Arrastré a Cami cuando la vi, al baño, me aseguré de que estuviera vacío. Era aún temprano para las clases.
—¿Desde cuando estás enrollándote con Gustavo?
Abre la boca y la vuelve a cerrar. —No estoy enrollándome con él.
—¿Entonces son novios?
—¡No!
—¡Explícame! Creí que confiabas en mí ¿por qué no me lo dijiste? Pensé que estabas coladísima por Harry.
—Confío en ti. Además, Harry solo es algo que nunca va a pasar, está por graduarse este año. Es solo que, con Gustavo, —se da la vuelta y cuando me enfrenta su mirada está perdida. —Estamos jugando, somos amigos con derechos. Es un trato que tenemos. Solo diversión y que nadie tenía que enterarse. Se lo prometí.
Eso es estar enrollándose. Pongo los ojos en blanco.
—¿Por eso no me contaste? —asiente con la cabeza.
—Entonces, los chicos tampoco lo saben —sacude la cabeza. —Pues ahora lo hacen, bueno al menos. Alexander.
Abre los ojos como platos. —¿Se lo dijiste?
—Estaba enojada y me preguntó en la barra, tuve que decirle. No creo que diga nada.
Conocía a Alex, no diría nada.
—¿Pero Gustavo? ¿Enserio?
Pone los ojos en blanco. —No me culpes. Solo sucedió. —se encoge de hombros.
—No soy nadie para juzgarte, pero espero estes cuidándote.
—Si, usamos protección. Además, tomo la píldora.
—No me refiero a eso, sino a tu corazón. Si comenzó como un juego puedes terminar herida, o él puede hacerlo. No puedes jugar con los sentimientos del otro. Porque al final terminará perdiendo alguno de los dos—se muerde el labio mientras asiente. Esperaba que no empezara a crear sentimientos a su persona, porque tendría un corazón roto que curar.
La llevo a mis brazos y aprieto. Ella sabe que me tiene como amiga y la voy apoyar en todo.
***
En la cafetería le doy miradas fulminantes a Gustavo, varias veces me dice Cami que pare. Luis nota la tensión en el aire.
—¿Sucede algo? ¿De qué me perdí?
—Nada, —Comenta Alex. Le envié un mensaje después de hablar con Cami de que no dijera nada a nadie. Me envió un emoticon con los labios cerrados. Sabía que podía confiar en él.
—Es que parece que Adeline quiere matar a Gustavo ¿te metiste en problemas amigo? —mira a Gustavo, y lo palmea mientras ríe. —¿Hiciste sufrir a otra amiga de ellas?
Cami tose cuando menciona esto.
Claro que sí, el estúpido se había enganchado con otra amiga mía. Y era mi mejor amiga.
—No sucede nada —recojo mis cosas y me largo de allí. No necesito esto. No estoy enojada con mi amiga, si no con Gustavo. Conozco como juega. Solo busca diversión, espero que hayan puesto reglas para este juego tonto.
En mi prisa por ir a mi próxima clase tropiezo con Félix.
—Lo siento.
—¿Sucede algo?
—No, nada —finjo una sonrisa.
—¿Segura? Parece que algo te molesta ¿soy yo? —miro detenidamente a sus ojos, algo se remueve dentro de mí, espero no enfermarme ahora. Pronto tendré un examen.
—Claro que no.
—¿Quieres contarme?
Dudo, pero creo que podría librarme de estas preguntas que traigo conmigo.
Mi celular suena. El profesor ha cancelado la clase a la que iba justo ahora.
—Han cancelado nuestra clase —le menciono. Él asiste conmigo. —Parece que el mundo está a tu favor. ¿Quieres un café?
Me da una sonrisa tierna, de esas que dan los chicos que no saben el efecto que tienen en las mujeres.
Me muero el labio inferior lo más duro que puedo hasta que sangro. Saboreo mi sangre, es mejor que sentir otra cosa.
—Estoy preocupada por mi amiga, temo que salga lastimada de este juego.
Le he contado que una amiga estaba en dicho problema, no mencioné que fuera Cami. Solo quiero consejos para poder ayudarla.
—Eres hombre ¿cómo reaccionarias si tuvieras una relación así?
—Ellos ya son adultos, saben lo que hacen. Y si tu amiga aceptó ese juego, solo queda apoyarla y alentarla a que proteja su corazón. —Toma su café y los llevas a sus labios. —Es difícil jugar un juego que conoces. Y parece que tu amiga ya ha jugado antes de esto.
—No lo sé. Es la primera vez que me dice.
—Lo hace, si no, no se hubiera lanzado con esto.
—El tipo es un casanova.
Se hecha a reír, me pregunto que he dicho tan divertido para que se riera.
—Disculpa, es que ¿quién no lo es en estos tiempos?
—¿Lo eres? —me da una mirada juguetona. Una que no había visto antes, ¿está coqueteando conmigo?
—No.
