Alejandro no termina de entender lo que ocurrió con su amigo Emilio. Algo en su comportamiento le parece fuera de lugar. Emilio rara vez pierde la calma, y mucho menos interrumpe un viaje de trabajo sin razón aparente. Sin embargo, por más que intenta deducir qué lo llevó a volver tan de prisa a la ciudad M, no logra encontrar una explicación lógica. Mientras lo piensa, revisa los informes de manera detallada. Los números no mienten, y lo que ve frente a sí no es alentador. Tiene tres reuniones más los próximos dos días, y hasta el momento, ninguna parece prometer grandes resultados. La carga lo agota, pero su mente se mantiene activa, buscando soluciones. Se sirve un aperitivo en el restaurante del hotel, intentando despejarse. La música de fondo es suave, apenas un murmullo, y el murmu

