Fuego ~•~•~ Eduardo fue encerrado y golpeado en la habitación más alta de la mansión y lo dejaron allí, hasta que amaneció. Nadie sospechaba lo que le había sucedido, y mucho menos quién se lo había hecho. Paula quizás sería su salvación… o eso era lo que pensaba el rubio, que estaba amarrado a una silla con una capucha sobre la cabeza y esperando por un milagro. Muy lejos de allí, Marco palideció al escuchar el reporte policial, esperando que hubiesen logrado sacar a los que trabajaban el turno esa noche. Sintió verdadera angustia, a pesar de que horas antes había decidido no volver al bar. Se volvió a la castaña, mirándola con seriedad. —Ni pienses en salir de aquí, de seguro ese loco estará persiguiéndote para hacerte daño, volveré tan pronto como pueda —le dió un intenso bes