Liluina despertó con un pie sobre su mejilla, sin importar cuánto se acomodaron antes de dormir Gilbert tenía tendencia a extender las manos y las piernas, pasaba algo similar con Anabelle quien siempre se iba al borde de la cama y de esa forma, Lucas y ella se recostaban en los costados y sus hijos se adueñaban de toda la parte media de la cama.
Sus lágrimas eran de felicidad, sus hijos estaban con ella, justo como debía ser, se levantó y sintió un tirón en su pierna, pero no quería volver a ver tristes a sus hijos porque jamás pensó en el modo que les afectaría que ella estuviera atada a una silla de ruedas, respiró profundamente y se levantó apoyándose en las agarraderas que Lucas mandó a poner apenas llegaron a esa pequeña mansión.
Lucas despertó – ¿qué haces? – y corrió a sujetar su
