Emilio termina de cocinar una sopa de pollo ligera y calienta unas tostadas en el horno. No es un chef, pero sabe que algo caliente puede ayudarle a Sofía a reponerse después del accidente. Sirve la sopa con cuidado, la coloca en una bandeja junto con un vaso de agua y unas pastillas para el dolor. Camina de regreso a la habitación, donde ella continúa recostada, aún con el gesto adolorido en el rostro. —Vamos a intentar que comas un poco —dice mientras se acerca. Sofía asiente en silencio, agradecida por la atención. Emilio le ayuda a incorporarse con suavidad, acomodando almohadas tras su espalda para que quede erguida sin lastimarse. Luego coloca la bandeja sobre sus piernas, asegurándose de que esté bien apoyada. —Es sopa de pollo. No es nada del otro mundo, pero te hará bien —expli