—¿Cómo estás seguro?
Se encoge de hombros. —Solo lo sé.
—¿Tienes algún vicio?
—¿A qué viene esa pregunta?
—Solo responde. —mascullo.
—No, no tengo ningún vicio. —alzo una ceja, Félix solo sonríe. —Es enserio, no tomo, no fumo, no ingiero drogas.
—Entonces eres mujeriego.
Hecha hacia atrás su cabeza en una carcajada. Otra vez me pregunto lo divertido de esto.
—No puedes deducir eso solo con mi respuesta.
—Es que es obvio, cualquier hombre tiene vicios y si no los tiene, es tan obvio que sea mujeriego.
—No funciona así.
—¿Entonces eres gay?
Casi escupe su café. Esta vez me hecho a reír, porque su rostro se ha vuelto rojo.
—¿Lo eres?
—¡No! ¡Por dios!
—Hubieras visto tu cara —doy otra risotada. —¿Por qué te molesta?
—No me molesta. Solo que insinuar eso, es descortés. —Frunzo el ceño.
—Nah.
—¿Por qué cambió el rumbo de la conversación hacia mí?
Me encojo de hombros. —Solo quería saber qué tipo de hombre eres.
Alza una ceja. —¿Estás intrigada conmigo?
Comienzo a reír nerviosa. —No. Para nada. Solo asegurarme a quién le contaba algo tan personal.
Asiente, pero no parece convencido. Me mira por arriba de su taza de café, cuando la lleva a sus labios. Y eso me hace poner más nerviosa ¿ahora qué demonios?
—No creas que estoy interesada en ti —comienzo a decir.
Me da una sonrisa de lado, —Nunca dije que pensara eso. —alza una ceja.
—Pero por si llegaba a pasar ese pensamiento por tu cabeza.
Sacude la cabeza. —No pasa nada por mi cabeza ahora mismo.
Su celular suena y atiende la llamada.
—Si, ahora voy. —su rostro se tensó. Colgó —Lo siento, tengo que irme. —estaba sacando su billetera, pero lo detuve.
—Yo p**o el café por agradecimiento de escucharme. —me da una mirada que no sé descifrar, pero me deja hacerlo.
—Ok. La próxima invito yo, —asiento con la cabeza. Esperando por ese próximo café. —Y cuando quieras tendré tiempo para escucharte. Me gusta conversar contigo. —Lo veo irse y perderse, no sé quién era en esa llamada, pero era alguien importante que lo hacía poner de esa forma.
Bueno, al menos tuve una buena charla.
Cosas que sé de Félix: no tiene ningún vicio y afirma no ser mujeriego.
Solo dos cosas sé de él. Eso me inquieta.
Félix es guapo, tiene modales, es inteligente, alto y sin historial de que tenga algún problema de drogas o alcohol.
Nadie puede ser perfecto y tenerlo todo.
***
—¿Qué libro lees? —me he encontrado con Félix en la biblioteca.
—La naranja mecánica de Anthony Burgess.
—¿Recomendable?
—Es de hecho mi libro favorito.
—¿Por qué?
—Le hace ver al protagonista cómo es la vida realmente, Alex vive en mundo parecido al Edén, cuando cae de ese lugar, es entonces que va dándose cuenta de la verdad. La crueldad que existe, y el odio que las personas guardan. Burgess lo hace ver de esa forma. Me gusta su punto de vista de la vida. —Sonríe. —Antes de conocer al verdadero yo de la vida, estamos en nuestra burbuja de amor, empatía, bondad, tratamos de ver todo eso en las personas, aunque ellas nos demuestren ser las peores. Solo cuando realmente se les cae la máscara a las falsas personas, y nos apuñalan, nos damos cuenta que siempre estuvieron allí, y nosotros somos los culpables por esperar algo de alguien. Es mejor esperar lo peor, para no desilusionarte.
—¿Entonces nunca tienes esperanzas o eres positivo?
Sacude la cabeza. —No. De hecho, siempre espero lo peor para no desilusionarme. Me ha pasado muchas veces.
—Entiendo tu lógica. Duele menos.
Asiente con la cabeza. —Así es. —mira mis libros en las manos —¿Estudias para el examen de la próxima semana?
—Si, tengo que hacerlo. Me cuesta memorizar algunas cosas.
—¿Quieres que te ayude?
—¿A estudiar?
—Si, ya sé todo eso. ¿Recuerdas que estoy repitiendo materias?
—¿Por eso no estas preocupado?
—El profesor usa las mismas técnicas y preguntas cada año.
—¿Enserio?
—Si. Te diré cuáles son las que vendrán. Abre tu libro.
Y solo así me hice de un compañero para mi examen, fuimos unos de los últimos en irnos de la biblioteca. Cuando salimos le invité a cenar para agradecerle, pero dijo que tenía asuntos que resolver. Me fui a casa y cené sola.
