Dreik Black, recordó aquella época . . .
No podía decir que era la mejor de su vida . . .
Pero su esposa había sido tan pequeña que sintió que era tan extraña y delicada entre todos ellos . . .
Caro no solo era una niña. También lo aparentaba, no tenía nada que tuviera una chica universitaria, era como si uno de ellos entrará a un negocio educativo de niños . . .
Incluso sus ojos irradiaban una pureza y transparencia que ninguno de ellos ya poseía . . .
A él, le gustaba jugar con ella, le entretenía y aunque jamás había utilizado esos medios con ninguna persona, sentía que no podía dejarla libre en la universidad . . .
La humillaba, pero al mismo tiempo quería cuidarla . . .
Recordando eso y todo lo que leyó en el diario de su esposa . . .
. . . Dreik Black se sentía impotente . . .
La rabia aumentó, cuando descubría poco a poco que su mujer era bien popular con solo llegar, y aunque a él antes no le importaba para nada si era bella o no, solo podía fijarse en los fueros y a la vez dulces que eran sus ojos en la universidad . . .
Pero se olvidó de ella cuando le hicieron aquella trampa en donde terminó casado con ella . . .
Toda la confianza, la amistad y la protección posesiva que había creado hacia ella, se desvaneció . . .
La odio tanto que prefería no tener que ver nada con ella luego del matrimonio, la ignoró, la apartó de su vida, llevó una vida como si jamás hubiera estado casado . . .
Todavía tenía que llegar a esa parte de la historia para ver qué fue lo que realmente sucedió, pero ya tenía una leve sospecha de que en realidad fue él quien siempre se equivocó . . .
En ese momento, Dreik Black agarro su celular que había dejado en la plataforma de noche al lado de su cama . . .
Tecleo rápidamente unas letras y volvió a apagar la pantalla de su móvil . . .
Unos minutos después, se escucharon pasos apresurados fuera de la puerta de la habitación principal . . .
Si era sincero con él mismo, Juan Giova era el mejor subordinado que jamás podría tener, así como comenzaba a pensar lo mismo sobre su esposa . . .
Después de un leve jadeo, se escucharon algunos golpes suaves y endebles en la puerta . . .
- Adelante . . . - Se escuchó la voz fuerte y audible de Dreik Black . . .
Juan Giova, que había aprovechado que su jefe aceptó tomarse un pequeño descanso después de insistirle tantas veces que lo hiciera . . .
Juan Giova solo podía descansar un poco si su jefe también lo hacía, pero parecía que en realidad su jefe no había tomado ni el mínimo descanso después de que fue a su habitación . . .
El fiel subordinado incluso pensó en robar ese famoso libro que tenía a su jefe tan entretenido últimamente . . .
Tanto, que ni siquiera lograba el sueño que debía tener un ser humano como él . . .
Que ya se sabia, era el mínimo, de por si no dormía, y ahora parecía que no lo hacía en absoluto . . .
Juan Giova se levantó de su cuarto y refunfuñó mientras se ponía los zapatos al ver el mensaje de urgencia en su teléfono . . .
Tenía un sueño débil y alerta, por lo que el mínimo descanso era bien provechoso para el hombre, al igual que Dreik Black estuvieron en la milicia y ambos eran buenos centinelas, pero en comparación de peligrosidad, Juan Giova no había conocido a nadie más aterrador que su jefe . . .
Pronto, se daría de cuenta que habia algun mucho más aterrador y peligroso que el mismo Dreik Black, y que incluso él, ya había servido para esa persona que en apariencia no mostraba el más mínimo indicio de ser una persona tan perseguida e inteligente . . .
En cuanto llegó corriendo a la puerta de su jefe, dejando el alma tras su carrera, suspiro profundo y dejó de refunfuñar . . .
Como siempre lo hacía, encomendó su alma a quien escuchara sus plegarias y decidió tocar la puerta . . .
Fue la voz de su jefe quien lo volvió a la realidad y abriendo la puerta, miró al hombre que estaba envuelto en una túnica de baño . . .
