Puerta de Brandeburgo - Noche del rescate
Ragnar
Cuando todos ingresamos al sótano y vimos a Kathya bañada con la sangre de Max quedamos petrificados, es una escena que nunca podré quitarme de la mente.
—Bienvenidos mis borregos, no se preocupen que en cuanto termine con este platillo iré con ustedes.
Doy un disparo a la mano de Kathya haciendo que suelte su cuchillo y me mira con profundo odio, pero no emite sonido alguno de dolor. Ella jamás me daría ese placer, pero después me encargaría de hacer un coro completo con ella.
—¡Eres una perra maldita Ragnar Wintar, esta me la vas a pagar!
—No Kathya, eso eres tú y será con tu vida con la cual me pagues todo lo que le hiciste a Max.
—¿Celosa porque yo sí pude adiestrar a tu cachorro?
Esa maldita sonrisa de satisfacción se convirtió en gasolina para mi odio, corrí hacia ella y comenzamos a pelear en lo que Ares y Adler liberaban a Max, Wesker por su lado solo nos observaba, sabía que no podía intervenir en ningún aspecto hasta que lograse contenerla.
—Idiota bueno para nada, ¿acaso no piensas defenderme? —grita Kathya a Wesker.
—¿Yo? pero si tú misma me has dicho que no debo intervenir en tus asuntos ¿Recuerdas? Y la verdad tampoco me apetece detenerlas, sabes, hasta se ven provocativas desde este ángulo ¿Me pregunto cuál de las dos hará que me corra?
—Eres una rata traicionera, este fue tu plan desde el comienzo.
—Tan inteligente como siempre —lanza mordaz.
Ese cretino no cambia, siempre tiene que buscar alguna forma de provocarla y ahora que había obtenido lo que quería gracias a mí, no desaprovecharía la oportunidad para humillarla, pero al menos esas burlas que le lanzaba la hicieron descuidarse y pude arremeter contra ella hasta dejarla cerca al pozo de ácido. Kathya logra darme una patada para arrastrarse e intentar ponerse a salvo, pero soy más rápida y me posiciono sobre ella impidiendo su escape, tomo su brazo izquierdo y lo muevo hasta el ácido dejándolo solo a centímetros del mismo. Veo a los hermanos salir, Adler me da una rápida señal indicando que sacará a Max de allí y corre junto a Ares para salvarlo, mientras tanto, Wesker se acerca quedando frente a nosotras y toma con fuerza el cabello de Kathya para levantar su cabeza.
—Wesker, dame un número del uno al cinco —solicito ansiosa.
—Difícil decisión, que sea un quinto mi preciada muerte.
Sumerjo las primeras falanges de los cinco dedos de su mano y ella jadea un poco para evitar gritar.
—Son unos malditos, me la van a pagar muy caro —dice entre dientes pues su dolor es grande.
—No Kathya, ha llegado tu turno de saldar cuentas conmigo y luego lo harás con tu hermano.
Sumerjo un poco más para que se desintegren las segundas falanges, ella intenta detenerme con su otra mano, pero soy más rápida y quiebro dos dedos de esta para después introducir las últimas falanges, entonces su grito se hace presente deleitándonos y sacando una sonrisa perversa en ambos.
—Parece que tenemos una ganadora.
Wesker dice esas palabras y se abre el pantalón mostrando su erecto m*****o frente a ella, quiebro un dedo adicional provocando otro grito y él se corre en la cara de Kathya en lo que muerde su labio.
—Eres increíble Ragnar Wintar y si esto fue la entrada, no imagino el plato fuerte.
—La cena será tan exquisita que no podrás escoger entre el plato fuerte y el postre.
Él me da una mirada malévola, sé que muere por cobrar la carta que le di, pero aun debemos hacer otras cosas antes de que lo haga. Da un golpe en la cabeza de su hermana dejándola inconsciente y la carga en su hombro mientras salimos de ese lugar.
—Te espero para desayunar Wintar.
—Ahí estaré, pero recuerda que si Max muere…
—Lo sé, no tienes que decirlo, igual estoy seguro que vas a salvarlo.
Llegamos a la superficie, él sube a Kathya al auto para regresar a su casa y yo me quedo frente la puerta de Brandeburgo mirando la luna, todos se habían ido y solo quedaba yo en ese lugar. Llegué a la entrada central para tomar asiento apoyándome contra el muro y saqué el móvil para hacer una última llamada, sonó tres veces y su voz resonó en el dispositivo.