La próxima semana pasé el examen. Félix tenía razón, el profesor repetía las mismas preguntas cada año. Bueno, era una de las materias fáciles de pasar. Apenas comenzaban los difíciles.
—Haz estado muy ausente. —Alex estaba a mi lado con una malteada para mí.
—Gracias. Todos lo hemos estado, es la primera semana de exámenes.
—Si, lo sé. Admito que igual he estado perdido en mis libros, pero lo curioso fue que no enviaste ningún mensaje para preguntar sobre algo del examen. ¿recuerdas que cada curso lo haces?
—Ah, lo dices por eso. —Tomo mi malteada. —Félix me ayudó con ello.
—¿Félix?
—Si, la semana pasada me ayudó a estudiar en la biblioteca. Gracias a él, pude resolver todas mis dudas. ¿Sabías que el profesor repite las preguntas cada año?
—Había escuchado sobre eso.
Sonrío. —Estoy feliz de saberlo ahora, gracias por la malteada —me despido yendo hacia arriba, a mi próxima clase.
Se ha terminado la semana de exámenes. Y estamos celebrando en un bar cerca de la universidad.
—¡Salud! se acabaron los exámenes —Luis alza su tarro de cerveza y todos bebemos. El bar está lleno de universitarios que necesitan divertirse porque nos hemos librado de los exámenes.
Estamos en nuestra cuarta ronda de cervezas, y no veo a Félix por el lugar.
—¿A quién buscas? —Cami me mira por una respuesta.
—A nadie. Voy al baño.
Me levanto tan rápido que me mareo. —¿Estas bien? —Alex está a mi lado sosteniéndome. —Creo que has bebido mucho por hoy.
—No, es solo que mi tacón se dobló. —Sonrío amablemente. —No te preocupes, estoy bien. Ahora si me lo permites, iré al baño.
—Ok. Disculpa.
Sigo mi camino hacia donde me dirigía. Cuando salgo, el lugar se ve más lleno, apenas y se puede caminar. Necesito salir de aquí por un rato, pregunto a uno de los meseros por una puerta trasera para tomar aire, y me dice que hay una siguiendo el pasillo por donde he ido al baño. La puerta se abre con una chica, y está guardando sus cigarrillos. Le pido uno, y lo enciendo. Salgo hacia afuera para disfrutar de la nicotina que recorre mi garganta, es aliviador.
Hace un poco de frío, pero no importa, el cigarro ayuda. Me hace sentir ligera y despeja mi mente de los pensamientos de Félix ¿por qué sigo pensando en él? ¿es por lo misterioso que es? Hay otros fumadores en las esquinas, y una pareja besándose. Miro el cielo despejado, espero que llueva esta noche. Me haría dormir bien, y dejar de tener estos pensamientos que siguen atormentándome.
La pareja se ríe. Pero no es eso lo que me ha llamado la atención, si no la voz del chico. Algo en su voz me resulta familiar.
Apago mi cigarrillo que se ha acabado y con la excusa de ver a la pareja para asegurar mis sospechas, le pido un cigarrillo a los chicos que están allí. Me preguntan sobre en qué campus estoy, y cosas triviales. Pero no estoy escuchándolos, mis oídos están con la pareja del fondo.
—Necesitan un hotel —murmulla uno de los chicos. Le doy una calada a mi cigarro. —Chicos ¡ir a un hotel! —grita con una risilla, todos se ríen menos yo.
—Claro hombre ¡a eso vamos! —responde la voz. No puedo evitar girar mi rostro, el chico lleva de la mano a la chica hacia adentro, me encuentro cerca de la puerta y es cuando la luz hace ver su rostro.
Estaba en lo correcto.
Sentí una apuñalada, no sé por qué. Sus ojos me reconocieron, miraron el cigarrillo en mi mano y después a mis ojos. Había frialdad en ellos, siguió su camino como si no me conociera.
¿Qué había sido eso? ¿me ignoró?
Él tiene razón. Es mejor vivir desilusionado de las personas, para no esperar nada de nadie.
¿Qué esperaba de Félix? ¿Qué me saludara? ¿Qué dejara a la chica y me tomara de la mano? No estábamos tan cerca como para tomar esa confianza. El odio comienza a levantarse dentro de mí, no para él sino para mí misma. Porque me siento decepcionada.
Es un mentiroso. Decía que no era casanova, esto lo confirmaba ¿cómo pude creer en un tipo que apenas conocía? ¿y por qué eso me molestaba? Daba igual, no es como si fuéramos amigos. Apenas hablábamos, éramos compañeros de clase. Solo eso.
¿Entonces por qué me seguía sintiendo así?
Termino mi cigarrillo y entro al bar. Pido otra ronda para nuestra mesa. No lo veo por ningún lado. Debió irse al hotel con la chica, no iba a seguir perdiendo el tiempo.
Me emborracho, porque siento que mis sentimientos han sido aplastados por nada. Y mi orgullo igual ha sido herido.
Estoy jodida.