesitaba descansar un tiempo, pero ya estoy despierta y con mucha energía.
—Papá dijo que te traería un desayuno especial que te daría fuerzas y con las flores que te sembramos anoche te alegrarías más.
Muerdo mi labio al escuchar con cuánta inocencia dice esas palabras, pues en efecto, Adler sí que me dio energía.
—Me encantó el regalo de las flores, están hermosas.
—Qué bueno que te gustaron, también traje algo más para alegrarte.
Toma su maletín y saca una caja blanca marcada con mi nombre en letras doradas y un corto mensaje que dice:
"Eres la mejor madre, mujer y amiga del mundo, por eso te daremos una dulce felicidad".
Adrien y Adler.
Sonreí y abrí la caja encontrando tres pisos con bombones de chocolate surtidos.
Adrien es igual de detallista a su padre, se nota que aprendió lo mejor de él. Dejé la caja a un lado y lo abracé nuevamente por este hermoso regalo e hice lo mismo con Adler, quien no desaprovechó la ocasión para robarme un beso.
—Es un regalo muy hermoso y sin duda bastante dulce, muchas gracias.
—Espero que te gusten, escogimos solo los mejores y algunos sabores los mandamos a personalizar, así sería una combinación diferente.
—Si es así entonces los disfrutaré muchísimo más.
Hablé con Adrien sobre el por qué no había vuelto a Alemania para visitarlo, me contó también de cómo le iba en la escuela, los amigos que tenía y las salidas que hacía con Adler y Ares para acampar o cuando conocía otras ciudades, todo esto en lo que terminé
de alistarme y salíamos de casa con rumbo desconocido, puesto que ninguno de los dos me quiso decir a dónde iríamos.
(…)
Adler
Nos dirigimos al museo alemán de espionaje, idea de mi hijo que últimamente veía muchas películas de ese género, allá estuvimos hasta medio día conociendo cada sector, artefactos usados por espías en diversas épocas, aprendimos estrategias usadas en interrogatorios, ataques personalizados y nos divertimos entre las cientos de fotografías que tomamos de los tres en diversas poses, con armas, en la sala de rayos láser y otras más.
A medio día fuimos a almorzar cerca de donde estábamos y después nos dirigimos a un lugar muy especial para los tres, mismo donde quería hacernos recordar dicho momento, es por eso que en cuanto llegamos al Stone global proyect mi hijo y Rag no pudieron ocultar su felicidad.
Adrien sale corriendo con ella tomada de la mano y recorren una a una las piedras adivinando su lugar de procedencia, inesperadamente Adrien da una palmada al brazo de Rag soltando un fuerte grito diciendo: las traes, dando inicio al mismo juego de persecución que tuvieron aquella ocasión y ella sale corriendo hacia él dándole ventaja.
Esta imagen marca tanto en mí que me hace sentir más ligero de lo que ya estaba, es entonces cuando me acerco a las piedras y repaso las inscripciones de cada una.
El proyecto de Stone global se basó en el accionar e ideal de Wolfgang Kraker von Schwarzenfeld, quien reunió un par de piedras de treinta toneladas con características especiales, las cuales fueron extraídas dejando una en su lugar de origen y la otra en este punto como representación de la paz a nivel global. Anexo, cada piedra representa un paso decisivo para obtener dicha paz siendo Europa el despertar, África la esperanza, América el amor, Asia el perdón y Australia la propia paz.
Al considerar de dónde provenimos ella y yo, surge una sonrisa que a su vez revive aquel mágico veintiuno de junio años atrás. Ese día, se dice que el sol se refleja en la superficie de las piedras ubicadas en los otros continentes creando una serie de haces lumínicos que, aún siendo invisibles, estas se unen a las que están en este parque.
¿Pero qué tiene que ver esto con nosotros? Simple, ese día estuvimos aquí mismo divirtiéndonos con el mismo juego en el que están ellos ahora hasta que una fuerte tormenta cayó sobre nosotros, no duró mucho tiempo, pero eso fue más que suficiente para recrear un arco iris en este mismo punto que sí logramos apreciar y a su vez, mi hijo soltó por primera vez de forma inocente una frase que nos marcó a Rag y a mí para siempre: Ich will dich Mutter.
—¡Despierta!
Un grito me saca de mi ensoñación y mis dos amores saltan sobre mí, por poco caemos todos, pero logro mantener el equilibrio a tiempo, apenas y me quejo, pues al verlos con sus sonrisas traviesas salen corriendo juntos y voy tras ellos como tigre tras su presa liberando todas las cargas que quedaban en mí al vernos tan felices.
Así se nos fue el tiempo entre juegos, gritos y risas descontroladas hasta que el cansancio nos ganó, por suerte el clima y el viento nos ayudó en este caluroso día y no estábamos tan asfixiados, de igual forma les pedí que me esperasen en lo que iba a comprar agua en un punto cercano, pero al regresar con la compra hecha encuentro una imagen que me saca una oscura sonrisa.
—No sabía que te divertías mucho en Berlín Max.
Él y la joven que carga entre sus brazos muy provocativamente me miran asombrados y ella baja cuanto antes de él.
—Adler... ¿Qué haces aquí? —pregunta Massimo asombrado como si lo hubiese encontrado siendo infiel a Rag... y vaya que estoy disfrutando de su expresión.
—Paseo con mi familia, pero me alegra saber que estás disfrutando de la ciudad y dejando atrás tus tormentos como todos —solté con cierta ironía.
—Adler, ella es Luna, no sé si Ares lo mencionó pero se quedó con nosotros unos días —así que ella es la de los estragos con Sasha...
Estrechamos nuestras manos y analizo la situación y a ellos sin abandonar mi sonrisa socarrona.
—Bueno, me retiro, sigan disfrutando su día y un placer conocerte al fin Luna.