Al parecer, en el momento en que tomo una ducha, no se relajo . . .
Por el contrario, el libro estaba entreabierto sobre su mesa en la terraza que estaba fuera de la ventana de la misma . . .
Era de madrugada y la espectacular vista nocturna consolaba el corazón herido de algunas personas que iniciaban su labor desde temprano . . .
Y de personas que descubrían sus errores demasiado tarde . . .
Tan tarde, que incluso no lograban conciliar el sueño . . .
- Jefe . . . ¿ No has dormido nada ? . . . -
Aun con un poco de sueño e irritado, Juan Giova se atrevió a ser valiente y juzgar las acciones de su jefe . . .
Dreik Black lo miró sin ninguna emoción e ignoró la obvia preocupación de su subordinado y mejor amigo . . .
- Ordena ahor amismo, interceptar todos nuestros móviles . . .
Teléfonos de las propiedades a mi nombre, de mi familia, de las empresas y subsidiarias, de los empleados a nuestro cargo y sus familias . . . -
Juan Giova se quedó de piedra, parecía que el sueño o la falta del mismo lo había dejado sordo y bruto por un momento . . .
Era claro que lo que su jefe pedía era algo grande, pero si pensaba que ya era complejo, cuando escucho las siguientes palabras de su jefe, fue aún peor.
Juan Giova prefería estar en una pesadilla.
¿ Por qué este hombre se volvió más complicado después de la partida de su esposa ?
- Necesito que todos los datos estén listos para el amanecer, con el primer rayo de luz, quiero todos los números limpios, y con un nuevo contacto. -
Juan Giova sintió ganas de llorar.
Solo faltaban tres horas para el amanecer . . .
Parecía que de verdad necesitaba con urgencia encontrar a la esposa de su jefe.
¿ Acaso estaban sufriendo un ataque de estado ? . . .
¿ Por que hacer algo tan radical ? . . .
- ¡ Ahora ! . . . - El grito de Dreik Black, provocó que Juan Giova y los hombres detrás de la puerta temblarán.
- Sí, jefe . . . - Aun con las piernas temblando, Juan Giova corrió decidido a cumplir su trabajo.
Nadie podría saber la razón detrás de las órdenes de Dreik Black.
Cada paso que el hombre daba, era lento pero decisivo.
- Niña caprichosa . . .
Mi niña caprichosa, si quieres jugar . . .
Entonces juguemos . . . - Dreik Black dijo estas palabras divertida mientras observaba el diario de su esposa a lo lejos y con una extraña y retorcida sonrisa caminaba hacia su vestidor.
No había tiempo que perder.
Poco a poco descubría los caminos de su mujer, pero tambien sabia que eso caminos quizá fueron cubiertos por ella misma al saber que el diario estaba en poder de su esposo.
Ahora Dreik Black lo haría a su manera y había comenzado una emboscada perfecta.
Que era una forma lenta, si.
Pero si quería tener a su esposa donde quería tenía que ser más inteligente que ella y eso parecía ser un trabajo complicado, pero no imposible.
Con una nueva visión de las cosas, Dreik Black parecía saber que pasaría luego en el diario de su mujer, pero aun cuando quería encontrar al maldito Pedro Skala y matarlo con sus propias manos por tratar de robarse lo que Dreik Black consideraba ahora que era suyo, todavía tenía que terminar de leer esa parte en la que sabía, le tomaría horas frente a un saco, o en el peor de los casos, un cuerpo humano.
De todas formas, así se cayera el cielo, Dreik Black descubriría cada uno de los secretos de su esposa, que al parecer apenas comenzaba a descubrir la vida y si sus recuerdos no les fallaban, él había estado en muchos episodios de ese descubrimiento.
Con una sonrisa ladina, el hombre frente al espejo se arregló su corbata y caminó a pasos lentos hacia el diario.
Lo palpo en sus manos un par de veces y luego salió de mejor humor del que tenía cuando envió el mensaje.
Ahora tenía un nuevo contacto y no dudo en usarlo de inmediato . . . .