Alejandro está atónito. Todavía no le parece real todo lo que está pasando. La música, las luces, la mujer a lado a él… todo parece girar a su alrededor, pero no logra apartar la mirada de ella. Emilio no deja de sonreír mientras conversa animadamente con la Diosa Elysia. Él parece encantado con su presencia, como si el simple hecho de tenerla cerca fuera motivo suficiente para disfrutar la noche. Pero Alejandro no puede seguirle el ritmo. Permanece en silencio, observándola, intentando entender por qué la sensación de haberla visto antes se vuelve cada vez más fuerte. En silencio, la estudia con detenimiento. Sus movimientos son elegantes, fluidos, como si cada gesto estuviera calculado para provocar algo en quien la mire. Tiene una cara redonda, de rasgos suaves, pero hay algo en ella