—Buenas noches pequeña
—Buenas noches Oz
—Está hermosa esta noche, ¿no lo crees?
—Sí, está muy brillante y dentro de poco habrá eclipse.
—Quedará más bella su nívea piel en ese manto escarlata.
—Sí, me encantaría verla contigo esa noche.
—No llores pequeña, sabes que no lo soporto —levanto la mirada, pero el río sigue emergiendo de mis ojos.
—Oz, ¿sanarás mis heridas como hace años?
—Siempre mi pequeña, siempre.
—Visítame cuando finalice el eclipse y despiértame cuando pase el temblor.
—Ahí estaré mi pequeña, solo resiste para mí.
—Lo haré, nunca faltaría a mi palabra… —tomo un poco de aire e impulso para decir esas palabras que significan tanto para nosotros. —Oz, hazme renacer en tus labios…
—…para que pueda morir en los tuyos al frío de tus manos.
Arrojo mi móvil hacia la pared con fuerza y doy un fuerte grito hasta desgarrar un poco mi garganta. Es la última vez que tendré para gritar porque no voy a darle ese gusto a Wesker ni a nadie nunca más.
(…)
Oz
Bebo lo que queda de mi whisky al escuchar sus últimas palabras, coloco el móvil en el vaso y los arrojo contra la pared derramando mis desconsoladas lágrimas, caigo de rodillas dando varios golpes al suelo hasta quebrar la baldosa y pintarla de otro color.
Cuando al fin logro calmarme un poco, tomo el teléfono de la casa, hago un par de llamadas solicitando otro móvil y tres unidades de sangre para dentro de quince días, luego tomo un baño con agua caliente, pero dejo que esta vez caiga en su máxima temperatura para quemar este dolor y luego la cierro para dejarla lo más fría posible y pensar en su piel.
Mis ojos están cerrados en todo momento, pero luego de unos minutos en ese glacial los abro y veo mi sangre correr en el agua imaginando que se mezcla con la suya, salgo de la ducha para después acostarme en la cama y tener una narcosis por su aroma.
(…)
Ragnar
Me encuentro en la habitación con Max, por suerte pudieron salvarlo apoyados con la sangre que les di, pero sé que las pesadillas comenzarán a acecharlo a partir de este momento.
—Necesito que seas muy fuerte mi océano, por desgracia no podré estar a tu lado, pero te prometo que volveré otra vez por ti, solo espero que puedas perdonarme por todo lo que haré una vez cruce esa puerta, no olvides que te amo.
Dejo un beso en su mano, otro en su frente y el último en sus labios.
—Te amo mi océano, te amo, por favor perdóname.
Beso de nuevo sus labios, dejo una nota a los Müller diciendo que me ausentaré un tiempo para que no me busquen y salgo del hospital directo a la casa de Wesker, en el auto limpié mis últimas lágrimas y tomé aire profundamente al encontrarme en aquella mansión.
Una vez terminamos de desayunar, nos fuimos al sótano que es su oficina, me entregó el acuerdo firmado, me aseguré que todo estuviese tal cual lo estipulamos y dejo mi firma en él para después enviarlo a alguien de confianza que lo guardaría con mis archivos privados. A cambio de la carta roja, una de las cosas que solicité a Wesker fue acabar con Kathya, puesto que los Müller no podían hacerlo sin desatar una guerra dentro del país y eso involucraría a muchos inocentes, pero él sí al ser su esposo y heredero de su poder.
—Fue todo un placer haber hecho este negocio contigo.
—Pero si todavía no empezamos.
—Es suficiente con el hecho de saber que eres tú la involucrada, ahora, ¿me permites? —se levanta quedando frente a mí y estira su mano la cual tomo dejándome guiar.
Llegamos a otro punto del sótano donde encontramos a Kathya suspendida entre cadenas y con una vara de hierro atravesando sus muñecas, Wesker baja una palanca que a su vez la hace descender acomodándola en una camilla y tensa las cadenas provocando un grito en ella.
—No hay nada como empezar bien la mañana junto a una buena compañía —besa el dorso de mi mano con su particular aire malévolo y caminamos hacia Kathya. —Muy bien Ragnar, la mañana será solamente para ti, en la tarde tomarás un descanso y por la noche nos deleitaremos juntos, siéntete como en casa.
Tenía tantas cosas en mente para ella que no sabía por cual empezar, así que me enfoqué primero en revisar todo lo que tenía Wesker en ese lugar ya que no solamente torturaría a Kathya hasta su muerte, sino que yo también estaría en este mismo espacio las próximas dos semanas.
