Susana iba de vuelta a la mansión terrorífica, junto al oficial Costa y otro auto patrulla que iba tras ellos. Le había explicado con detalle todo lo que no pudo decirle la vez anterior: que Adriano era un psicópata que la había secuestrado, que tenía un grupo de matones que lo adoraban como líder, que todos servían a Tom; que era un mafioso aterrador, junto con su moribundo padre. Que Paula estaba con ellos y que la mantenían encerrada también… y claro, que probablemente habían asesinado a golpes al pobre sujeto que los descubrió. La castaña contó todo eso, sin saber siquiera que se trataba de su rubio jefe. Esa era una misión sumamente peligrosa, pero a Susana ya no le importaba morir. No ahora que su Marco estaba enterrado bajo todos esos escombros, por culpa de ese maldito de Adri