IV. El otro O´Donel

1655 Palabras
  Mi cabeza estaba hundida en la suave almohada de la cama, al levantarme un poco de la cama miro a mi lado y veo a Jayden dormido plácidamente, pero para este momento me di cuenta de que lo mejor era irme… ahora con tanta luz lo más probable era que me reconociera.   Aquello me ponía nerviosa… el pensar en que él podría actuar de forma impulsiva y grosera me daba muchos nervios, prefería quedarme como una chica más que había pasado por su cama, la cual secretamente lo amaba y era su secretaria.   Cuando estaba al borde de la cama sentí un dolor en la parte baja del abdomen… Me levanté de lentamente de la cama para después pasar a buscar mi ropa y vestirme. Al pasar por un espejo y ver cómo me encontraba estaba llena de chupetones en el cuello, marcas de su mano, el maquillaje corrido y estaba despelucada. Como pude me arreglé el cabello colocándome el sostén y el vestido.   Al momento que tome mis tacones entre mis manos y le deje mi antifaz sobre la mesita de noche junto a una nota sobre una servilleta.   —¿Dónde estaran mis panties? —susurre en un tono bajito para que él no me escuchara.   Después de buscarlo por varios minutos, me di por vencida y decidí irme de allí corriendo. Ya fuera del hotel tomé un taxi que me llevase a mi casa.   •••   —Al menos le hubiese dicho que no te diera tan duro —murmuro en un tono divertido Rachel mirando como estaba en mi cama abrazando una almohada después de salir de la ducha.   —Él me dijo que me iba a dejar adolorida, y lo cumplió. —susurre pegando la almohada más a mi pecho.   —No creí que lo fueras a conseguir —Rachel se sienta al borde de mi cama.   —¿Qué cosa?   —¿Qué te follarás a Jayden? Y no lo digo por qué seas tú y todo eso… ¡Él es el hombre más deseado por nosotras! Aunque yo prefiero a Nathaniel… —mi amiga estira los labios mientras los fruncía y tenía la vista perdida.   —Da igual —exclamo sentándome en mi cama—, Jayden es todo un moja bragas en toda ley… Tiene un cuerpo increíblemente excitante… y cuando se pone en plan hablarte sucio ¡señor Jesús! ardes.   —¡Que envidia!   —Juro que mientras estábamos teniendo sexo, me tenía jadeando y rogándole, aunque me había dejado sin nada que decir…   —Espera… ¿Ustedes se protegieron verdad?   —¡Obviamente! ¿crees que Jayden va a querer contraer una ets o peor aún… embaraza a una desconocida que puede ser una casa fortuna? —vuelvo a caer en la cama desanimada.   —Mira el lado bueno, lograste lo que muchas no han logrado. —me intenta animar acariciando mi cabello.   —Pero el lunes, volveré a ser la aburrida señorita Palm, que ni siquiera Jayden se toma el tiempo de mirar. Y no me digas que cambie radicalmente porque me descubriría y esa no es la idea.   —No sé qué más decirte…       A la mañana siguiente, no había ido a trabajar porque por primera vez en los años que llevaba como secretaria de Jayden me había reportado como enferma. El dolor había bajado en gran medida gracias a las pastillas que me había tomado.   Después de hacer lo que normalmente hacía, como hacer la fila para comprarle el café a Jayden me sorprendí en gran medida ante la noticia que me dieron.   —¿Qué le está pasando al jefe? —me pregunto una chica en la cafetería que se encaraba del área comercial.   —¿Cómo que qué le está pasando? —inquirí confundida.   —¿No sabes? Por primera vez en todos los años que él llega aquí, llego primero que todos y se puso a grabar canción por canción.   —Qué raro.   Después de tomar el café entre mis manos, y uno que había pedido para mí camine hacía la oficina de Jayden la cual se encontraba cerrada. Toqué la puerta y tras no recibir respuesta abrí llevándome un gran susto… Jayden tenía una revista en su mano y la tiro en el muro de al lado de la puerta.   —¿¡Quién eres!? Desapareces como si nada, y después apareces en primera plana dejándome como un don nadie… ¡Soy Jayden O´Donel! —exclamo enojado.   Cuando bajo la vista a la revista que yacía en el suelo, la tomé entre mis manos y la puse en la portada.   Allí estaba yo.   Aunque gracias al cielo, cubierta con aquel antifaz. “La fiesta de la gran magnate del maquillaje” Era el encabezado “Ralph and Russo, los grandes diseñadores de vestidos elegantes de alta costura quedaron encantados al ver a aquella joven con uno de sus diseños” “la entrevista exclusiva a Jayden O´Donel” Eran los adelantos de las noticias.   —Llama a Lysandro.   —Si, claro. —dije intentando cambiar mi voz, ¡mierda! ¿qué había hecho esto era una locura de gran magnitud.   En ese momento no dude ni un segundo en llamar a Lysandro el primo hermano de los O´Donel.       Jayden O´Donel.       Me estaba volviendo loco, aquella chica misteriosa… me estaba volviendo loco. Por primera vez en años había vuelto a dormir con una mujer, ella había quedado inconsciente a causa de la acción y ni modo de pedir otra habitación cuando dormir con alguien no era para tanto.   Al despertarme y no verla a mi lado, despertó mis ganas de saber quién era… y aún más cuando me dejo aquel antifaz con la nota que decía: “Fue un placer haber pasado la noche contigo, así como yo te recordaré como mi primera vez, tú recuérdame como la chica de cabello de fuego que te hizo arder”   Para después dejar una marca de sus labios sobre el papel. Todavía podía oler su olor, sentir su piel, su delicioso olor a vainilla que me volvía loco.   Todavía tenía sus pantis a mi poder… después de habérselos quitado los había guardado en mi bolsillo y ahora podía olerlos y recordarla.   El primer día sin poder evitarlo, después de tantos años de no recurrir a la masturbación, mis pantalones estaban desabrochados, tenía una mano con sus bragas en mi nariz y la otra en mi polla.   Mi m*****o estaba hinchado y duro…   No hacía más que imaginarla debajo de mi otra vez, gimiendo gustosa, mientras yo la llenaba con gusto.   De solo recordar lo apretada que estaba me daban ganas de buscarla y follármela una y otra vez.   Empecé a bombear mi polla energéticamente e inhalaba su delicioso olor, cerré los ojos imaginándola pasando su lengua por toda mi polla…. Eché la cabeza hacía atrás, sintiendo como el orgasmo era inminente y entre gemidos y gruñidos me corrí en mis manos.   ¡¿Quién eres y porque me hiciste!?   •••   Mi hermano Lysandro, más bien mi primo, solo que mi tío falleció en un accidente automovilístico junto a su esposa, solo que mi padre adopto a mi primo y lo crio como su hijo, él es casi de mí misma edad y se encargaba de las empresas de arquitectura de su padre.   —¿Me necesitabas? —pregunto Lysandro entrando a mi despacho con su traje.   —Te extrañamos en la cena para Hally.   —Lo siento, tuve que viajar con urgencia a China, además de que estoy trabajando en el proyecto de Nat de expandir las empresas.   —Ya no hablemos más de trabajo. —me queje—, tengo un problema.   Lysandro camino hacía el mini bar, saco dos vasos, hielos y una botella de Whisky y la llevo hacía la mesa y se sentó.   —Te escucho.   —Conocí a una chica misteriosa en aquella fiesta…   —¡Uuuh! ¡me gusta! ¿entonces? —murmuro sirviendo el whisky en los vasos.   —Me la cogí como nunca… pero no sé ni su nombre, cara… —le comenté sentándome a su lado y tomando uno de los vasos.   —Carajo. —exclamo Lysandro dándole un sorbo a su bebida.   —Ahora no la puedo sacar de mi mente…   —¿No la puedes buscar? —pregunto de forma obvia.   —¿Cómo?   —¡Qué sé yo!   —Pero tengo otro problema más grande… —me tome todo el vaso antes de soltar lo siguiente—, No se me para.   —¿Cómo que no se te para? ¿el corazón?   —¡No seas idiota Lysandro! ¡La polla no se me para! —grite.   —Mierda.   —Solo se me para sí huelo algo de ella, o pienso en ella.   —¿No te habrá dado agua de calzón? —se burló Lysandro.   —¡No es gracioso! quede como un idiota con Pamela cuando no se me paro. —le di un gran sorbo a mi bebida—, Pero si pienso en ella, en aquella noche, huelo algo que me recuerde a ella… Ocurre la magia.   —¿Y si la buscas y te vuelves a acostar con ella? puede ser que esa sea una buena solución.   —¡Sabía que tú ibas a tener la posible solución!   —¿Cómo vas a hacer para buscarla? Sin saber su nombre o como se ve físicamente va a ser como buscar una aguja en un pajar. —Lysandro como siempre me comenta desanimándome.   —¡No ayudas! —me quejo.   Aquella chica sin duda, se había metido en mi piel… odiaba eso de no saber quién era y como encontrarla, pero lo haría.   Claro que lo haría.  
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