Toda la mañana me propuse en hacer algo sencillo, desollé la piel de los pies de Kathya, retiré despacio cada capa para luego proceder con los tejidos musculares hasta dejar los huesos expuestos, Wesker solo observaba en silencio con una sonrisa lobuna, de vez en cuando sus ojos se abrían fascinados al escuchar los gritos y en múltiples ocasiones se acercó para deleitarse más con el acto hasta llegado el mediodía.
—Sella y vamos a comer Ragnar, no quiero que te desmayes.
Tomé la vara que tenía al fuego desde hace unas horas y la pasé lentamente por la carne expuesta para evitar que se desangrara en nuestra ausencia, al escuchar el chillido de ella, él presiona mi hombro con fuerza ante su deleite y después salimos rumbo a una habitación del tercer piso por el ascensor. El lugar era bastante lujoso, amplio y muy iluminado, bastante acogedor he de admitir. Sin soltar mi mano, nos dirigimos al baño donde retiró mi ropa, colocó mis manos en su pecho para que lo desnudara y así hice. Nunca me perdía de vista, es como si en cada toma mental me grabara al detalle.
—Me habría encantado tenerte a mi lado.
—Así sería, pero diferimos por mucho en nuestros gustos.
—No lo veo de esa forma —coloca mi cabello detrás de mis orejas dejando sutiles caricias en mis pómulos. —Somos iguales Ragnar, pero tú tienes un sentido del gusto por la vida gracias a tu familia y de no ser por ese detalle, estoy seguro que estaríamos juntos.
—Pero eso no ocurrirá por fuera de este tiempo, así que disfrútalo al máximo.
—¿Y cómo sé que en verdad me darás lo que deseo? —acerca su rostro rozando apenas nuestros labios y continúa hablando —Porque si soy honesto, torturarte es solo una cosa más en mi lista, pero no es lo que más anhelo de ti.
—Si quieres obtener eso de mí, entonces deberás hacerlo emerger.
—¿Y cómo lo consigo? —pregunta escudriñando en mi rostro la respuesta con fascinación.
—Llegando a mi infierno y conociendo mi verdadero rostro.
—Que así sea.
Me atrajo a su cuerpo cortando toda distancia y nos fundí en un profundo beso, sentí que quería vomitar, pero debía soportarlo, debía ver en él el rostro de aquellos que amo para soportar todo lo que vendría.
Tomamos una ducha bastante provocativa y aunque creí que estaríamos juntos, no fue así, solo deleitó su vista y el tacto y yo únicamente lo masturbé hasta llevarlo al orgasmo, pues según él quería que el primer encuentro fuese diferente... especial.
(...)
09:50pm - Mansión Richter
Sentí una caricia desplazarse a lo largo de mi espalda, besos que transmitían cariño y una cálida piel que se refugiaba en la mía, rápidamente recordé dónde me encontraba y abrí mis ojos encontrándolo a mi lado, me veía con tanta profundidad que me sentí atraída. Odio admitirlo, pero tiene razón y de no ser por mi familia, él y yo estaríamos juntos en un baño sanguinario s****l a diario.
—Te ves hermosa.
—No sabía que eras un romántico —ladea una sonrisa que lo hace ver más humano y menos monstruoso.
—No te acostumbres que solo tenemos dos semanas —sonreí al recordar a Oz cuando responde igual.
—Entonces vamos a sacarle provecho a tu sonrisa... y a tu oscuridad.
Un roce suave en mis labios y nos perdimos en el otro, retira la sábana dejando que nuestros cuerpos se encuentren y poco a poco las cosas se van calentando. Extiende mis brazos a lo alto de mi cabeza sin soltar mis manos y su m*****o va despertando entre mis piernas, las cuales no tardan en darle mejor acceso.
—Serás mi perdición estas dos semanas —susurró en mi oído dejando una mordida.
—Te equivocas Wesker —giré mi rostro conectando con sus ojos. —ya soy tu perdición y no podrás escapar de mí, entraré tan profundo en ti que nunca podrás olvidarme.
Un cosquilleo invadió mi vientre ante las miradas retadoras y hambrientas de placer, intensificó su agarre en mis manos y descendió hasta mi centro deleitándome con el placer de su boca y lengua. Ese infeliz no tenía piedad por nadie ni conocía el perdón, aunque sí sabía cómo llegar poco a poco a mi infierno, pero en el fondo sabía que no podía darle lo que quería sin importar cuántas veces me entregara a él, pues mi alma ya estaba en manos de alguien y nadie lograría obtenerla.
