Martín miraba fijamente al hombre que se hacía llamar Andrés Osorio, notando que éste ni siquiera se había dado cuenta de lo que acababa de decir. ¿Sería la emoción del momento, lo que había hecho que soltara la verdad de esa manera? ¿Tendría que decirle algo al respecto? Las mentiras en su vida le habían costado caro, al punto que ahora tenía que tratar de convencer a la mujer que amaba de darle una oportunidad. Quedarse callado no era, ni por asomo, la mejor opción. —¿Acaba de decir que es su hijo? —fue directo al grano, notando que el aludido palidecía de inmediato por sus palabras—. Tengo entendido que su padre… es alguien diferente a usted, así que no entiendo. El hombre cerró los ojos, soltando un alargado suspiro. Se dijo que ya no tenía caso negarlo, había callado por demasia