Me habría encantado decir que ese momento terminó en una excelente follada o que los siguientes tres días en que torturé a su esposa hasta la muerte (con el apoyo de él) fueron maravillosos, pero no es así, mientras estuvo Kathya con vida, se ensañó en fornicarla cruel y despiadadamente en lo que yo le producía dolor con cada tortura y al aburrirse, unicamente la tomó entre sus brazos y la arrojó a la caldera de hierro líquido como si no fuera nada, fue entonces cuando me observó como un rey infernal dando aviso de que ahora sería mi turno, uno en el que él se encargaría de que lo recordara cada día del resto de mi vida.
(…)
Actualidad
Max
Hice caso a la orden de Marcus y salí de la habitación para buscar a Oz, no sabía exactamente qué debía hacer con él o cómo apoyarlo, jamás llegamos a hablar en un ámbito más personal y lo poco que sabía de él me hacía pensar en muchas cosas que no aportaban nada bueno a las circunstancias.
Pregunto a una enfermera por él y me dice que fue a la habitación de Ragnar, así que me dirijo allá y cuando entro, lo veo sentado a su lado acariciando su mano. Por un instante pensé que estaría llorando o lo vería afligido, pero no es así, es como si la viera de la misma forma en que ella observa la lluvia a través de la ventana, tiene la misma mirada. Entonces un dolor punzante se manifiesta en mi pecho al ver esa imagen de los dos.
—¿Qué quieres D’Porti? —pregunta sin dejar de verla.
—Quería saber cómo estabas.
—Qué decepcionante que ni siquiera aprendieras a mentir con todo lo que ella te enseñó, regresa y dile a Marcus que no necesito niñero, ella sigue con vida.
—¿En verdad estabas dispuesto a hacerle eso? —levanta su rostro hacia la ventana y luego me observa con una mirada que deja mucho por decir.
—Métete algo en la cabeza D’Porti, mi vida le pertenece solo a ella, así como la suya me pertenece e iré por encima de cualquiera para cumplir sus deseos, incluso de nuestra propia familia.
Tragué difícilmente ese nudo en mi garganta, no sé por qué sentí que ella abría sus ojos y ambos me observaban con una misma oscuridad en simultáneo, es como si hubiese algo que va más allá entre ellos, algo que es inalcanzable para mí, para cualquiera. Dudé unos segundos, pero hice esa pregunta que rondaba mi cabeza desde que hizo la amenaza, o quizás desde la adolescencia.
—¿La amas?
Él dio una sonrisa de lado, levantó su mano que sostenía la de ella sin importarle el dolor que podía llegar a producirle aun estando dormida y dejó un beso en su dorso.
—El amor está sobrevalorado Massimo D’Porti, hay cosas que lo superan y valen mucho más, pero la gente no llega hasta ese punto porque sería una aberración incomprensible y es por eso que resumen todo en esa palabra, quizás algún día lo comprendas… o quizás no.
Se acerca al oído de ella para murmurar algo que no alcanzo a escuchar y deja un beso cerca a sus labios, pero no los toca, luego camina hacia mí atrapándome en esa mirada demencial y sonríe como si una idea muy oscura se formara en su mente, entonces sale de la habitación dejándome solo con ese tsunami de sensaciones inexplicables.
(…)
Oz
Era de madrugada, me aseguré de que nadie estuviese en el hospital e ingresé a su habitación, me acerqué para acariciar su cabeza y su mano a lo que ella respondió con una ligera sonrisa presionando levemente mis dedos.
—Ya es hora, te di dos meses para que descansaras y ha llegado el momento de despertar, quita la sábana del espejo y enfréntate a tu propio reflejo, te estaré esperando mi pequeña.
Acuno mi mano en su mejilla dejando una caricia y rozo sus labios, siento que ella inhala profundamente mi aroma haciéndome sonreír, aunque no me separo de ella; sino que abro lo suficiente su boca para profundizar un poco mi accionar y sus labios presionan ligeramente los míos.
—Adiós mi pequeña luna —dejo otro beso en sus labios que nos hace sonreír.
Por eso es mi adoración, hasta en sueños es capaz de seguir reconociéndome y me lo hace saber en esos sutiles gestos tan propios de nosotros. Acaricio sus labios y salgo con una sonrisa de orgullo para tomar mi avión devuelta a Nueva York.